30 julio 2010

UltraKs: Ustedes no entienden nada



Están todos como molestos, enojaditos, críticos, ofendidos!, por la columna esta de hoy en La Nación, cuyo autor es Carlos Reymundo Roberts.
Me extraña mucho, muchachos cibersK, que no hayan advertido la tremenda interna que se está dando en la Tribuna de Doctrina (otra que la de la calle Tacuarí) y salten así, como leche hervida.
Disculpenmé que quizás hoy peque de soberbio, pero voy a tener que ilustrarlos con la posta post, así dejan de perder el tiempo en internet diciendo huevadas y malgastando los recursos públicos que administra el compañero Aníbal Fernández.
Saquen un cuaderno y tomen nota chitrulitos míos, que la cosa es así:

Un día, hace como 20 años, la joven guardia de La Nación entró al despacho de Claudio Escribano y, esquivando los sillones de cuero, gritaron: "Basta! Se acabó! O modernizamos este diario o en un par de años se nos muere el último lector y ni un aviso fúnebre nos van a poner". Escribano, una vez que dejó de temblar al oír la palabra "modernizamos", se atrincheró atrás del escritorio y con el cortapapel le apuntó a los Saguier diciendo: "Negociemos". Ese es el día fundacional de la nueva etapa del mejor diario de la Argentina ever.A partir de ahí, a paso seguro, como se hacen las cosas cuando quienes las hacen las hacen bien, La Nación fue desarrollando un meticuloso plan de renovación y cambio (se llamaba así: Plan de Renovación y Cambio. Pero usaban la sigla PlaReCa para no sonar tan alfonsinista).
El mismo consistía en una secuencial toma de decisiones que incluía:
- Diseño. Los pibes querían tabloide, pero ahí Escribano contó con el apoyo de los Mitre y lo máximo que cedieron es achicar un poco la sábana para ahorrar costos y que los suplementos "de segunda" como deportes, clasificados, cultura y tecnología, salieran en "media sábana". Economía y Espectáculos ni a ganchos, que son "el alma" del periódico. Así dijo Escribano, "el alma". Bartolito lo miró de reojo, porque le sonó muy Magnetto la expresión y medio que, por un segundo, desconfió.
- Nuevos editorialistas: "traigamos de Clarín a Morales Solá. Es joven, con lenguaje fresco y moderno", dijo un Saguier. Ok, aceptado, pero Grondona sigue, contestó Escribano.
- "Un portal" ", ¿un qué?", "un portal. En unos años va a existir una cosa que se llama internet en las computadoras. Y todos los diarios van a tener ahí, un sitio con noticias. Queremos que La Nación sea vanguardia en eso". Escribano tragó bilis al escuchar en su oficina la palabra "vanguardia" pero no estaba en condiciones de hacerse el loco por una cuestión de tenencia de acciones y esas cosas.
- "Por último, lo más importante de todo esto: la contratapa", dijeron los Saguier. "Qué mierda pasa con la contratapa?", dijo Claudio. "Que esos chistes importados de Estados Unidos son un embole. Son más aburridos que una fiesta de fin de año del diario. Tenemos que poner humoristas argentinos. Fijate Clarín: Altuna, Trillo, Caloi, Tabaré, Guinzburg...son un plato!". "Mmmmm, eso no me gusta nada. Tendríamos que ir de a poquito, probando. Incluso darle máquina a alguien que no haga un humor, como decirlo... humorístico para reírse a carcajadas. No. La gente bien a lo sumo sonríe, una mueca". Los Saguier sonrieron complacidos: "sabíamos que ibas a decir eso y ya lo tenemos resuelto. Tenemos un chico que justo justo se cree humorista pero no. Se llama Nik".

Bien. Eso, amigos negritos y resentidos, es el origen de todo el inmenso bardo que hoy atraviesa La Nación. ¿Qué tiene que ver?, dirán. Calma peronistas, je.
Tal como habían planeado los Saguier, la sección de Humor del diario fue un boom. Nik se transformó en un rotundo éxito, llegó a la calle Corrientes con una obra de teatro, hizo merchandising a lo pavote y hasta sacaron unos billetes dibujados por él como parte de una "estrategia de fidelilización" de los lectores. Esto, más que llevar calma y alegría al centenario matutino, despertó pasiones de lo más oscuras en su renovado edificio. Tuvieron que contratar a un equipo de psicólogos ante la extendida plaga que llamaron "el mal de Nik". De golpe, todos en la calle Bouchard querían ser rubitos y tener anteojos redondos.  El primero en contagiarse fue Joaquín, que se olvidó del periodismo y empezó a hacer dramaturgia los domingos. Luego le tocó a Pablo Sirvén, un tipo piola, de Cultura, que se le dio por hacerse el langa en Twitter. Bueno, ahora le tocó al formador de formadores del diario, a, sí, adivinaron, Carlos Reymundo Roberts.
Así que no se enojen, hordas choripaneras. Es que los amigos de La Nación están un poco nerviosos por todo esto que les está pasando ante el fracaso del equipo de psicólogos. Se nota que la infección sigue y sigue.

Relajansé, lean y disfruten. No sean bestias, ¿quieren?

Ladrando por ahí

Esta tarde agarramos Panamericana, paramos a morfar un chori en una parrillita antes de llegar a Rosario, capaz nos perdemos en Circunvalación, pero en algún momento seguro que llegamos a Santa Fe.
Y mañana estamos, junto a otros blogueros, ladrando parábolas en el Encuntro de Cibermilitantes al que nos invitó el Payaso Barricada.

Ahora bien, por cierto, que el que avisa no traiciona, voy a ser consecuente con mi ponencia (?) aquella vez que con Carrasco y Gerardo fuimos a Tucumán invitados por Aldo: Evelyn, la cibermilitancia no existe.

Así que ya saben. Como siempre, todo puede terminar a las piñas. Va a estar bueno.

28 julio 2010

Periodismo independiente


Llegué saltando entre los charcos, los pies mojados. Esta es una época del año  -una época que dura desde mayo hasta mediados de octubre, pero que es, en definitiva, nada más que una época- en que la humedad gana por abandono. O por culpa de las heladas cuando a eso de las nueve, diez, se derriten; o bien por lo que llovió; o bien porque brota de abajo la muy guacha. Por cualquiera de esas cosas, y ni hablar si se suman entre sí, la humedad toma todo. Te envuelve la humedad. Te traspasa la humedad. Te llora la humedad. Se te caga de risa de las naftalinas la humedad.

La cosa, que no es cosa de ponerse poéticos,  es que las calles están siempre embarradas. Y conste que el barro es un fenómeno relativamente moderno en el pueblo. Porque antes (antes es cuando yo era chico, ¿estamos?) las calles eran de arena cruda, salvaje. Más bien eran, las calles, unos médanos alisados y con dos paralelas marcadas por una hilera de pinos. Y después de los pinos las veredas, justo antes de los paredoncitos de bloques con salpicré blanco que venían a ser la frontera de la propiedad privada: los lotes.  Pero ahora, increíblemente unos cuantos años después que apareciera el asfalto en las calles que están cerca del mar,  llegó el barro a las calles del fondo (no me pregunten que es “el fondo”. Los que alguna vez vivieron en un pueblo por donde pasaba el tren, el fondo viene a ser lo mismo que “después de la vía” aunque un tanto más discrecional. Porque la vía no se corre nunca y por eso estos pueblos son más conservadores y todavía hay clubes “bien” y clubes populares. En cambio en el mío “el fondo” se va corriendo para, je, el fondo a medida que llega gente y algunos nos vamos.

Empecé diciendo que llegué saltando entre los charcos, pero todavía no dije a dónde. Pero llegué, abrí la puerta, atravesé la cortina de plástico y pedí para llevar los dos platos del día: guiso de lentejas y mondongo.  Mientras esperaba quise aprovechar el tiempo: sobre un estante varias revistas ajadas, una gente, una caras, varias vivas a punto de morirse. Y al costado, en un piloncito muy prolijo, unas fotocopias blanco y negro, cuatro pliegos con ganchitos, diseño corel con toda la furia, mensual, año 3, número 39. Cómo hacer mermelada, la mejor forma de conservar la masa con levadura, plantas de interiores, su cuidado. Juegos. Cruzadas. Sudokus. Una columna a favor de la Ley de Medios. Contrabando.

-Te puedo hacer una pregunta desubicada?
- Eh? –cara de susto- Si, decime.
- Cuánto pagaste por el aviso de la rotisería acá en la revistita?
- Ah –cara de alivio-, 40 pesos.

Cuarenta pesos, a tres avisos por página, por 14, tapa y contratapa van sin avisos, son 42 avisos, 1680 mangos por mes, menos las fotocopias, ¿cuántas hará? ¿Cuál será la tirada? Le quedarán, qué se yo, ¿1300 pesos? Pero te regalo salir a vender y, sobre todo, a cobrar a 42 avisadores. Definitivamente, ahora sí me convencí, hay que regular la publicidad oficial y al próximo que me diga alguna huevada le voy a contar esto. En mi pueblo hay alguien que es periodista, sí, periodista, que saca una revistita de huevadas pero te trafica una columna de opinión. A pulmón. A pulmón entre la humedad.
- Bueno –dijo, ahora la chica con cara de pícara, mientras me daba la bolsita con el mondongo y las lentejas- yo te dije 40 pesos, pero no es tan así. Tengo un canje con el muchacho que la hace.

27 julio 2010

Va cayendo gente al baile.

De a poquito, se va encaminando la discusión "procedimental" acerca del mecanimos para iniciar un juicio político en la Legislatura porteña. Hoy, en el BsAsEconómico, Doris Elisa Bustamente demuestra que cuando se quiere hacer periodismo no es taaaaaannnn jodido y escribe esto.(y no le pego más a Joaquín porque ahora dice Artemio que es fácil. Y tiene razón)

Insistimos: hay que diferenciar y ponderar en los análisis tres aspectos diferentes: a) el mecanismo institucionalmente válido y correcto para el inicio del juicio; b) la conveniencia o no del Juicio Político para quién, según quién y a favor de quién (lo cual, convengamos, es relativo y está sujeto a imponderables. Por ejemplo: en este momento, parece que iniciar el JP conviene a Macri que tendría los votos garantizados para ser declarado "inocente". Pero eso es ahora. Y si logra ganar la primer batalla (que se inicie), pero luego la dinámica de la investigación hace que pierda algunos apoyos en el camino y pierde la votación en la Sala Acusadora y luego en la Sala Juzgadora? Ahí te quiero ver Durán Barbas. O, por el contrario: si es efectiva la maniobra defensiva de Macri de mostrarse como una víctima de Palpatine Néstor (porque ya sabemos que en la mitología duranbarbesca "Yo soy tu padre" es Franco) y se fortalece ante la opinión pública?
Algo más: un Juicio Político poco tiene que ver con lo que cualquier ser humano normal entiende como Justicia y bastante tiene que ver con lo que cualquier mortal entiende como juicio. Es decir: no se trata de lo justo o injusto si no, más bien, de lo conveniente políticamente o no para quienes "juzgan". Sólo los buenos procedimientos pueden poner (al igual que en la Justicia, bah) algo de freno a la discrecionalidad.
Y los que, oh cultores del instutucionalismo! marajás de las Repúblicas! Payás de los constitucionalismos!, te dicen lo contrario...te están chamuyando. Así. De frente.

Lo agravante en los Juicios Políticos es la desmesurada influencia que la opinión pública tiene en los legisladores acusadores y juzgadores (lo cual, abro un paréntesis, hace en que pensemos un cachito antes de andar boqueando sobre los Juicios por Jurados como medida "progresista" así como así). Sintetizando: los legisladores se deben a "su público" más que a la "justicia", entendiendo como su público a los votanets, a los partidos de origen, a las posibilidades de seguir siendo, etcéteras varios.

Uy. me aburrí. ¿Creo que va quedando claro que los juicios políticos no me caen bien, no? Aunque, para ser consistente con lo que escribí arriba, digo -y que no nos escuche nadie, eh-: puedo cambiar si me conviene.

Ta luego.

25 julio 2010

Mini post al paso: educando a Moralés Solá

Dice, insiste, reitera, Joaquín en La Nación: "Macri está en condiciones de salir absuelto de ese juicio político, porque sus opositores no tienen los dos tercios necesarios para destituirlo. Pero el líder capitalino no cuenta con la mayoría simple del cuerpo para poner en marcha el proceso de juicio político. El macrismo está sumando de a uno, o de a dos, para llegar a los siete votos que necesita en el cuerpo parlamentario". 

Aquí, inutilmente, tratando de estudiar un cachito antes de escribir en un lugar institucionalmente tan importante como un blog (donde evidentemente es necesario tener una responsabilidad social mayor que en un diario), demostramos que tiran números de legisladores al tun-tun. O, lo que es lo mismo, y de modo más elegante, no tienen la más puta idea de lo que escriben (quizás por tener como fuentes sólo a legisladores, ja) y no se toman el inmenso e inconmensurable esfuerzo de leer un par de artículos de la Constitución, el reglamento de la Legislatura y un par de Diarios de Sesiones. O sea: no podés exigirle a un editorialista que haga todo eso cuando ganan nada más que un par de decenas de miles de mangos. 

Y ni me meto con eso de decir dos veces en el mismo párrafo "juicio político" porque yo respeto a todas las minorías. Incluyendo a la minoría de los "repitentes".

18 julio 2010

Un cuenquito con las manos



- Así como me ves -me dijo-, tengo mi cuota, mi pequeña cuota, de esnobismo.
A esa altura casi que ya no podía escucharlo más. Nunca supe si era por la música que sonaba desde arriba o porque cuando me pongo así me acuerdo de Aquaman y se van cerrando mis oídos. También, cuando me pongo así, no puedo parar de bostezar.
-Ajá, dije muy bajito. O capaz nada más pensé el ajá pero no lo dije. Supongo que quería que no me escuchara así se callaba la boca de una vez y me dejaba en paz.
- En serio. Aunque sé que es un esnobismo de cabotaje. El peor modo de ser esnob, con culpa. Y no me pega bien...
Basta. Que cierre la boca de una vez. Tengo que pensar en otra cosa. Urgente.
- Es difícil de explicar. Es un malestar, un vértigo, las pulsaciones altas, bostezar, un bombo en negra en las sienes, transpirar frío...
Hijo de puta, porque no te vas a la reconcha de la lora. Acá está lleno de gente, elegí a otro más interesante. No te das cuenta que no te escucho. No te puedo escuchar. Tengo que pensar en otra cosa.
- Y sabés qué cosa es angustiante? Sabés que no te pasa nada, pero te sentís mal igual. Entonces te empezás a castigar por pelotudo...
Si será conchudo. Qué tengo? Cara de psicólogo? Vaciá el vaso de vino, mirá esas minas, andá al baño, tomate una pastilla. Lo que sea. Pero no me rompas más las pelotas.
- Lo loco es que si me distraigo con algo, siempre y cuando no sea conciente, así como viene se va...
Eso. Como viene, se va. Como las mareas. Al fin, me tengo que agarrar de esto. Olas que vienen, olas que van, olas marinas, hola, qué tal! Hola olas, burbujas, espuma, arena. Tengo que agarrar la espuma con las manos. Así, un cuenquito. Quedate ahí. No te vayas espuma.
- Ahi tenés mi esnobismo: los ataques de pánico. Che, te estoy aburriendo? No parás de bostezar.
- Para nada. Pero salgamos a caminar ya.

14 julio 2010

El amor, el odio, la indiferencia


Empiezo por donde vale la pena: el futuro. Mi hija se cansó de decir, cada vez que vemos por la tele algún debate al respecto, lo siguiente: no los entiendo papá, porque si Dios creó el hombre y la mujer, también creó los gays. Y lo importante es que se amen, no? Y, sí. Lo de Dios no tengo idea, pero esto se trata del amor.
Sin embargo, he visto como se fue tiñendo, la cuestión, por el odio. El odio a los gays, a las lesbianas, a los diferentes. Como todo odio, esconde un miedo y un desconocimiento del otro. Claro, pero no alcanza para justificarse ni para justificarlos eso.
No es el único odio. Hay otro: el de aquellos que se oponen por el hecho de que “los Kirchner” están apoyando el matrimonio igualitario. Entonces, como odian a los Kirchner se ponen en contra pero no lo harían si otros fueran los impulsores (y claro que los Kirchner buscan un rédito político al apoyar esto. Y poco importa, a los fines prácticos, si en su intimísima convicción, los Kirchner están a favor o en contra del matrimonio gay. Lo que importa son los hechos concretos y no los supuestos psicologismos de los dirigentes. Porque, manga de hipócritas que se horrorizan, de eso se trata la política: decidir una posición y llevarla adelante y tratar de que te apoyen por eso la mayor cantidad de gente). Este es el odio gorila. Uno tan fuerte, tan arraigado en algunos, que hasta obra el milagro de que algunos gays sean capaces de portarlo por sobre algo tan vitalmente trascendente: su propia y libre elección sexual.
Qué se yo. La verdad que a mí siempre me importó tres carajos la cuestión “sexual” detrás de este reclamo. Me importa, repito, tres carajos si sos puto o torta o qué. Porque la elección sexual de cada uno de nosotros no indica nuestra calidad como ser humano. Lo que si me importa es que hay conciudadanos míos que sufren una discriminación. Y ser discriminado por tu elección amorosa es una injusticia. Y no me banco las injusticias. Y por eso apoyo. Así de fácil.
Así como les voy a reclamar, a muchos que hoy se ponen contentos con mi apoyo, el día de mañana. Les voy a reclamar que mañana nos apoyen en otras causas de otros discriminados por las injusticias. Porque ojo: en algunos círculos es re políticamente correcto y progre estar a favor del matrimonio igualitario. Pero los quiero ver marchando, militando y apoyando a otras minorías que también sufren injusticias “injustas”: los pobres, los “negros cabeza”, ponele. Porque también ahí hay amor y gente que sufre eh.
Norma y Ramona se casaron, gracias a un amparo de la Justicia, hace un par de meses. Ayer le escuché decir a una de ellas: nos amamos y estamos juntas hace 30 años. La lucha de los jóvenes fue importante para que nosotros luchemos contra la discriminación. Y a nosotros nos discriminan por lesbianas, pero también por viejas y por pobres.
Es un buen momento para recordar el valor de la política. Esa cosa que hace que distintas minorías nos sumemos para construir mayorías.

12 julio 2010

Civilización y barbarie mundialista

 

Preparensé. Vamos a tener que ser pacientes y comprensivos. Así como si hubiéramos ganado en Sudáfrica la legítima alegría popular se hubiera visto empañada por un sinfín de salames triunfalistas haciendo paralelismos entre el tercer campeonato y el tercer movimiento histórico (por decir algo), la victoria de España en el Mundial nos dará una nueva andanada argenta de declaraciones del tipo: “eso es producto de que son un país serio, que apuesta al consenso y al diálogo republicano”. También abundarán, por estos días, referencias a “la Moncloa”.
La culpa es nuestra. De los amantes del fútbol. Hemos convencido a mucha gente de que el fútbol es algo importante y –por izquierda, jugando de 9 o por derecha- hay una legión de confundidos que rápidamente son capaces de homologar once tipos corriendo atrás de una pelota con “el ser nacional”.
Sin embargo, debiera costarles un poco emparentar esto del “ser nacional” con el triunfo español, pero los amigos de las victorias ajenas que galopan por estas pampas no se fijan en detalles. Tendrán que ignorar las luchas separatistas de los vascos, la eterna pelea por las autonomías regionales, la cuasi ausencia del concepto “Nación” (por algo allá se llama El País y no La Nación el diario, verdad?) y nimiedades por el estilo. Y lo harán sin ponerse colorados ni un ratito. Hagamoslés el favor, también, de abstenernos de recordar que allá se han dado como gobierno una monarquía constitucional, que en el Parlamento socialistas y populares se dicen de todo menos bonito y ni se nos vaya a ocurrir tener la mala educación de decir: “que bueno que puedan festejar algo, porque pobres españoles. Están garpando el ajuste más salvaje de Europa como nos pasó a nosotros hace unos años”. No. No podemos arruinar la alegría de los argentinos que  se alegran con victorias ajenas y desprecian las propias.

Hoy estuve leyendo a un prototipo de estos. El diputado nacional, con perdón, Fernando Iglesias. El experto en globología. Empezó así en su twitter: “España merece ganar pero Holanda no merece perder. Repito: ¿no pueden ganar los dos?”. Siguió así: “Merecido, España. Y bien Del Bosque en sus declaraciones: ganamos en base a valores. Nada de LTA y SCH. El rencor es siempre perdedor”. Y terminó con esto: “Satisfacción x un país que en los últimos años hizo cosas admirables y está pasando un mal momento”.
Bueno. Saben qué? Estoy de acuerdo con él en casi todo: en la apreciación de dos equipos que juegan bien y en la injusticia de que uno triunfe, en su rescate de los valores como motor de un accionar, en desconfiar del rencor como última motivación. Muy lindo todo. Lástima que es el mismo tipo que decía que si ganaba la Argentina iba a ser para que “los Kirchner” se apropiaran de la victoria o boutades de ese tenor. Ni mencionar los desmedidos elogios a “los uruguayos” por su “hidalguía” al salir cuartos, no como “nuestra humillación” de salir quintos.
O sea: esa desmesura es la que me repugna. No solamente la berretada de, insisto, superponer un partido de fútbol de la selección con la Nación, como si fuera lo mismo el mapa y el territorio. Es esa sobrevaloración de todo lo que sea ajeno y ese desprecio por lo propio lo que tanto me avergüenza.

Son esos señores que, siguiendo –je, paradoja- una añeja tradición nacional, siguen repitiendo tácitamente el binomio civilización-barbarie. Pero señores que no han sabido garabatear aún el primer signo de exclamación de la primera línea de esto: “¡Sombra terrible de Facundo, voy a evocarte”.

Perdónalos Domingo Faustino. Es que también con ellos, junto a ellos, a pesar de ellos, tenemos que construir un país, una Nación y un pueblo un poquito mejor cada día. 
Ah: y en el próximo Mundial no jodan. Hinchen directamente por otro.

 

09 julio 2010

Comunicación Social


-    Hola…
-    Si, buenas tardes, con el señor S?
-    Habla él.
-    Ah, qué tal Toto? Soy X. Le hablo desde Buenos Aires, trabajo en tal lugar. Usted hace unos días llamó a un canal de televisión para quejarse por la falta de vacunas ahí, en La Lucila.
-    Eh? De dónde me habla?
-    De tal lugar. Quería decirle en cuáles farmacias de Mar de Ajó hay.
-    En serio?
-    Sí. En serio. Tiene para anotar?
-    Sí, si. Espéreme un segundo. Beba! Anotá. Es Beba, mi mujer, mi mano derecha. Porque sepa que acá ya pasamos los dos los 82 años.
-    Epa. Y juntos!
-    Y juntos.
-    Bue, anota?
-    Anotá lo que te canto Beba.

-    Listo.
-    Escúcheme pibe. Me puede decir si hay en Santa Teresita?
-    Quiere que le diga de cada lugar? No hay problema. Me voy fijando acá en internet y le canto las farmacias. Dígale a Beba que anote. Mar del Tuyú acá, Santa Teresita acá, en Las Toninas no hay, San Clemente acá.
-    No lo puedo creer. De verdad que le agradezco.
-    No es nada. Bah sí. Le tengo que pedir algo.
-    Eh? Diga…
-    Hay sol?
-    Cómo?
-    Si hay sol…el día. Cómo está el día. El cielo.
-    Ah, sí. Hermoso. Brillante el cielo. Fresco, eh.
-     Y el muelle? Está lindo el muelle?
-    Bue, yo no puedo ir a pescar, por el cuore, vio?
-    Pero a caminar puede!
-    Si, claro. Hoy a la mañana me di una vueltita con Beba.
-    Me cuentan cómo estaba la playa? Por favor. Tengo tiempo para escucharlos. Mucho tiempo, Toto.

05 julio 2010

La micro y la macro

La avanzada opositora en el Congreso por el 82%% móvil para los jubilados y pensionados es el primer tema en el que Clarín impuso con inteligencia un tema que sí es sensible a "la gente".
Creo que fueron necesarias tres tapas y una escalada proigresiva hasta que el tema "prendió" en la sociedad y en el debate político.
Por supuesto que el tratamiento que al mismo le están dando los dirigentes opositores es por demás irresponsable: postular que se lleve al 82% las jubilaciones sin acompañarlo con la fuente de financiamiento tiene la misma seriedad que cuando yo pido que todos seamos buenos.
Justo es reconocer aquí la diferencia del bloque del Proyecto Sur, que acompañó su dictamen de minoría proponiendo una vieja reivindicación de aquellos que seriamente se preocupan por el sistema previsional: volver a los aportes patronales existentes antes de Cavallo.
Hablar con propiedad de este tema no es para improvisados: el estudio de cualquier sistema previsional, aquí y en el mundo, implica conocimientos muy específicos no solo económicos. También demográficos, laborales, actuariales, etc.
Ahora bien: no es la intención de este post profundizar, precisamente, en algo que toco de oido.
Sí marcar lo que me parece un error político por parte del gobierno nacional: no se puede, a mi entender, nunca, contestar un legítimo deseo microeconómico (la suba de la mínima) con una legítima explicación macroeconómica (no se puede, de dónde sacamos la plata, etc.)
No alcanza con recordar que fueron precisamente muchos de los actuales vocerso de ese aumento, protagonistas de gobiernos que recortaron jubilaciones y pensiones, desfinanciaron el sistema  y blabla. Ya fue. Ya pasó hace tiempo. Tampoco alcanza con enumerar las innegables mejoras que este gobierno, desde 2003, otorgó a los jubilados y pensionados de la Argentina. Eso es tan innegable como que menos de 900 mangos es poca guita.
Y nosotros somos gobierno ahora. 
Hay un modo muy sencillo, creo, de salir de esta encerrona política: el gobierno debe aceptar el desafío de la oposición más que negarlo. ¿Quieren que subamos al 82% móvil? Ok, vengan. Sentémonos. ¿Subimos los aportes patronales? ¿Cómo financiamos todo esto si bajamos las retenciones, tal como ustedes dicen?, etc.
Se acaba el verso. Y quizás logremos, entre todos, una realización más.

03 julio 2010

Élan vital

Escribir. Escribir hasta desangrarse, hasta el final. Escribir hasta el ángulo complementario desde la horizontalidad  total. Desde la caída. Escribir en el piso, morder los adoquines y usarlos para borrar los cruces peatonales. Escribir sin motivos, sin gacetillas, sin discursos. Escribir una y otra vez sobre lo mismo, que es lo único que se puede escribir honestamente: lo que se conoce. Escribir el exilio,  la partida, la nostalgia. Esquivar, al escribir, la mancha de petróleo y tararear esa canción que habla de eso. Fracasar, y escribir de la melancolía. 
Escribir. Escribir el miedo.

Hacer. Hacer la cama que está revuelta desde hace un par de años. Hacer dieta. Tirar las pastillas por el inodoro, los resultados de los análisis hechos avioncitos de papel por el balcón y los planes por el hueco del ascensor.  Quemar los archivos, las pesadillas, las fotos viejas.  Hoy es viernes, prendan fuego todo. (Nota mental: no olvidar de deletear las que están el rígido).
Hacer. Hacer las paces.

Contar. Contar que no puedo tomar alcohol y que sigo sin fumar. Contar que a veces la gente se muere boqueando, como los peces cuando los sacás del medio mundo y los dejás en el balde del muelle de La Lucila. Esa vez pensé eso: dios (así, con minúscula, entiendan que estaba enojado) salió a pescar gente con el mediomundo. También escribí un post, esa vez.  Relojear la muerte con alivio y con culpa. Contar que odiar la enfermedad es estar enfermo.
Contar. Contar que a veces pienso mucho en la locura.

Volver. Volver, una vez más, por las vías que te dejan en la estación de Dolores. Ahí siempre es madrugada y huele a pasto y a bosta y a salud. Salud. Saludar a las señoras que riegan los rosales atrás de las rejas y a los maridos que les llevan un amargo antes de subirse a la motito para ir a trabajar. Hacer -con el bolso al hombro, caminando-  el camino hasta la 63.
Volver. Volver a dedo y tener metas ambiciosas: llegar a Lezama, a Lavalle. Y volver a comer tortitas negras.

Tener. Tener sueños pretenciosos. Irrealizables. Doblar en Conesa y oler el aire salado del mar. (Hagan la prueba: cuando estén llegando a Conesa bajen todas las ventanillas, pongan el guiño a la izquierda, hagan la rotonda y respiren hondo).  Llegar a la rotonda de San Clemente y prometerse que la próxima vez que pases por ahí, cuando vuelvas, no vas a empañar los vidrios.
Tener. Tener olas, pinos, médanos, paredones para pintar, veredas que dan al sol, tamariscos. Tener frío y dos horizontes. Y un pasaje de ida para acá.

Soñar. Soñar con vivir otra vida mientras vivís dos décadas. Imaginar la película más neurótica del mundo y hacer el casting para protagonizarla. Rebelarse.  Enfermarse. Curarse. Enamorarse. Buscar una casa azul, un jardín. Soñar con la huerta en el fondo. Salir a la vereda, ver pasar a un pibe con un bolso en la espalda, darle un mate a ella que está regando los rosales. Subirme a la motito, ir a trabajar. Y después al club a tomar un fernét, jugar al chinchón, rosquear la lista.
Soñar que se puede soñar.

Saber. Saber, porque lo estudiaste en el Manual del Alumno Bonaerense, que la provincia entera tiene una pendiente hacia el sudeste. Y que el régimen de aguas nace en Las Encadenadas y más o menos va siguiendo el camino del Salado hasta desembocar en Samborombom. Y también sabemos, todos sabemos, que ahí nomás, después de los cangrejales y de la ría y de los desaparecidos, empieza el mar.
Saber. Saber que cada vez que lloro acá mis lágrimas vuelven, despacito, a donde me llené de sal.

Cantar. Cantar y vivir por todo esto.