22 julio 2008

Se supo: quiénes bancan hoy a Moreno

Cuando Clarín dice esto es su página 3.

Cuando en La Nación, en página 5 hay una foto gigante de Guillermo debajo de éste título.

Cuando El Cronista titula en tapa "Se resiste Kirchner a echarlo a Moreno como pide la oposición".

Cuando Crítica le dedica una página entera, la 6, a hablar de la "patoteada" de Moreno en el INDEK. Y cuando su noticia de tapa de "Último Momento" es ésta.

Cuando Carrió "exige", en La Nación, en Clarín, en Ámbito Financiero, "que echen a Moreno del Gobierno". Cuando lo mismo hace Katz, Gioja, Tenenbaum, Mirtha Legrand y mi vecina de arriba, la que tiene soja en el balcón y por eso estaba en contra de las retenciones móviles.

Cuando pasa todo eso, es más que obvio que el verdadero traidor al oficialismo es Guillermo Moreno. Y ya no sólo por su pésima labor como funcionario. Si no también porque resulta obvio que cerró con todos los arriba mencionados para que salgan a pedir su cabeza así el Gobierno se ve tristemente obligado a mantenerlo en su cargo. Aunque sea, por un par de días más.

20 julio 2008

Feliz Día del amigo

Siempre tuvimos una mala relación. No: me corrijo. Siempre tuve una mala relación con vos.

Empecé usándote, allá por los ocho años. Ir a catecismo era zafar de la hora de coro en la escuela. Ir a una de tus unidades básicas era poder armar una canchita de fútbol en el campito de atrás de la iglesia (sí, esto ya se los conté a mis amigos del blog).

En la adolescencia me ideologicé y empecé a tirarte piedras. Ahí me hice clasista y me soliviantaba al ver como tu clientela de los domingos eran los garcas de mi pueblo: el prestamista usurero, las señoras de beneficiencia que se asqueaban con los pobres que decían “ayudar con la caridad”, el comisario que traía la droga que enfermaba a los pibes del barrio. Debo decirte que tu Secretario General de esa Básica mucho no ayudaba: nadaba cómodo entre esos tiburones.

Ése mismo señor fue el que un día, allá por mis 15 septiembres, me invitó a tomar mate a la parroquia para “encauzarme”. Vamos, el tipo estaba laburando y no podía permitirse que en un pueblito de morondanga el presidente del Centro de estudiantes del secundario le minara las bases. Fue mi primera negociación con los poderes de verdad y terminó mal. Reconozco que la remó, y que más de una vez, a lo largo de la discusión, estuve a punto de flaquear. Discutíamos tu existencia y sus argumentos eran mucho más elaborados y poderosos que los míos, pero lo mío era convicción. Y a la convicción no hay argumentos que le puedan ganar. Así que, cuando después de tres pavas de amargos la cosa no avanzaba, decidí jugar una carta desesperada: “Mire Padre. En definitiva, si Dios existe o no existe, me tiene sin cuidado” (creo que en verdad dije: me importa un carajo, pero ahora dudo de haber insultado ahí, pues siempre respeté las instituciones). Ahí el delegado terrenal perdió toda su compostura jesuita. Podía, y bien que podía, argumentar tu existencia, pero no estaba preparado para escuchar que a mí me importaba un bledo su jefe. Sus ojos se inyectaron de sangre, se paró de golpe de esa silla de madera con respaldo de cuero y me echó para siempre. (Creo que esto también ya lo conté alguna vez en el blog, pero sabrán perdonarme. Me voy quedando sin historias o, sencillamente, voy encontrando las historias a las que vuelvo siempre, las importantes).

Los años fueron pasando y comencé a alternar entre al ateísmo y el agnosticismo. Conocí curas que laburaban en las villas de Capital y del Gran Buenos Aires, me hice amigo de un par de ellos. También conocí algunos que ente las sotanas habían portado la metra en los 70 y escuché que esa metra había sido su cruz evangelizadora. Lo decían con ojos tristes, no sé si por la derrota o por el sacrilegio. (no, no son ojos tristes. Son miradas duras, insondables, ojos de quienes vieron mucho: el cielo y el infierno es mucho para una sola mirada).

Años después encontré otro hobby, que aún mantengo: recorrer bares antiguos e iglesias. A las iglesias entro solo, cuando no hay misa, cuando los únicos que están son los linyeras durmiendo en los bancos con sus bolsas de Carrefour agarradas cerca del pecho y señoras viejas prendiendo velas. Andá sabiendo que no rezo cuando entro a las iglesias, pero que casi siempre termino llorando un llanto profundo, esos silenciosos y liberadores. Yo sé que acá te estás poniendo contento, pero no te apresures: una vez por semana, a veces dos, te engaño con mi analista.

También es justo, en tren de confesiones, que te diga que hubo una vez que sentí tu presencia. Mi mujer estaba en pleno trabajo de parto y cuando la partera dijo “ahí viene, está coronando” yo largué la mano de mi compañera y, vulnerando la ley –una vez más-, salí disparado para donde no debía estar: parado atrás del obstetra. Cuando vi salir la cabecita de la que era mi hija, que venía, sentí tu mano en mi hombro.

Es una obviedad. Cuando se es padre ya no se es tan machito apóstata. Digamos que a partir de ese día comencé a querer creer y a admirar (y por qué no, sentir un poco de envidia) a los que tienen una fe –en vos- que les sale de su corazón.

En eso ando hace años, tratando de creer en algo. Por estos días, días grises, cuando falta tanto para la primavera (también es bueno que lo sepas: amo la primavera y detesto el invierno tanto como amo la vida y detesto la muerte), me vendría muy bien un poco de fe en el corazón. Un poco de esperanza, ahora que me tocó el tiempo de esperar.

Pero después de todo lo que acabo de contarte, admito que es bastante justo que no me des bola. Como diría el Indio: “Dios no está en las pequeñas cosas hoy”. De hecho entiendo que te portes así conmigo: se supone que sos justo, o justa. Y después de cómo ha sido nuestra relación en lo que llevo de vida, es bastante justo que me mandes a la cola a esperar. Si fuera por eso, anda sabiendo que conmigo te estás anotando un poroto a favor con el tema de la justicia.

Bueno, la hago corta, supongo que tenés cosas más importantes que andar leyendo blogs. Feliz día del amigo desconocido.

19 julio 2008

La Cletomanía llegó para irse

Dice Chelus, en un comentario dejado anoche en el post anterior, hablando de Cobos:

“¿Cuánto dura la tristeza por afrontar el peor día de tu vida? ¿Tres? ¿Cuatro? ¿Cinco días? Sí, puede ser. Cinco horas le duró al hijo de mil putas este, traidor de cuarta, hipócrita. Al rato ya se paseaba de pueblo en pueblo, buscando su 17 de Julio, y más tarde salía al balcón agitando la celeste y blanca como si hubiéramos ganado el mundial, no pudiendo ocultar su alegría. Recién vi por la tele que al mediodía lo cruzaron con De Angeli, que le agradecía su actitud de pacificar el país. "No se escucha bien", decía haciéndose el boludo. Me hace acordar al final de "La Patagonia Rebelde", cuando al Teniente Zabala los estancieros le cantan "Porque es un buen compañero" en inglés, y al tipo le cae la ficha.

Pero a este no le va a caer la ficha, por boludo que no se da cuenta, porque le chupa un huevo, por oportunista que se aviva que la jugada le salió bien, o porque ya estaba todo arreglado con los ruralistas y el tren fantasma. Encima sin huevos para decir "Voto por la negativa"; no, el pusilánime dice "mi voto no es positivo", terrible fallido. No se puede creer, él mismo propuso que se tratara el tema en el Congreso, y ahí consumó el hecho. Si el tratamiento parlamentario en sí era la solución, lo que pedía el campo, para lo que juntaban firmas, y se hizo a pedido de él, ¡a aceptar el resultado, viejo! No había necesidad de votar en contra”.

Aquí, en esta catarsis del compañero, está para mí la crítica más de fondo al accionar de Cobos. Porque ya habíamos planteado que, en su discurso de la madrugada, había mostrado en carne viva su humanidad, sus tensiones internas, su cagazo. Luego había expresado su “mi voto no es positivo”. Hasta ahí, todo bien. Te puteamos pero te bancamos, Cleto.

Pero a partir de ahí, todo mal. El jueves por la mañana, exultante en la puerta de su casa de Ezeiza atendiendo a los movileros. El viaje en auto a Mendoza, parando en la ruta para que lo feliciten. La llegada a su provincia, cual héroe nacional. Las interminables apariciones periodísticas de ayer viernes en cuanto canal y radio existen en nuestro país. Cobos salió a capitalizar política y personalmente su accionar sin aguardar ni 24 horas y eso se da de bruces con su discurso “justificatorio” del Senado.

Un paréntesis. No me gusta hablar de traición: por un lado porque es un concepto que necesariamente puede ser aplicado sólo a quien concibe la lealtad como un valor. Por otra parte, creo que era JP Feinmann -insisto, creo- a quien le escuché alguna vez decir que los grandes cambios de la historia son hijos de la traición. San Martín desconoce la orden de que vuelva a Buenos Aires, Belgrano se caga en todos e iza la bandera y así. El que traiciona rompe con lo establecido, cambia, mueve, modifica. Por eso los peronistas son –somos- tan afectos a mentar eso de la lealtad: somos traidores en potencia permanente. A veces esas traiciones son reformistas o revolucionarias, a veces lo son para detener un proceso de cambio y volver para atrás. Sí, reaccionarias. Pero nunca somos conservadores. Esos sí no traicionan nunca a nadie: los conservadores. Con esto quiero justificar el por qué a la “traición” no necesariamente debemos verla como un acto de valor negativo. Lo será o no según el contexto y según el cuerpo ideológico con que hagamos lectura de ella.

Vuelvo al Cleto: antes de salir a “medir” en la opinión pública, si efectivamente su intención no era esmerilar y desgastar al gobierno del cual forma parte, debiera haber guardado un prudente silencio hasta sentarse con la Presidenta y definir cómo recomponer la relación. Esta sobrexposición mediática de Cobos, además de obscena, es pasto para las llamas de los gurkas que en el oficialismo dicen: “ves, está en la conspiración”. Y eso no es bueno ni para el gobierno ni para Cobos.

Todo esto le decía ayer por teléfono a un buen amigo, mendocino y cobista, quien también me manifestaba su preocupación por la actitud de su dirigente.

No hay peor indigestión que la producida por comerte todos los micrófonos, Cleto.

17 julio 2008

Como Cleto: con el corazón y el cerebro divididos

Sigo con las ideas sueltas. Ahora voy a mezclar sensaciones, emociones e ideas. Algunas desde el rol de militante, otras desde el rol de analista comprometido con un proyecto (Aclaro: sí, estoy comprometido con el proyecto del gobierno mucho más que ayer. Soy de Racing. ¿Estamos mal? Más cantamos)

1/Siento una gran bronca conmigo mismo. Y un cacho grande de vergüenza también. Por lo que no hice, no pude hacer o no quise. Por no jugarme antes. Y, sobre todo, porque de vez en cuando me pongo “progresista”, esto es, la miro de afuera. Me pongo crítico públicamente, es decir, acá. (No tengan dudas que sería igual o más crítico aún si tuviera un ámbito de militancia orgánica, pero no lo tengo y catalizo en el blog). Y entonces mi ranking de calentura está encabezado por mí mismo, sigo con los senadores y diputados “oficialistas” que no acompañaron y sigue por los “progresistas” siempre tan bien intencionados, puros, morales, impolutos, preciosistas. Los Lozanos, los del ARI de Tierra del Fuego, ponele. ¿Son malos? NO. Esto no se trata de bondad o maldad, de un fundamento último moral. Se trata de lucha por el poder y de definir para qué queremos ese poder. Es como cuando critican a Kirchner porque no le “creen” sus posturas con respecto a los DDHH. ¿Y a mí qué carajo me importa si lo hace por convicción o conveniencia? Lo hizo. Chau. Muchos radicales tenían convicciones más profundas con respecto a este tema que más de un PJ, pero se la comieron calladita cuando se la tuvieron que comer. (El caso de Buzzi es diferente: es, hasta tanto no decida lo contrario, un dirigente gremial y, por ende, defensor de los intereses de sus dirigidos. No tiene por qué pensar en el bien de las mayorías, sino de las mayorías de sus dirigidos).

Estoy caliente con esos que, en aras de la búsqueda de lo perfecto, se bancan sin mayores tensiones internas haber terminado junto a la SRA, Llambías, Macri, Carrió, Lopez Murphy, Menem, Bullrich. Y con estos no tengo nada de bronca. Uno tiene bronca, y decepción, de aquellos de los que espera algo bueno: los Raimundis, los Macaluses, los De Gennaros. (Ya que estamos: no tengo ni la más mínima duda que si Germán Abdala hubiera estado vivo, ayer estaba bancando en la Plaza del Congreso. El mismo grado de certeza en que si no hubiera fallecido nunca hubiéramos hecho una alianza UCR-Frepaso. Los buenos se mueren antes, la concha de la lora).

También me da bronca, y vergüenza, que, mientras Cobos votaba de acuerdo con su corazón, con sus convicciones más profundas y quedara como un paladín demócrata ante la opinión pública (esa tiranía de la post-modernidad, ese clientelismo inconcientemente comprado por las clases medias), Pichetto se incinerara de odio desde su banca ante esa misma opinión pública. Me brota algo así como esto: “Cobos sufrió en vivo su humanidad y eso genera una humana corriente de simpatía. Pichetto quemaba las naves –sus naves- delante del país”. Cobos es un buen(?) tipo. Pichetto , ayer fanático menemista, hoy fanático K, un hombre de Estado. Me da bronca tener que reconocer-me esto, también.

Listo, me saqué la leche y la amargura. Ahora es momento de corazón caliente y cerebros fríos.

2/ Mantengo lo dicho esta mañana. Espero que a Cobos no lo quieran sacar a rebencazos los dirigentes, aunque muchos de la bases sí. Y no por reconocer en Cobos todas las pelotudeces elogiosas que ahora inundan las radios y la TV. Por otra cosa: porque en este momento es lo que más nos conviene para ganar un poco de aire, levantarse de la lona, apoyarse contra las cuerdas y recuperar aire. O sea: no lo digo por moral, sino por interés.

3/ Hoy hablé, personalmente, por teléfono o por los blogs, con un montón de compañeros. Llamé y me llamaron. Tengo la sensación que, los que estamos afuera de los ámbitos decisorios -en la coyuntura- tenemos una inmensa necesidad de amucharnos, de estar juntos, de apoyarnos, de contenernos, de darnos fuerzas y compartir pesares. Somos compañeros. Eso, no otra cosa, es ser compañeros. Desde aquí mi grano de arena con todos los que se sientan así.

4/ Así como nosotros tenemos que amucharnos, el Gobierno y el oficialismo deben abrirse. Si algo queda claro es el fracaso de la mesa chica, del encierro cupular, de Puerto Madero. Ojalá lo entiendan. Por su bien, claro, pero sobre todo por el del país.

5/ Acá la bomba analítica. Casi que me da miedo escribirlo, pero bue.

No descarto que Cristina patee el tablero. Si fuera a asumir una postura “racional” no hubieran tardado tantas horas en aparecer y decir lo que casi todos (en la opinión pública, claro) están esperando que diga: “aceptamos lo de Julio, por eso somos plurales, etc. etc.”. Están tardando demasiado. Y eso me preocupa y me inquieta. Algo están tramando y temo que sea jugarse el todo por el todo: renunciar, generar un conflicto institucional de proporciones muchísimo más elevado que el actual y obligar, producto de la crisis, a llamar a una nueva elección. Y que sea lo que el voto popular, y no las encuestas y los medios, decidan. Eso también sería democrático, ¿no?

Ya sé, es una locura. Pero si algo me queda claro es que los argentinos somos bien locos.

16 julio 2008

Y bue, en el fondo soy una bestia bruta nomás

No jodamos, digámoslo de una vez: a uno le gusta mirarse siempre en los espejos que te hacen más lindo. Aceptando desde el vamos que –por una cuestión cultural y etaria (tomá, dije etaria) para la onda metrosexual ya estoy medio jovato o demasiado joven y que era demasiado niño como para aprovecharme de aquella estrategia setentista de andar seduciendo compañeras con un tomo de El Capital bajo el brazo al entrar a La Paz. Entonces digamos, ya que no queda otra, que uno es un ochentista. (Seguir leyendo en Artepolitica)

14 julio 2008

Poniéndome crítico con Kirchner

Según cuenta Horacio Verbitsky en una nota de hoy publicada en Página/12 “Kirchner dijo que lo que más lo alentaba era ver cómo la política volvía a los jóvenes. Se terminó la generación del miedo y la del discurso único neoliberal. Pero el trasvasamiento generacional fue una de las grandes mentiras que se usaron para encorsetar a una generación, por decirlo en forma suave, nos engañaron con esa palabra. Es importante que los jóvenes participen, que no esperen que los llamen, que discutan todo y que disputen. No es cuestión de edad sino de neuronas. Sean implacables con nuestras claudicaciones, que nadie los va a cercenar por ello. En la mesa de la discusión del poder no se pierde pureza. Por no entenderlo, le regalamos el poder a los sinvergüenzas”. Fue en la reunión que mantuvo con los miembros del Espacio Carta Abierta.

Algo bastante parecido había dicho Néstor el viernes, en un encuentro que el ex presidente mantuviera con dirigentes del radicalismo K, partidos de centroizquierda y movimientos sociales. Ahí lo escuché en vivo y en directo y, debo confesarlo, no me gustó. El eje del conflicto estuvo puesto en “el clima destituyente”, el “intento de golpe del fin de semana largo” y cosas por el estilo.

No estoy de acuerdo. Para mí, y diciéndolo cortito y al paso, el eje más profundo del actual conflicto es la lucha por la intervención o no del Estado en la economía nacional. En la posibilidad o no de que la política y los políticos puedan pulsear con el mercado, con la renta y sus “propietarios”. ¿Qué duda cabe que hay sectores sociales y políticos que verían con agrado una interrupción del orden institucional? Ninguna, pero son sectores ínfimos y minúsculos. No son así de minúsculos aquellos sectores que, con buenas artes, sencillamente quieren frenar el actual proceso político nacional. O lo que es lo mismo: ganar la batalla política, desgastar al gobierno y, luego, el año que viene, ganarle las elecciones. Y es natural que deseen eso. Si fuera opositor, haría eso. De hecho, siempre fui opositor y siempre hice eso: criticar, desgastar, persuadir, convencer, argumentar, contra las medidas que implementaban los oficialismos de turno. Y nunca me consideré un golpista. Así que en esa no me engancho, salvo que alguien sea capaz de demostrarme algún argumento de mayor peso que un discurso.

Ahora se preguntarán el por qué de la cita del comienzo del post. Bien, Mendieta hace rato que pasó el Sub-30 y está lejos de considerarse parte de la “juventud”. De hecho, ya se sentía incómodo como militante juvenil allá por los 25. Sin embargo, eso no quita que me aproveche de esa frase del Néstor para plantear fuertemente mis diferencias con el discurso oficialista de estos días. (Paréntesis: un amigo me planteó hoy que lo notaba a Néstor “mesiánico”. Aprovecho este medio para decirle que se equivoca. El par de años en que milité en el ARI me dan un master en mesianismo y puedo asegurar que Néstor podrá estar equivocado, pero está muy lejos de “mesianizarse”).

Y con la misma convicción con que escribo estas líneas críticas, manifiesto redondamente que mañana seré uno más entre los miles que estaremos en el Congreso. Porque es en las malas cuando hay que tener espíritu crítico y solidaridad militante. Así que ahí andaré, más que apoyando a una persona, poniendo un granito de arena a un movimiento que, como siempre, es más importante que los hombres.

Volvemos a apostar. Que somos optimistas de la voluntad, que tanto.

05 julio 2008

¿Y ahora qué hacemos?

Antes de la resaca, después de otear los a los poetas decadentes, antes de los editoriales de mañana, antes de que anochezca del todo. Vamos a insistir con lo que más nos gusta: ponernos el traje de otro y pensar qué cosas haríamos si fuéramos ellos. Ahí va:

Si fuera Cristina:

- Mañana mismo invitaría a la Federación Agraria y a Coninagro para preguntarles qué carajo quieren de verdad ahora que se va a debatir en el Senado. Les diría: ya tenemos los votos, pero queremos que ustedes firmen el Pacto del Bicentenario. Entiendo que su pedido de un corte en las 3000 toneladas era para cerrar el frente interno con las otras entidades, pero eso ya es pasado. ¿Cómo cerramos?

- Le pediría a Zamora (el goberna de Santiago del Estero), al Japonés García y a Posse que me armen una reunión con los radicales K. Cuando ya estén todos reunidos les diría que valoramos mucho su aporte al gobierno y que sigan teniendo al Cleto Cobos como su referente.

- Le daría la personería a la CTA y apoyaría la reelección de Moyano en la CGT.

- Invitaría al SI de Macaluse y Raimundi a almorzar. Los escucharía con atención que planteen una agenda parlamentaria. No les pediría nada. Menos que menos que se hagan oficialistas.

- Anunciaría, el 9 de Julio, varias medidas que con el Escriba venimos pidiendo hace rato: un Plan Alimentario, aumento o movilidad de las jubilaciones, baja del IVA en alimentos de primera necesidad, aumento en los planes sociales y las asignaciones familiares. Es el momento de la transferencia directa de ingresos. Ahora.

Si fuera Mauricio:

- Volvería de China para asumir como Jefe de Gobierno.

- Trataría de hacer algo. Algo. Tenemos el riesgo de que se termine el quilombo del campo y los porteños se den cuenta que, hasta ahora, no hicimos un catzo. Y que lo que hicimos lo hicimos mal.

Si fuera Lilita:

- Me encerraría a rezar, esperando que la luz no me abandone. La luz de las cámaras, digo.

- Trataría muy bien a mi jefe de prensa. Más que nunca, dependo de él.

Ya sé. No es equilibrado. Tenemos muchas más ideas para Cristina que para los otros. Bueno, es que Cristina nos paga para pensar y los otros no.

Ah: para los que andaban preocupados por mi estado de ánimo. Ya pasó. Era moquillo, pero zafé. Guau!

04 julio 2008

Julio Cobos: como el escorpión

Julio César Cobos, vicepresidente de la Nación, tuvo su inédito momento de protagonismo a lo largo del conflicto político que atraviesa nuestro país desde hace meses.

Ese protagonismo lo logró por mérito propio. Supo, en el momento adecuado, acertar con su propuesta –recuerden la Carta Abierta- de que la archicitada Resolución 125 sea girada para su tratamiento en el Congreso Nacional. A los efectos prácticos, poco importa si esa movida estaba acordada con la Presidenta, con Kirchner, con Mongo Aurelio o se cortó solo. Lo hizo y acertó.

Tuvo allí una especie de 15 minutos de fama. Apareció en todos los canales de TV, lo citaron todos los editorialistas de los diarios y recogió elogios a diestra y siniestra.

Aunque la primavera duró poco, merece resaltarse su firme actitud de mantener en pie la reunión a la que había convocado -en el Senado- a los gobernadores de las provincias. Quedó patente en pocas horas que –así como no quedaba claro si su primera movida tenía un guiño de Cristina- en ésta la habían bajado el pulgar desde la Rosada. Y a pesar de eso se la bancó. No retrocedió y recibió a Binner, Schiaretti y Rodríguez Saa. Solito. En ésta me gustó mucho más todavía: había allí un atisbo, una señal de estar frente a un dirigente político audaz y dispuesto al riesgo que conlleva plantarse.

Hasta aquí los elogios que nunca soñé iba a propinarle a Cobos. Fue lindo mientras duró. Porque ayer o anteayer, Julio Cobos sale con estas declaraciones: “Sería lamentable que el vicepresidente de la Nación, que tiene tanta representatividad como la Presidenta, tenga que pedir permiso o autorización para ejercer una función, sea protocolar, sea de opinión. Me parece que esto no les hace bien al Ejecutivo, a la institucionalidad, ni a los argentinos”. ¿Por qué, Julio? ¿Qué necesidad de victimizarse ante la opinión pública con esta frase? ¿Por qué elegir el lugar del pobrecito, encima de manera esquiva, con la utilización del condicional? ¿Por qué tirarle a la oposición a tu gobierno tamaño centro? Si venías bien, jugando fuerte, apostando, haciendo política en vez de comentándola.

No hay caso. Los radicales tienen una compulsión a mostrarse débiles y víctimas y casi siempre son exitosos con esos modos: terminan siéndolo. Eso sí, después no lloren.

01 julio 2008

Confieso que estoy perdido


Hay un proverbio chino que dice algo así: “Cuídate de lo que deseas, puede hacerse realidad”. Mi amigo el Negro lo cita a menudo, y como él cita a menudo a Borges, debe andar en algún cuento de Jorge Luis. Pero la verdad que no lo sé. Ni me importa. Nunca me importó demasiado quién decía qué. Y siempre me importó demasiado qué decía quién.

La cuestión es que últimamente leo seis o siete diarios por día, todas las revistas “políticas de actualidad”, recibo cables de tres agencias de noticias, me llegan desgrabaciones de dos empresas, entro quichicientas veces diarias a los portales de noticias, laburo en un lugar donde hay cinco televisores prendidos (por suerte en uno está ESPN con Wimbledon), a cada rato chequeo las alertas de google, navego por los diarios del interior. A la noche, cuando llego a casa, hago un zapping desenfrenado por el cable yendo de un canal de noticias al otro. Ah, me olvidaba: escucho mucho AM. Y ya que estamos lo confieso: duermo con la radio prendida, bajito, debajo de la almohada.

Para colmo sigo leyendo cotidianamente una veintena de blogs.

Digamos, por decir, que he vuelto –desde hace poco- a hacer algo que siempre me gustó y que hace un par de años que no hacía: laburar de esto.

Pero, siempre hay un pero. No me da el bocho para escribir un puto post que tenga algún sentido y que merezca ser leído acá. Mucho menos en Artepolítica. Todo lo que se me ocurre ya lo leí, ya lo escuché, ya lo vi.

Vayan sabiéndolo: estar sobreinformado es mucho peor que andar desinformado.

Apaguen todo. Salgan a caminar. Piensen. Sientan. Hagan.

Sabrán disculpar. Ya volveremos.