25 abril 2013

Lo de los diputados es un robo

Lo de los diputados opositores, digo. Porque lo que están denunciando no puede sostenerlo seriamente nadie que tenga un mínimo de experiencia parlamentaria.

Repasemos las "denuncias":
1. "El oficialismo dijo textualmente que iba a violar el reglamento porque quería votar todos los artículos en una sola votación y eso no se puede"

Es así?
No. Sí se puede. Tal como lo indica el Reglamento en su

Artículo 192
Toda votación se limitará a un solo y determinado artículo, salvo que la Comisión de Labor Parlamentaria o el cuerpo acordaran hacerlo capítulo por capítulo o título por título.

2) La diputada Comelli (o como corno se llame) se había abstenido y luego cambió el voto a sí.
Bueno. Repasemos esto: en las votaciones tenés que votar afirmativa o negativamente. Sólo podés bastenerte si el cuerpo te habilita antes. 
 
Artículo 193
Toda votación se reducirá a la afirmativa o negativa, precisamente en los términos en que está escrito el artículo, proposición o período que se vote.


Artículo 197
Ningún diputado podrá dejar de votar sin permiso de la Cámara, ni protestar contra una resolución de ella; pero tendrá derecho a pedir la consignación de su voto en el acta y en el Diario de Sesiones.

16 abril 2013

Nosotros somos esto

¿Es verdad? No sabemos. Pero perfectamente podría serlo. ¿Podemos esperar a que se investigue para decir algo? ¿Mientras tanto qué hacemos? No. No podemos. Porque si esperamos perdemos ¿Qué perdemos? Perdemos autoridad. Autoridad para opinar, autoridad para convencer, autoridad frente a nosotros mismos. 

Entonces juguemos a que todo es verdad. Banquemos la parada.
Y digamos:

No es lo mismo. No es lo mismo un hecho de corrupción realizado bajo el amparo de un gobierno liberal o conservador que de uno popular. Por supuesto que no nos referimos a una valoración moral de los supuestos delincuentes, si no al impacto que el mismo tiene sobre la sociedad.
Y no es lo mismo porque no se espera -no esperamos- lo mismo de un gobierno cuyo norte y máximo valor es la generación de ganancias, el lucro, la glorificación del éxito personal a costa de otros; que de otro que asienta su sentido de existencia en el crecimiento para la inclusión, la defensa de los más humildes, la búsqueda de una sociedad más justa. 

Como en términos individuales, uno no es lo que es sino esa rara mezcla entre lo que uno desea ser y lo que los demás piensan que sos. La conformación de una identidad -personal, colectiva, política- nunca es enteramente autónoma: no somos libres para ser. Somos con otros. 

Y en este sentido, poco importa si los hechos denunciados por Lanata son verdaderos o falsos. Eso importa, claro que importa, para el Poder Judicial y para una cosa que gustamos en llamar, a falta de un nombre mejor, justicia. Porque así como para evaluar las acciones políticas de un gobierno no debemos mensurar la categoría moral de sus ejecutores (si la medida "es buena", con el relativismo ideológico que tal condición tiene, "es buena" más allá de que quien la tome sea "malo"), sí resulta absolutamente cierto que un hecho delictual hecho a la sombra de los gobernantes tiene un impacto político y moral. Y lo que a mí me preocupa es el impacto político y moral que tiene sobre los seguidores de este gobierno. 

Porque acá hay que sacarse algunas caretas. Y que se indignen por un choreo los tipos que moralmente consideran que vale todo con tal de "triunfar en la vida", francamente me importa poco y nada. Acá no hay ni un atisbo de consenso con tipos que se indignan con esto al amparo de la envidia, que bien les gustaría a ellos "fugar" un par de palos de euros.

 Pero que se queden absortos y descreídos y desamparados y titubeantes las millones de personas y los miles de militantes políticos que sí acompañan a este gobierno, sí me importa. Y mucho. Porque soy uno de ellos. 

Vamos, digamosló con todas las letras: ¿qué carajo tiene que ver con nosotros un tipo como Fariña? ¿Cuál es la unión que nos une a personajes de la ostentación, del lujo vulgar, de esa estética tan noventista? Nada. Absolutamente nada. No los merecemos. Nosotros no somos eso ni lo queremos ser. Nosotros somos lo que somos con los pobres, con los desempleados, con los que sufren, con los que se rompen el culo entrando a una fábrica a las 5 de la mañana, con las madres que dejan a sus hijos solos para ir a laburar. Eso somos. 

Somos los que queremos dar la batalla para desmantelar el macabro mecanismo de que la plata ganada con sudor argentino se la lleven -muchos, muchos- a los paraísos fiscales. Porque el desafío para seguir creciendo es conseguir que la inviertan en producir. Y en la pelea especulación versus producción el rol del Estado es central. Y para eso el Estado debe tener poder. Poder que se diluye si queda en medio de actos así. 

Las paradojas. Las paradojas donde los denunciantes y los denunciados tienen mucho más en común que lo que los diferencia. Bolivia y Versacce. Ferraris y Audis. Puertomaderismo y Estragamous. 

En cambio, de este lado, acá donde bancamos a este gobierno precisamente por las cosas que esa clase de gente detesta, tenemos el derecho y la obligación de no hacernos los boludos. Y de exigir respuestas. Y pedimos respuestas políticas además de las judiciales. Y las pedimos porque no vamos a permitir que negreen nuestros sueños. Nuestros ideales. Y vamos a defender lo hecho y, sobre todo, lo que falta -lo muchísimo que falta- por hacer. 

Y no vamos a dejar que unos tilingos nos lleven puestos. Porque somos esto y estamos acá para siempre.  

15 abril 2013

Arriba del tatuaje, esta pechera


La acción política es cuantitativa
En la organización política también hay que pensar en la construcción.
Hay que construir el andamiaje orgánico y rellenarlo bien, sin mirar mucho.
¿Por qué? Porque la acción política es cuantitativa.

La acción de gobierno es cualitativa
Si pensamos en el gobierno, allí sí que hay que pensar de otra manera,
porque la acción del gobierno es cualitativa. De manera que, al compulsar
todos los elementos de la conducción, nosotros debemos tener, como punto
de partida, que la perfección se alcanza en lo orgánico.
Hay que trabajar de la periferia hacia dentro. Alcanzada la perfección orgánica se puede alcanzar la perfección humana.

Perón, Conducción Política.

Me voy a tatuar esto en la Bond Street



LA BUROCRACIA
Max Weber, Ensayos de Sociología contemporánea.

1. Características de la burocracia moderna:
I. Existe el principio de zonas jurisdiccionales fijas y oficiales, generalmente organizadas por regulaciones administrativas (normas).
1. Las actividades requeridas para los fines de la estructura burocráticamente gobernada se distribuyen como deberes oficiales.
2. La autoridad que da las órdenes está distribuida de forma estable y se halla estrictamente delimitada por normas que pueden ponerse a disposición de los funcionarios.
3. Se adoptan medidas metódicas para asegurar el cumplimiento regular y continuo de deberes y para la ejecución de los correspondientes derechos; sólo se emplean personas que posean las calificaciones generalmente reguladas para servir.
En el gobierno público y legal, estos tres elementos constituyen la "auto­ridad burocrática". En el dominio económico privado, constituyen la "admi­nistración" burocrática. La burocracia sólo se halla plenamen­te desarrollada en comunidades políticas y eclesiásticas dentro del Estado mo­derno, y, en la economía privada, sólo en las instituciones más avanzadas del capitalismo.
II. Los principios de jerarquía de cargos y de niveles de autoridad graduada suponen un sistema de sobre y subordinación firmemente organizado, en el cual existe una supervisión de los funcionarios inferiores por los superiores. Este sistema ofrece a los gobernados la posibilidad de apelar la decisión de un departamento inferior a su autoridad superior. Con el pleno desarrollo del tipo burocrático, la jerarquía de cargos se organiza monocráticamente. El principio de autoridad jerárquica de cargo se encuentra en todas las estructuras burocráticas: en las estructuras estatales y eclesiásticas, así como en grandes organizaciones de partido y en empresas privadas. Para el carácter de la burocracia es irrelevante que su autoridad sea considerada "privada" o "pública".
Cuando se pone en práctica el principio de "competencia" jurisdiccional, la subordinación jerárquica ‑al menos en los cargos públicos‑ no significa que la autoridad "superior" simplemente se halle autorizada a hacerse cargo de los asuntos de la "inferior". En realidad, lo contrario es la norma. Una vez establecido y habiendo cumplido su misión, un cargo tiende a seguir existiendo y a ser ocupado por otro titular.
III. La administración del cargo moderno se basa en documentos escritos ("los archivos"). Por tanto, existe un personal de funcionarios subalternos y escribas de todo tipo. El conjunto de funcionarios dedicados a un cargo "público", junto con los instrumentos materiales y los archivos constituyen un "negociado". En la empresa privada, "el negociado" a menudo se denomina "la oficina".
Los fondos y equipos públicos se hallan separados de la propiedad privada del funcionario. La oficina del ejecutivo está separada del hogar, la correspondencia de negocios de la privada y los fondos del negocio de las fortunas privadas.
IV. La administración de un cargo presupone una preparación profunda y experta. Esto se aplica cada vez más al ejecutivo moderno y al empleado de las empresas privadas, del mismo modo como se aplica al funcionario público.
V. Cuando el cargo se halla en pleno desarrollo, la actividad del funcionario requiere toda su capacidad de trabajo.
VI. La administración del cargo sigue normas que pueden aprenderse. El conocimiento de éstas representa un saber técnico especial que posee el funcionario.

2. La posición del funcionario.
Todo ello tiene las siguientes consecuencias para la posición interna y externa del funcionario:
I. La ocupación de un cargo es una "vocación". Ello es evidente en la exigencia de un curso de preparación firmemente prescrito, el cual exige la plena capacidad de trabajo durante un largo período de tiempo, y en los exámenes generalmente prescritos y especiales que constituyen un prerrequisito para el empleo. Además, la posición del funcionario posee naturaleza de deber. El acceso a un cargo, incluidos los de la economía privada, se considera como la aceptación de una obligación específica de administración fiel a cambio de una existencia segura. Es decisivo para la naturaleza específica de la moderna lealtad a un cargo el hecho de que éste no establece una relación con una persona, como la fe del vasallo o el discípulo en las relaciones de autoridad feudal o patrimonial. La lealtad moderna se entrega a finalidades impersonales y funcionales.
El funcionario político no es considerado el servidor personal de un gobernante.


Ay, me duele un cachito la aguja. 

09 abril 2013

La indignación general

Al principio fue la vagancia. La vagancia de hacer programas de radio amparados en la utilización exclusiva de los mensajes de los oyentes. Hubo un día en que un productor dijo: "tengo una idea!" y ahí se hizo la luz. La idea era esa: baratita, fácil, hija de la tecnología: los contestadores telefónicos. El que puteaba un poco era el editor, que cortaba las cintas de los casetes y los pegaba para "armar el segmento de los mensajes".

Ahí estaba el huevo de la serpiente: "Nadie hace nada", decían y protestaban en la radio Gustavo de Villa Madero, Nancy de Mar del Plata, Cacho de Caballito. Y como nos debemos al público, rápidamente la consigna fue adoptada por, ejem, los comunicadores sociales, que -como todos sabemos- son la cadena de mediación imprescindible entre lo que quiere "la gente" y "los malos". Así que el "nadie hace nada" empezó a escucharse ahora en boca de los Nelsones, los Luises y los Alfredosleucos.

Encima, para colmo, el "nadie hace nada" sirve para todo. Si pierde la selección contra Camboya, si choca el premetro, si cae granizo en Palermo. Para todo.

Me cansé de escuchar ese lamento justificador.
Porque la verdad es que el problema, en todo caso, es el inverso. El drama es que la gente hace cosas. Un futbolista se la come abajo del arco con el arquero tirado, un motorman se distrae y se lleva puesto un fitito en la esquina, una piedra de hielo no se rebela a la ley de la gravedad y cae. Hasta los gobernantes, incluso con lo vagos que pueden ser, hacen cosas. Dejar todo como está, por ejemplo, y paradojalmente, es hacer algo.

La solución, amigos, es exactamente la contraria ¿De verdad estamos cansados del "estado de las cosas"? ¿Es tan así? ¿Posta?
Bueno. La solución, muchachada loca, es esta:

Frente y dorso. En breve a la venta.
Para los que se bancan, de verdad, poner en discusión el sistema.
O callensé y dejen de esgunfiar.

08 abril 2013

Editorial

De cuando uno no escribe, pero la música se filtra y dice lo que hay que decir.



O sea. Queda claro, no?
Ahora sí. A seguir laburando, calladito y tirando para adelante, como un burro.

05 abril 2013

La objetividad y la subjetividad


Pasó la tormenta. Pasaron decenas de muertos. Otra vez: decenas de muertos. Otra: decenas de muertos. Decenas de familias destrozadas. Miles de familias que ahora sufren, mientras se escribe esto, las pérdidas. De abuelas, de hermanos, de hijos, de padres. O sufren, también sufren, la pérdida de cosas: de heladeras, de ropa, de muebles, de vidrios. Eso es objetivo.

Tan objetivo como que los estados, los distintos estados, el municipal, el provincial, el nacional, tienen -seguramente tienen- responsabilidades. Que serán de distinto grado, de distinto tenor. Pero que son. Y eso es objetivo.

Tan objetivo como no soy ingeniero hidráulico, ni rescatista, ni experto en emergencias, ni nada que me permitiera algún tipo de opinión mínimamente seria sobre esas responsabilidades y por ello me abstengo de señalar culpables. Es una sensación tan placentera señalar culpables, no? Y eso es objetivo.

Tan objetivo como que cientos y miles y miles y muchos más compatriotas están, desde que paró de llover, ejerciendo uno de los actos más nobles que el ser humano pueda ejercer: la solidaridad. Es decir: ayudar al otro. Como se pueda. Con lo que se pueda. Desde donde se pueda. Hay quienes lo hacen a través de sus confesiones religiosas, quienes lo hacen a través de organizaciones de la sociedad civil o políticas, quienes lo hacen desde el anonimato y quienes lo hacen desde la figuración. Pero lo hacen. Y eso es objetivo.

Tan objetivo como que desde ayer, en diversos medios y por diversos modos, se ha entablado una especie de campaña demonizadora contra los militantes de La Cámpora que, a todos nos consta, en algunos lados más unidos y organizados, en otros menos y despelotados, en otros junto a otras organizaciones, en otros solos como perros malos, salieron a hacer lo que cualquier militante (Repito. Cualquier militante: político, social, sindical, religioso, agnóstico o anarquista) tiene el deber de hacer: estar junto a los que necesitan ayuda. Y ese estar ahí como militante tiene tres sentidos: uno es íntimo, del orden de la ética ciudadana: ayudar al prójimo te hace bien. El segundo es de carácter personal: para el militante es constitutivo de su conformación como tal. Redundantemente  militar te hace un militante. Por último, hay un sentido que tiene -para cualquier militante (otra vez: repito, para cualquier tipo de militante)- carácter colectivo: uno es uno entre los suyos. Y de ahí la necesidad de identificarte como tal. De ponerte la pechera. La pechera te hace uno ante tus compañeros y te hace uno ante tus vecinos. Portar una pechera, sea de la cruz roja, de Caritas, del PO o de La Cámpora es un orgullo militante. Y esto es objetivo para cualquier militante que sea o haya sido tal.

Tan objetivo como que los medios, o muchos de ellos, no pueden abandonar su infinita necesidad de ignorar la responsabilidad social que como tal tienen. Ayer escuché a un fulano decir en un canal de tele, muy suelto de cuerpo, que si no fuera por los periodistas que vienen a suplir la ausencia de los políticos, las ciudades devastadas por el temporal hubieran caído en una especie de guerra civil. Ni más ni menos. Echan agua a la inundación, fuego al fuego. Son, y esto es subjetivo, unos irresponsables y canallas desalmados iniciando campañas contra aquellos que, mal que les pese, salen al barro de la realidad, lejos de los micrófonos y de los mullidos sillones de los estudios de tv y se embarran. A ver, muchachos: están para apuntar más alto que contra un militante de base. Agarratela con el gobernador, contra el jefe de Gobierno, contra el Intendente, contra la Presidenta. Agarrá e investigá. Y demostrá porque no hacen bien lo que tendrían que hacer bien.
Para investigar, entre otras cosas, sos periodista. Y esto es también subjetivo, claro.

Y es tan subjetivo como mi saludo y agradecimiento a los militantes, a todos los militantes, de todos lados, que hoy por hoy llevan el barro en sus ropas, pero no en sus corazones.