27 septiembre 2012

Comunicación gubernamental



Modos. Los diferentes modos de hacer diferentes cosas: una cadena de amor.

Me gustó

Que Cristina ayer respondiera preguntas de estudiantes.
Y más me gustó hoy, luego de leer a Pagni, que le pareció "negativo". Porque, tratándome de adaptarme a los tiempos, si a Pagni le parece mal y un error, a mí me parece bárbaro.
Y acá disiento con mi amigo Gerardo, que plantea que CFK demostró por qué no habla con periodistas argentinos.
Yo creo que tiene que empezar a dar entrevistas y reportajes. Y que les puede pasar el trapo a todos los majules que andan por ahí. Y responderle como corresponde a los periodistas que tenemos. Que son muchos. Incluso muchos son buenos periodistas.
Tendría que hacerlo a menudo esto de contestar preguntas, porque el recurso de la cadena nacional está averiado.

PD: los que se vienen locos de los "periodistas" es porque piensan que tienen el monopolio de las preguntas. Cualquiera puede preguntar.

23 septiembre 2012

Los oficios salvajes


Las cosas que de verdad importan son pocas.
Lo que de verdad importa, ahora, es la gente que trabaja de noche. Los serenos de estacionamientos. Los que llevan de un lado a otro a las bandas de cumbia y nunca se suben al escenario. Las enfermeras de guardia. El que amasa las medialunas. Los choferes de bondi.
Las cosas que importan vienen como un tiro al pecho. Y hay un momento en que la noche pierde todo encanto y los semáforos no brillan. Allí, cuando es consciencia la reserva del ejército de logística, trabajando.
Aunque el momento preciso en que oscurece es cuando los que hacen guardia de inmobiliarias los domingos nos muestran la noche que somos, en pleno día.
Mi sindicato. 

22 septiembre 2012

Ladrando Nacional

Audio de la entrevista que Mario Wainfeld realizara a Alejandro Grimson y a un servidor el pasado miércoles, por Radio Nacional.

Sigo haciendo amigos por acá y por allá. Soy un piola bárbaro.
Contrataciones para quedar desubicado a través de este blog.

20 septiembre 2012

Si pudiera leer

Escucha sus gemidos, a mitad de camino entre la llovizna de Zufriategui y la oscuridad que resplandece dentro del predio.En su letanía de incoherencias, de zapatos gastados, de carros vacíos y ausencias llenas, sólo puede pensar en que él debiera leer. Y si pudiera leerle, le leería:

La vida puede ser sentida como una nausea en el estómago; la existencia de la propia alma, como una molestia muscular. La desolación del espíritu, cuando se la siente agudamente, produce mareas, desde lejos, en el propio cuerpo, y duele por delegación. 
Soy consciente de mí en un día en que el dolor de ser consciente es, como dice el poeta, languidez, mareo y angustioso afán. 

Pero ni leerle puede. Y bebe vino del malo y pastillas de las que lo hacen artificialmente bueno. Hasta que le llega el sueño.

16 septiembre 2012

Un poco de antipopulismo por el amor de Lacló


¿Cuántas veces escribimos sobre esto? Un montón. Pero de vez en cuando hay que volver a poner las patas en la fuente.
En este blog –y en su hermano mayor, Artepolítica- hay una profunda lectura del concepto de populismo que hiciera “famoso” Ernesto Laclau. Y decimos profunda lectura por dos razones: primero porque forma parte de nuestras lecturas y reflexiones políticas desde hace por lo menos unos siete u ocho años; y segundo porque cuando decimos “populismo” no estamos queriendo decir un concepto descalificativo (tal como debés entenderlo si lo escuchás en la CNN) pero tampoco con una lectura apresurada y superficial, donde pareciera que ser “populista” es simplemente buscar el conflicto que marca un parteaguas en la sociedad.

Los populistas entendemos que sin conflicto no hay política. Y que sin política no hay democracia. Y que sin democracia no hay posibilidad efectiva de poder popular. Pero, sobre todas las cosas, los populistas saben que la primera condición de existencia es la construcción de mayorías.
Por eso, y tal como lo expresa la teoría –que, como toda teoría no es más que una conceptualización de fenómenos existentes o potencialmente existentes- el “saber populista” consiste en la articulación de demandas sociales diferentes y hasta contradictorias bajo un paraguas que las contiene y las expresa como totalidad: la mentada “cadena de significantes vacíos” viene a construir un zurcido que une lo que no está unido socialmente.
Bien. Dicho esto pasemos a la actualidad política.

Las demandas que expresan los sectores de la oposición que protagonizaron el cacerolazo de la semana pasada tienen estas características: son diversas, múltiples y –a veces- hasta contradictorias. Algunos protestan por el dólar, otros por la inseguridad, otros por “los modos”, otros porque creen ver el germen del autoritarismo en sectores del oficialismo, otros porque añoran un modelo liberal, otros por la inflación, etc ¿Qué los une? En principio, una sola cosa: su oposición al gobierno nacional y al proyecto político ideológico que este encarna. Nada más. Ni siquiera los une una pertenencia clasista. Porque, no jodamos, seamos serios entre nosotros, mi vecina que caceroleaba tiene mucho más en común socialmente conmigo que con un cacerolero de La Horqueta, en San Isidro. Y conozco gente de La Horqueta kirchnerista, por cierto. Así que, si bien podemos agruparlos a todos dentro de esa entelequia denominada “clase media”, es de una pereza importante postular que son “todos iguales”. Y nosotros no somos perezosos.

Acá también decimos que esos sectores que protestaron en la semana no tienen quién los represente políticamente y eso es un riesgo para el sistema. Porque la legitimidad del sistema democrático –donde algunos ganan elecciones y otros las pierden- está dada por aquellos que, perdiendo, reconocen su derrota y aceptan que la misma se produce en términos limpios. Si estos sectores de las cacerolas no encuentran su representación en los comicios, vacían el sistema. Lo desconocen. Lo anulan. Y no por, otra vez no seamos perezosos, por “golpistas” (que los hay, claro, como los hubo siempre).

Entonces, lo que no se entiende, es por qué desde el campo del oficialismo se hace todo lo posible por hacer el trabajo que debieran hacer los políticos opositores: unir a los que salieron a protestar. Tratarlos como un todo, no reconocer y operar sobre sus diferencias –atendiendo algunas de sus demandas e ignorando otras-, convocar a supuestas “contramarchas”, no es más que unir lo que no está unido. Y, aquí el problema, es unir en el campo contrario antes que en el propio. Y eso no es populismo. Eso es un error.  

Porque, además, hay quienes creemos que la operación "populista" no es siempre conveniente. Una cosa es en elecciones, otra sin ellas. Una cosa es en situaciones de coyuntural minoría, otra expresando mayorías. De hecho, acá sospechamos que el populismo alla Argentina es conveniente a la hora de construir poder siendo oposición, pero hay que prescribirlo con dosis homeopáticas siendo gobierno. 

El kirchnerismo, o al menos un sector importante y hasta conductor de él, parece estar preso de su propia ventaja: la inexistencia de otros actores políticos opositores consistentes y organizados. Entonces tiende a hacer el trabajo propio y el ajeno.

Lo que es por mí, que soy vago, dejaría que se arreglen solos sin ayudarlos. Ni acá ni en Miami. 

05 septiembre 2012

Estatalismo Sensible


El que ama al Estado se ama a sí mismo.
 El que ama al Estado ama a cada uno de los gusanos que componen al magnánimo Estado.
El que ama al Estado se odia a sí mismo.
 El que ama al Estado odia a cada uno de los gusanos que componen al magnánimo Estado.


"Ministerio de Desarrollo Social", de Martín Rodríguez.
Bajalo de acá.

Subía los cuatro pisos por las escaleras haciendo tintinear un anillo sobre los pasamanos que eran de bronce. Escaleras que hacen un cuadrado, donde uno de los lados es cada piso. Dejaba el escritorio y las planillas excel y mientras subía, repetía de memoria los pueblos con los peores índices combinados de mortalidad infantil y carencia de núcleos húmedos. Seco, subía, a tomar unos mates en la única oficina de ese elefante gigante en que encontraba compañeros.
Siempre a destiempo, habíamos llegado a la mística temprano, cuando ni siquiera están los ascensoristas.