20 enero 2008

Post pretencioso de Domingo: ¿Para dónde va la política argentina?


Voy a tratar de ser breve. No creo que lo logre, porque uno se acostumbra a plantearse muchas preguntas y no a encontrar las respuestas.

La pregunta es la del título: ¿para dónde va la política argentina? Pero no apunto a hechos de coyuntura y ni siquiera a prospectivas electorales mirando hacia el 2009 o el 2011.Muchísimo menos a hablar de Cristina, Lilita o Mauricio. Me refiero a algo mucho más, si se quiere, trascendente y estructural: ¿cuáles son los campos para la acción política en la Argentina del futuro cercano? Y me detengo y resalto bien adrede que nos referimos a la “acción política” concreta y no a sus análisis u opiniones.

O lo que es lo mismo: interrogarse sobre esto poniéndose en el lugar del militante, el cuadro o el dirigente –sin importar, para el caso, partido o corriente ideológica- y no en el de analista “independiente” o politólogo y muchísimo menos en el de periodista. Vamos… si ustedes quieren un análisis de la “praxis”.

Primero: asumir tal cual la existencia de la cosa. Asumir que, más allá que hemos postulado como un signo positivo del actual gobierno cierta recuperación de la esfera política en el marco de lo público, la actividad política sigue siendo mirada con desconfianza o directamente desprecio por amplísimas franjas de nuestros compatriotas.

Segundo: dar cuenta de la inexistencia de ámbitos orgánicos de participación, formación y debate. Y ésta inexistencia es tanto un efecto de lo anterior como de dirigencias que parecieran no necesitar, para su constitución como tales, de estructuras orgánicas partidarias (o movimientistas de endeveras) funcionando. La sensación es algo así como: “no me jodan con los armados, si diez minutos de tele son diez LunaParks y 200 congresos nacionales partidarios”. Y esto vale para todos: el kirchnerismo, el macrismo y, claro que sí, el coalicivismo. ¿Para qué cambiar si así nos va bien? deben preguntarse a solas con sus almohadas estos dirigentes.

Tercero: preguntarse si este esquema es sostenible en el tiempo. Y aquí algo que no será del agrado de los oídos “militantosos”: absolutamente sí. La tendencia es mundial y creciente: despolitización social, creciente influencia de los medios masivos en la constitución de corrientes de opiniones fluctuantes e hipercoyunturales, por citar dos ejemplos sencillos.

Entonces: dos hipótesis controversiales y, quizás, hasta contradictorias:

a) A futuro vemos una cada vez mayor escisión, ¿autonomización?, ¿brecha?, entre la opinión pública y las mayorías, incluso las electorales. Así que sí, está bien: damos cuenta de “lo mediático” y nos preparamos para esa desigual batalla.

b) Y, sin embargo, en forma paralela aunque mucho más “silenciosa”, nuestro país ofrece suficientes signos de una progresiva “territorialización”, refiriéndome como tal a la emergencia de sistemas políticos exitosos a nivel local más allá de sus encuadramientos nacionales (por cierto: no puede explicarse éste fenómeno recurriendo exclusivamente al caudillismo –que lo hay- ni al manejo circunstancial de los poderes ejecutivos locales, pues no habría habido derrotas de los quindimiles o de los rosas).

¿Sirve de algo preguntarse estas cosas? ¿A alguien le importa?

Ni idea. Aunque yo que algunos armaría un Ministerio de Comunicación y Municipios.

15 comentarios:

Ulschmidt dijo...

Muy buenas las interrogantes!
y correlacionadas. La territorialidad de algunos liderazgos políticos se concatena con la mediatización de la política nacional, me parece. Es - para el ciudadano, en eso estoy pensando - como decidir en dos planos. Uno se ventila en la tele y el otro con el intendente del pueblo (y candidatos a remplazarlo), toda gente que cruzamos en la calle a diario.

Ulschmidt dijo...

Muy buenas las interrogantes!
y correlacionadas. La territorialidad de algunos liderazgos políticos se concatena con la mediatización de la política nacional, me parece. Es - para el ciudadano, en eso estoy pensando - como decidir en dos planos. Uno se ventila en la tele y el otro con el intendente del pueblo (y candidatos a remplazarlo), toda gente que cruzamos en la calle a diario.

Lic. Baleno dijo...

La verdad es que no sabiendo como va a empezar Racing el campeonato, ni siquiera sabiendo si lo va a empezar, y sospechando como lo va a terminar solo puedo anotar que en rapido escrutinio noto que todas las experiencias mediaticas terminaron mal.

Faco dijo...

En el punto B está la clave, Mendieta: La política progresa en territorios donde hay problemas que pueden resolverse por ella misma, y donde haya gente en contacto directo con esos problemas. La resolución positiva lleva a la consolidación de la poítica como método y por ende al fortalecimiento de las fuerzas locales. Cercano al punto A, cuando la gente se ve a sí misma o a su dirigencia, disociada de los problemas (esto es, verlos incapaces de resolverlos), habrá desencanto de la política como herramienta. Buen ejemplo de esto es la Ciudad Autónoma.

Son procesos paralelos, simultáneos, y como tales, gracias a la generosidad de nuestro federalismo, a veces, ay, no se tocan...

Anónimo dijo...

En el último cuarto de siglo la manera de "hacer política" cambió muchísimo. Desde aquellos intentos por ganarse la confianza vecinal abriendo locales partidarios donde se hacía "apoyo escolar" y "consultas jurídicas gratuitas" hasta hoy existen muchísimas diferencias. Diferencias que, creo, hacen a la cuestión de tus preguntas.

Una diferencia es que la última dictadura nos amuchó, nos abroqueló del lado de la política porque del otro lado estaba la muerte.

Otra diferencia era que sabíamos lo que no queríamos, y en eso estábamos todos de acuerdo.

Por otro lado, necesitábamos salir, tomar la calle, poner el grito del "Nunca más" en el cielo.

Estábamos tan ocupados en eso que no nos dábamos cuenta que el poder real, ése que se maneja vaya a saber dónde, seguía tejiendo su trama y colocando a sus hombres y sus mujeres en donde se oprimen los botones de la decisión. Así, por ejemplo, al lado de un Alfonsín con una fuerte carga simbólica de democracia, colocaron a un oscuro Víctor Martínez.

Pero máS allá de estos personajes, esta etapa y su consiguiente forma de hacer política tuvo su primera evidencia en la conclusión del trabajo de la CONADEP. Allí, el inefable Ernesto Sábato, hombre proclive a ocupar siempre santos lugares, refrendó el ominoso prólogo al "Nunca más" con la teoría de los dos demonios.

Por supuesto que en el medio de todo esto tuvimos las rebeliones carapintadas que sacaron el pueblo a la calle hasta que Alfonsín dio sus felices pascuas y nos volvimos todos a nuestras casas.

Llegamos a los '90 desencantados o desesperanzados. Ya no nos amuchábamos en la calle y no nos sorprendió demasiado que Menem nombre ministro de Economía a un Bunge y Born auténtico. Ya para ese entonces, los locales partidarios aún conservaban sus carteles y sus nombres pero las maestras y los abogados comenzaban a escasear.

La política se mudó a la televisión, donde Grondona y Neustadt eran, más o menos los Tinelli y los Rial de ahora. Y todo se empezó a mediatizar. Un político medía si aparecía en Hora clave o Tiempo Nuevo. Y, por supuesto, ese tiempo de aire se empezó a mercantilizar. El colmo de todo esto fue, quizás, cuando Neustad vendió junto al hoy presidente del Banco Central, Martín Redrado, acciones de Telefónica o cuando el presidente Menem reemplazó a Bernie en un programa.

Eso, Mendieta, repercutió en la gente y, por supuesto, fue transformando la manera de hacer política. Los locales políticos iban agonizando, perdían sus carteles, cambiaban sus nombres y cerraban en la medida en que los contratos de alquiler se vencían. Mientras, la gente se quedaba en sus casas porque ya la paranoia de la inseguridad estaba haciendo lo suyo.

Y ¿sabe qué? siempre intuí que todo este proceso (valga ese nombre) nos arrojó a este presente donde la política quedó desactivada y sin necesidad de prohibirla. El escepticismo, la indiferencia, la brecha entre la opinión pública y la opinión popular fue el caldo gordo donde flotaron los que nunca desaparecen del poder. Pero también fue el contexto favorable para que se consolide la entente de empresas, medios de difusión pasivas y políticos.

Le pido disculpas por lo extenso y desordenado de estos párrafos pero si me demoraba más sé que después no lo iba a escribir. Dejo a su criterio la publicación de los mismos.

Mendieta dijo...

Apalala. Un honor los comentaristas de hoy.
Ulschmidt: exactamente a eso me refiero. Su blog es de los mejores que hay.
Baleno: Por favor, no hablemos de Racing q me pongo mal.
FAco: Vea, yo creo que el éxito implica una integralidad entre A y B. El que logre eso, no sólo que se va mas. Algo mucho mpas importante: puede cambiar las cosas.
Betas: Cómo no voy a publicarlo? Ud. está loco? "El escepticismo, la indiferencia, la brecha entre la opinión pública y la opinión popular fue el caldo gordo donde flotaron los que nunca desaparecen del poder". Esa frase sola vale como por 10 post de los míos.
Gracias a todos, saludos

Anónimo dijo...

Mendieta:

sin lograr la plena mediación respecto al caso particular (o sea, hablando en generalidades), diría yo que esta es una historia que ya tiene una rica tradición de análisis en ciencia política. El declive de la política de masas y el surgimiento, como alternativa, de "catch-all parties" que basan su atractivo en alguna figura con brillo propio traído de otra parte parece extendido, y, si bien tiene claros orígenes en la política estadounidense (¿alguien puede marcar diferencias que no sean meramente simbólicas entre demócratas y republicanos?) viene sucediendo en Europa y América también.

Recuerdo un artículo hace unos años de Juan Manuel Abal Medina, que se llamaba "Crisis, transformación y nuevos partidos políticos", publicado en el '99 sobre el caso del Frepaso. El argumento dice, grosso modo, que la progresiva difuminación de los cierres sociales (que no quiere decir aumento de la movilidad interclase, sino desaparición o invisiblización de los mecanismos explícitos que la regulaban, ojo) y la movilización en torno a cuestiones transversales a las orientaciones políticas clásicas (la raza, la sexualidad, etc.) hacen que las bases para la movilización se reduzcan; concomitantemente, los líderes políticos que disponen de recursos organizativos y financieros gozan de mayor autonomía respecto de los comités y agrupaciones básicas, con lo que tiene lugar esa desconexión que da lugar a la brecha entre A y B: como no hay ideología que articule, salvo que haya una cuestión concreta y local que permita el modelo B de funcionamiento, nos quedamos en pelotas para elegir entre lo que los medios ofrecen.

Obviamente, hay que preguntarse hasta qué punto esto no se apoya en una variante más de la tesis del fin de las ideologías, consabidamente ideológica, pero no es un tema menor.

Musgrave dijo...

Mendieta, estoy confundido. Mientras vemos el auge de "lo mediático" y la despolitización social, el último informe de Rosendo Fraga sobre movilizaciones resalta que una vez más los "piquetes de clase media" son mayoría, por lo menos en Capital Federal.

Esto me lleva a preguntarme parandome en algo que dice Ebetas, si "la acción política" de la militancia no se ve en problemas para mediar y ayudar a resolver los problemas actuales?.

Esta pregunta, encontraría parte de respuestas en su punto B, donde a nivel territorial/municipal "la acción política" cuenta con mayores herramientas.

Respecto a su punto A, no logro entender como la opinión pública se autonomiza de las mayorías.

Vió el reportaje de Fontevecchia a Castells? El barbudo explica muy bien porque prefiere lo mediático.

un abrazo

oscar domenella dijo...

Mendieta, creo que hay una cosa interesante a remarcar: la formación de opinión a través de los medios, afortunadamente, ya no gana elecciones de carácter nacional.
Un abrazo

Nicolás Tereschuk (Escriba) dijo...

No estoy en condiciones de responder este lunes. La única respuesta que se me ocurre es: armar, armar, armar,armar, perder, perder, armar, armar y armar. Y perder de nuevo.
Mocasines en el barrao 24 x 24. Y a otra cosa mariposa.
Saludos

Andrés el Viejo dijo...

El peso de lo mediático es un efecto y no una causa. Betas y la Académica aportan causas para el vaciamiento de la política militante y el consiguiente crecimiento de la política por los medios.
Es oportuna la referencia al reportaje a Castells. Sí, él explica muy bien por qué prefiere lo mediático, pero su resultado electoral no tiene ni remota relación con la dimensión mediática que consiguieron él y Pelozo.

Anónimo dijo...

Comentario para FACO: error, ni el hombre, ni la política progresan; eso es para los ferrocarriles, el hombre es siempre el mismo.
Saludos
HERACLITO

Don Segundo dijo...

La crisis puso en crisis a todo el sistema.
Esa frase encierra en una gragea todo el asunto, creo modestamente.

A riesgo de parecer pasado de moda, rescato una vieja frase: "En las crisis, las masas son lanzadas a la acción histórica independientë".

Desde el 2001 para acá, regularmente me doy golpecitos en la frente releyendo algunas cosas de esas y ahora que, finalmente, tengo una realidad en movimiento con la cual comparar, me digo siempre "AAhhhh! ¡Esto quería decir!"

Como bien se señala por ahí, lo que sobrevive más o menos desde hace seis años es la recuperación de esas masas como sujeto de la política.

"En sí", me dirán algunos por ahí.

Bueno, claro. Cada vez que usté estimado Escriba y el grupete de bloggers similares habla de "armar y armar", yo interpreto que hablan de eso. De armar para convertir eso que es "en sí" en algo que sea "para sí".

¿Cómo?
Bueno, verse como facilitador, como uno más que tiene algo para aportarle a la cosa y con las patas en el barro -no sé si 24 x 24, ya estoy medio jovato para tanto, pero un modesto 16 x 24 me animo-, lo más lejos posible de la pose intelectualoide, el tonito admonitorio y el gestito autosatisfecho que terminan irremediablemente en la decepción ignorante de su propia ignorancia (diciendo que "yo puse todo y estos negros no entienden nada") puede ayudar.

Perdón la parrafada, pero el tema me entusiasma además de importarme.

El 4161 dijo...

Mendieta:
Coincido con su descripción de la realidad política, pero me parece importante discutir cómo llegamos hasta aquí.
A mi entender hubo unos pocos hechos que nos marcaron profundamente como sociedad:
la represión salvaje de la dictadura, "la casa está en orden", la hiperinflación de Alfonsín y la hiper del riojano.

La esperanza con que la sociedad recibió la democracia fue demolida por los 3 últimos hechos.

Creo que sobre esta realidad y la incapacidad de los grandes partidos para cambiar su funcionamiento cerrado a la sociedad es que se gesta la derrota ideológica que hoy vivimos.

Los medios de difusión masiva han reemplazado a los partidos políticos en su función de mediadores entre el pueblo y su gobierno, son los que tratan de imponer la agenda política y los que en definitiva "le dicen a la gente cómo hay que vivir".
La "seguridad" ha pasado a ser un tema central, con lo que ello trae aparejado, la desconfianza hacia el otro, la falta de solidaridad y en definitiva el individualismo.

Creo que esta es la derrota ideológica que hay que remontar.
Tenemos que ser capaces desde los lugares en que desarrollamos nuestra actividad de hacer que la actividad política vuelva a insertarse en el entramado social, con las organizaciones naturales de la sociedad, generando espacios de confianza que permitan a aquellos interesados, participar en esta tarea de reconstrucción política, discutiendo y decidiendo democráticamente cuales son la tareas a encarar y cómo.

Coincido con el Escriba armar,armar, perder, perder, armar, armar y armar. Y perder de nuevo.

Disculpá creo que me embalé demasiado.

Anónimo dijo...

Creo que habría que ir bien al fondo y criticarnos a nosotros, los militantes. La esencia de lo político tiene que ver con la definición de amigos y enemigos, es decir, así como lo estético define lo bello y lo feo lo político define amigos y enemigos, es decir: conspira.
La dedicación particular con la que la política argentina se ha dedicado a conspirar es generadora de su contracara cultural: la desconfianza y el individualismo (toda conspiración tiende al individualismo)
De tanto asimilar guerra y política nos engolosinamos con estrategias y tácticas prolijamente diseñadas, aspiramos a ser grandes cuadros y cada vez nos separamos mas de lo social, lo sencillamente humano.
¿Por que no hay participación? porque lo político esta en crisis, (pasando de modelos de decisión centralizados a modelos des-centralizados y en algunos casos distribuidos), porque ya no se quiere se usado, porque la rosca es egoísta y aburrida, justificándose solo para que un dirigente centralice el laburo de muchos y así poder acceder al poder del Estado.
Cuando en la sociedad la esfera mas egoísta (el ego por sobre todo) es la política no se debe sorprenderse que nuestro pueblo de larga tradición solidaria la rechace.
Siempre que la política tienda a capitalizar la acción colectiva, seguirá siendo capitalista.
Tambien me embale che...