Ojo. Que hay cosas con las que no se jode. ¿Estamos?
27 febrero 2008
24 febrero 2008
Pregunta para los que saben de Economía Política
En el diario La Nación de hoy, en la columna editorial, Mariano Grondona escribe: “la ceguera de los candidatos demócratas norteamericanos cuando, quizá porque están en campaña, proponen revisar los acuerdos de libre comercio entre el Norte y el Sur que se están gestando, como en los casos de Colombia y Perú, o incluso los que ya llevan casi dos décadas de éxito innegable, como en el caso de México”.
¿Éxito innegable el NAFTA? ¿De verdad? ¿En serio? ¿Éxito para quién?
A ver los blogueros y lectores conocedores de Economía Política: ¿quién se anima a fundamentar la negación? Salvo que Mariano tenga razón en algo por primera vez en dos siglos...
23 febrero 2008
Sentir a distancia
La idea es un poco loca. Y casi seguro que es tonta y equivocada. Por ende, ya debe haber varias tesis escritas sobre ella y hasta un par de libros que se compran en las librerías de Marcelo T.
De hecho, quizás ni siquiera sea una idea mía, de esas que uno realmente inventa. Pero, confesémoslo, Mendieta es de esa clase de lectores que lee algo e inmediatamente se olvida dónde lo leyó y quién lo escribió. Lo mismo me pasa con las películas, los directores y los nombres de actores. Esta dis-cualidad fue un gran problema mientras me enfrentaba a una mesa de examen y una bendición a la hora de sanatear. Digamos que, como verdaderamente no me acuerdo si tal cosa la leí o no, no necesito andar citando a ningún consagrado por el sistema académico para fundamentar nada. No hay culpa, no hay choreo.
Hecha la introducción, a los bifes:
En una sociedad centrada en la imagen, sensibiliza más lo transmitido por TV que aquello visto a través de nuestros propios ojos. Si, además, lo transmitido por TV cumple ciertas reglas de narración adecuadas, ciertos recortes de sentido apropiados y se lo musicaliza convenientemente, no duden que podemos hacer llorar a una piedra.
Claro que, este tipo de “sensibilización” de segundo orden es cualitativamente diferente a la “sensibilidad” generada cuando uno pone el cuerpo, cuando uno está ahí. La primera está, precisamente, “mediada”. Hay allí una distancia, una lejanía. Y es esta distancia la que oblitera cualquier tipo de asunción de responsabilidad o compromiso para modificar, o al menos intentarlo, las causas primarias de esa situación “sensibilizadora”.
La “sensibilización” mediática es así, tan posmoderna. Dura lo que dura el informe del noticiero o la entrevista por la radio. Genera un “pobre gente, que barbaridad” veloz, instantáneo y efímero. Y siempre se puede recurrir al control remoto si la cosa dura “demasiado”. Pobre gente los inundados de Salta, los aborígenes de Formosa, los campesinos desalojados de Santiago del Estero.
Eso sí. Que no se les ocurra acercarse a dónde yo vivo, cortarme la calle en una manifestación, acampar en mi barrio. Porque claro que jode que se te instalen enfrente de tu departamento un contingente de cartoneros a vivir. Pero es una doble molestia: una superficial, concreta diría; la basura, el ruido, los llantos de los bebés, el olor a torta frita. La otra, mucho más profunda, cuasi inconsciente: están ahí, son de carne y hueso, los veo con mis ojos, no puedo tocar el botón y cambiar de canal, podría ser ellos si yo no fuera yo. No sólo son un “otro” ajeno, son un “otro” al lado mío y esto está mal y yo debiera hacer algo para cambiarlo. Ma sí, que los saquen con la infantería de una vez. Grande Mauricio. Esta vez estuvo bien ese de Aníbal Fernández que dejó que la Policía haga algo, eh.
Es como si la mediatización de la exclusión social anestesiara el músculo de la reacción concreta ante las injusticias. Y esto en el mejor de los casos. Porque aparte están los hijos de remilputa que no les importa un carajo nada de nada. Y que, para colmo, cada vez parecen ser más.
Sentir cada injusticia del mundo como si fuera en carne propia no tiene mucho rating hoy por hoy. No mide. Vivimos tiempos jodidos para los sensibles de buen corazón.
20 febrero 2008
Autobombo
Ustedes ya saben que no entiendo mucho que digamos de internet, 2.0, blogs y este tipo de cosas. En realidad supongo que no entiendo mucho de nada. Seguramente varios lectores se horrorizarán ante lo que voy a decir: para mí la computadora es como una máquina de escribir sólo que más cómoda.
Y como no entiendo mucho de esto es que a cada rato estoy pidiéndole a los amigos que me expliquen cómo linquear o subir un video o simplemente enlazar a los directorios de blogs que, supuestamente, te posibilitan más entradas. Qué se yo.
La cuestión es que, de vez en cuando, miramos la cantidad de lectores diarios y cómo medimos. Y hete aquí que acabo de darme cuenta que, desde su creación, allá por septiembre de 2007, Mendieta el Renegau ha sido visto y leído más de 13.500 veces.
Para algunos será mucho, para otros muy poco.
Pero para nosotros 13.500 es más o menos como que llevamos un Luna Park lleno. Tomá mate.
18 febrero 2008
Llegar a donde el tren bala nunca va a llegar
Una de las cosas que andan obsesionando a Mendieta es la distancia abismal entre la realidad y las lecturas que hacemos de ella. Ya sé. No pretendo embarcarme en una discusión profunda, teórica, fundada. Filosófica. Esto es un blog. Que la realidad es una visión ideológica, que no hay objetivismo capaz de dar cuenta de ella, que el relativismo y que patatín y patatán ya lo sabemos todos.
Mi preocupación es mucho más pedestre, sencilla si quieren. Humana. Así que académicos, investigadores, becarios, especialistas, técnicos, consultores BID y otras yerbas, les pido un favor: no me bajen línea explicándome que esa distancia, entre realidad y lectura, es infranqueable.
Pero deténganse un minuto, y en vez de ponerse a pensar, estudiar, relevar, cuantificar, estratificar y planificar, pónganse a sentir.
Hoy, un poco tarde, leía ésta entrevista de Jorge Halperín a Lucas Rubinich, interesante hacia atrás y hacia adelante, pero permítanme resaltar sus últimos párrafos:
“–Creo que el problema mayor es que la igualdad social no es prioridad para nadie. Estoy hablando del conjunto de la sociedad, las fuerzas políticas, los distintos actores políticos, los medios...
–Es muy oportuno hablar de eso porque el tema no está en “agenda”. Y yo diría algo de una manera muy contundente. Para reconstruir este cuadro de extremo deterioro que dejó la Argentina desde el ’75, ’76 en adelante, pero con fuerza en el ’90, hay que aplicar, en términos de salud y de educación, políticas de posguerra. No se puede salir si no se hacen políticas de posguerra. Hacer las cosas bien no alcanza.
–En otras palabras, asumir la catástrofe...
–Las políticas públicas no pueden seguir copiando tranquilamente los criterios de eficiencia promovidos por el Banco Mundial en la década del ’90, y decir “ayudamos un poquito más, somos más, somos más asistencialistas, somos menos asistencialistas”. No. Hay que aplicar una política postcatástrofe. Tiene que haber una inversión extraordinaria de dinero, de energía humana, de perfeccionamiento del personal, de movilización social, todo en enorme escala. Es la única manera de encontrar una solución”.
Me quedo con “Hay que aplicar una política postcatástrofe”. Entonces, ¿cómo y qué hacemos?
Juntar mucha guita, mucha en serio. Juntar muchos de esos programas y programitas dispersos por los Ministerios de Desarrollo Social, Educación, Salud y etcétera. Hacer uno solo. Grande. Faraónico. Monumental. Quinquenal. Acordar con las provincias y los municipios (intentar que también pongan guita, aunque va a ser medio difícil) y que pongan los recursos humanos de sus respectivas administraciones a laburar ahí. Y bajar al territorio con tremendo aparataje de inclusión social: médicos, maestros, trabajadores sociales, trabajadores comunitarios y Canal 7.
¿Por dónde empezaría? Empezaría por esos lugares del interior profundo en donde primero se fue el tren, después se fue el trabajo y después la dignidad. Hoy, a esos pueblos, no llega el Estado en ninguno de sus tres niveles (nacional, provincial o municipal). Y, también, por el segundo cordón del conurbano bonaerense.
Ahí está el núcleo duro de la exclusión social. Ahí tienen que estar, ahora, los que pensamos que el poder del Estado tiene como deber ineludible hacerse cargo de los que todavía no pueden poder.
O lo que es lo mismo: que el 14 bis no quita el hambre, ni educa, ni cura.
16 febrero 2008
Reflexiones acerca del binomio posibilismo-maximalismo
Digamos que todo lo que viene, de aquí en más, es pura ficción y que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. También supongamos, solo por suponer, que no hablamos de la política Argentina y muchísimo menos de la Ciudad de Buenos Aires. Imaginemos que vamos a hablar de fenómenos universales, pero para simplificar nomás asumimos que estamos en cualquier lugar del globo. Ponele acá. Y, por último, pongámonos de acuerdo en que Mendieta habla de esto sólo por hablar y porque se lo contó un amigo que “anda” en política. O sea, empezamos por abrir el paraguas para que nadie se sienta ofendido y para que nadie tenga la excusa como para venir a aplicarnos una antirrábica correctiva.
Ahora, sin más preámbulos, vamos con nuestra sentencia en clave de teorema:
“Para el campo popular, el “maximalismo” siendo oposición es tan pernicioso como el “posibilismo” siendo gobierno”.
A los ejemplos para que se entienda.
“El maximalismo siendo oposición”. Digamos que sos militante de un reconocido Centro Cultural porteño. Tenés trayectoria, trabajo consecuente por varios años y un esforzado pero consistente trabajo barrial comunitario. Funcionás, de manera irregular, en un espacio “recuperado” y cedido precariamente por el gobierno municipal, lo que te impide pegar un salto cualitativo en el desarrollo de tu planificación al estar sujeto a los vaivanes discrecionales de los funcionarios de turno. En buen romance: cuando a los de la “Muni” se les cante, te pegan una patada en el culo y todo se va al carajo. Claro que siempre hay un legislador “amigo” que aparece y te tira una idea: “vayamos con un proyecto de expropiación del predio y la cesión definitiva al Centro Cultural”. La idea te gusta, porque sos revolucionario pero no boludo y “puede andar”. Así que empezás a juntar votos entre los distintos bloques de la Legislatura. La empresa no es sencilla ya que, digamos que en esa hipotética ciudad, se necesitan 2/3 del total de la Cámara de Representantes para la sanción de una expropiación (si prefieren los números concretos, digamos 40 votos sobre 60). Caminás y caminás los pasillos de Legislandia por semanas, entregás carpetas con la historia del Centro hasta a los pibes que venden café en los pasillos y vas punteando cuántas manos se van a levantar cuando se trate tu proyecto. Y un día, después de meses de “juntas de asesores”, “plenarios de comisiones”, y “reuniones de la Labor Parlamentaria”, el expediente, por fin, llega al recinto para ser tratado.
Pero hete aquí que, recordemos, había que juntar 40 votitos. Y la Cámara en cuestión se caracteriza por la dispersión y la profusión de bloques. O sea: hay que negociar. Y digamos, también que hay otros dos proyectos, de dos bloques numerosos, que también necesitan 40 votos para salir: una cesión sin cargo de un predio para un sindicato X debajo de una autopista y una prórroga de cesión para una comunidad religiosa (onda Opus Dei). Entonces, los que impulsan estos proyectos, que no son revolucionarios pero tampoco boludos, necesitan el voto de tu amigo legislador para llegar a los 40 y te ofrecen: “vamos, sacamos los tres de un saque”. Apalalá, ¿y ahora? ¿Qué hacemos? Empiezan los conciliábulos, los cuartos intermedios, las negociaciones en los pasillos. Tu legislador amigo es buen tipo, ideológicamente “correcto”, intachable en las roscas y afirma muy suelto de cuerpo: “no me voy a prestar a componendas de este tipo”. Entonces los del Centro Cultural se ceban, se dan máquina para ver quién es más inflexible y terminan puteando desde los palcos a diestra y siniestra. La sesión se cae sin que se trate ninguno y los bloques mayoritarios se retiran mascullando por lo bajo un diplomático “que se vayan a cagar”.
¿Y cómo termina la historia? Que en la próxima sesión, o en la otra, ya no necesitan el voto de tu legislador amigo porque volvió ese legislador que estaba de viaje por París y esa legisladora que estaba con parte de ausente porque se había hecho las tetas. Y te sacan por un tubo la cesión del predio del sindicato y de la comunidad religiosa (onda Opus Dei). ¿Y el Centro Cultural popular, barrial y comunitario? Bien gracias. Vuelta a comisión.
He aquí un ejemplo fáctico de “maximalismo siendo oposición”.
Como se hizo muy largo, reservo el desarrollo de “posibilismo siendo gobierno” para otro post. Pero digamos que un amigo de Mendieta que desde hace poco tiene funciones ejecutivas de gobierno anda medio horrorizado al ver como se naturaliza entre los funcionarios la enorme brecha existente entre las “Memorias de Gestión” y la cruel, cruelísima, real realidad en los territorios.
¿Me expliqué?
13 febrero 2008
Hay días que no
Hay días en que me gustaría postear de Hillary o de Obama. Hasta de Zapatero o Rajoy. Pero desde allá. Días en que me gustaría hablar en inglés y leer de corrido el New York Times. O ir a París o New York o Londres y sentirme un ciudadano del mundo. Hay días en que me hubiera gustado jugar en Roland Garros y que me quedaran las medias sucias de polvo de ladrillo. O ir a Hawai y montar una ola en la tabla y que se haga un tubo y ver las palmeras en la orilla. Son días en que me pregunto para qué carajo alguna vez saqué el pasaporte ese que está al fondo de la mesita de luz.
Hay otros días en que me imagino en esa playita de Ilha Grande vendiendo cervezas y empanadas de Sirí. Calzando un bermudas furiosamente anaranjado y una remera cualquiera con algún slogan del PT y esas estrellas rojas tan de design. O simplemente en Montevideo, vendiendo diarios en la 18 de Julio y por la noche tocando un zurdo con la murga del Barrio Viejo. Esos son días en que me agarra cierto latinoamericanismo existencial.
También hay días en que me pregunto por qué no puse ese bar que soñaba arriba del muelle en La Lucila del Mar. Ese que iba a tener una biblioteca de libros de viajeros al lado de un sillón viejo en dónde, por las noches, bien tarde, me iba a sentar a tomar ron y fumar espiando la espuma que se forma alrededor de los pilotes cuando sopla el este despacio. Ese bar, que en mi imaginación está pintado de tonos de azul y los manteles son bien blancos y siempre hay aroma a café recién molido, especialmente cuando amanece. Ese bar en el que, por fin, iba a dejarme de joder y entre parroquiano y parroquiano, me iba a dedicar a escribir algunos cuentos y una nouvelle. En esos días el pasado me llama travestido de futuro perfecto.
Y después están la mayoría de los días. Como el de hoy, por ejemplo. Días en que después de laburar doce horas me pregunto si lo que hago sirve para algo. Si alguna vez sirvió para algo, si algún día servirá. Días en el que reviso millones de papeles, me reúno con distintos tipos que hacen algo parecido a lo que yo hago, puteo con la corbata en el cuello, veo las memorias de gestión tapizadas de índices que mucho dicen y que lejos, lejísimo, están de explicarme por qué carajo pasa lo que pasa. O mejor dicho, por qué siguen pasando. O peor: si alguna vez dejarán de pasar. Esos son los días en que me siento particularmente impotente.
11 febrero 2008
“Soy el liderazgo, soy la oposición, soy la que soy”
La cosa es así. Este domingo por la mañana leíamos las infaltables notas semanales con las que Elisa Carrió nos instruye sobre la realidad política nacional y, al llegar a un tópico que ella visita con asiduidad, nos asaltó un deja vu.
Se trata de la transformación del “yo soy la jefa de la oposición” de aquel lejanísimo octubre de 2007 al actual “yo soy la única oposición” de este febrero gris post pejotización de Lavagna. Sin embargo, este tipo de sentencias de Lilita no es para nada novedoso: antes de empezar a emitirlo en público lo practicó en su propia fuerza política (la de aquel entonces, el ARI).
Paso a contar:
Mar del Plata, abril de 2006, Congreso Nacional del ARI. Hay mar de fondo en la fuerza política desde, al menos, la elección de 2005. Varios distritos (Córdoba, Entre Ríos, Neuquén) están intervenidos por la Dirección Nacional al negarse a acatar a pie juntillas la política de alianzas del ARI Nacional (que, recordemos, entre otras cosas impedía coaliciones con el PS). Capital Federal en estado de ebullición post desembarco de Enrique Olivera y Anchorena como candidatos a legisladores. Provincia de Buenos Aires con su tradicional tensión entre “La Corriente” (los ahora ARI autónomos de Macaluse, Maffei y cía.) y “los Lilitos” (Adrián Pérez y…y…Adrián Pérez). Los compañeros de Mendieta -que ya se había abierto a mediados del 2005 de la militancia partidaria activa, era conocido como “el renegau” y usaba el cuarto oscuro para votar a conciencia-, le prometen que, si va a Mar del Plata, le regalan dos conitos Havanna de dulce de leche y dos días de discusión política y rosca a fondo. Con el sí fácil ante tamaña oferta, decide participar. Albergaba una remota esperanza de que los congresales y dirigentes del interior del país plantarían históricas banderas centroizquierdistas y populares en el Congreso.
El sábado lo dedico a lo que mejor sé hacer: escuchar a todo el mundo mientras cebo mate, medir las posiciones y, por la noche, tomar bastante tinto y cantar la marcha peronista (sí, incluyendo esas estrofas que se sumaban al final) en compañía de un coro de borrachos setentistas y jóvenes ARI. Los debates se suceden en múltiples comisiones y hay para todos los gustos. ¿Carrió? Bien, gracias. Ahí no estaba, pero todos esperaban su intervención.
El domingo amanece con un sol radiante. Me clavo dos cafés bien cargados y me dispongo, como otros 200 tipos, a escuchar. Carrió habla durante dos horas sin parar y, con parábolas, anuncia lo que ella va a hacer. Esboza por vez primera lo que ahora es su tronco discursivo: pre ideología, post política, alianza de conductas. Desbarata, una por una, las posiciones críticas a su línea con el siguiente e irrefutable, y democrático, y republicano, argumento: “Al que le gusta bien, al que no que se vaya”. Lo interesante del caso, y de ahí este post, es que repite dieciséis veces (de verdad, las conté) “mmdigo, yo soy el liderazgo”. ¿Alguna vez vieron a un líder, de lo que sea, repetir(se) 16 veces “yo soy el líder”?
Abrazo a varios compañeros, me subo al auto, prendo la radio para escuchar el fútbol, me despido en silencio del mar y me como los dos havannets de un saque a la altura de Vivoratá. El sol se va escondiendo, hay nubes hermosamente violetas en el horizonte y, llegando a Dolores, asumo que estoy listo para ser cooptado y empezar, una vez más, de nuevo.
10 febrero 2008
Los domingos en familia
Hoy sólo hay buenas noticias en los diarios. Repasemos:
1) Ahora dicen, en La Nación, que “el gobierno quiere una reforma electoral”. Nuestra posición al respecto: no al voto electrónico, no al sistema uninominal (salvo que el país esté dispuesto a que el PJ se quede con todo, como bien viene explicando Manolo), no a las internas abiertas y sí a la lista sábana vertical. Y estamos dispuestos a discutir a fondo la conveniencia o no de la lista sábana horizontal (o sea: en una misma boleta pegadas las distintas categorías: presidente, diputados nacionales, distritales, intendente y concejales). A juzgar por lo que dicen las notas, en este tema somos oficialistas a fondo, igual que Hal.
2) Ahora Lilita dice, también en La Nación, y además de aseverar que “este gobierno expresa la barbarie”, que “tenemos el deber de colaborar con gobiernos opositores” como el de Macri. “No habrá acercamiento”, pero por algo se empieza. Vamos que nos hacen caso y se cooptan.
3) Ahora volvió Mariano Grondona y, al pasar, con sutileza vaticana, enmascarado en signos de interrogación, se pregunta: “¿Alguna fuerza política, algún protagonista, alguna circunstancia interna o externa logrará frenarlo [a Kirchner, claro] en su marcha hacia un monopolio sin atenuantes? También nos sorprende con la primicia de que Antonini Wilson “está siendo investigado junto a sus secuaces…por espionaje a favor de Chávez”. Mirá vos, no sabía esto.
4) Ahora también volvió de vacaciones la preocupación por el “doble comando” y “el poder bicéfalo”: Joaquín y Mario se ocupan de la cuestión. Nosotros seguimos firmes con la línea que en su momento nos bajó el Escriba: por ahora, es una preocupación de periodistas, analistas y blogueros. Por ahora.
5) Hablando de barbarie: supongo que ya habrán visto ésta nota. Musgrave y Pablo siguen abriendo picadas en el monte.
Es lo que hay.
09 febrero 2008
Viernes 11 PM
Acabo de leer esto y me vino a la memoria un escrito de hace exactamente un año, cuando este blog no existía y Mendieta tampoco. Estas son las cosas que escribo y nunca publico de las que te hablaba la otra tarde, Martín.
Definitivamente, es un viernes raro. El verano parece haberse esfumado a velocidad luz y hasta el aire huele a mayo. Pero es algo mucho más profundo que una baja de temperatura o una llovizna que cae sin ganas. La sospecha comenzó al subir al subte: no había nadie en todo el vagón que no anduviera cabizbajo. Más de veinte personas y todas con mala cara. ¿Un viernes? Increíble.
Hasta los vendedores de baratijas estaban desganados. Hubo uno que empezó con su cantinela de siempre y, al llegar a la mitad del discurso, se interrumpió en seco y dijo "abreviemos, salen nada más que dos pesos. Alguien quiere o no?" ¿Alguna vez vieron un vendedor de subte que diga "alguien quiere o no"?
Después subió el que castiga al charango con música jujeña. Arrancó con el carnavalito y llegó a decir a ver esas palmas y ahí nomás se le cortaron dos cuerdas. Desafinó más de lo acostumbrado y nadie se prendió. Yo tampoco. Se bajó sin pasar la bolsa.
Ya tenía dos malos signos, pero lo que terminó de convencerme de que algo andaba mal fue el linyera de la plaza del Congreso. El tipo está rematadamente loco, sobre todo después de que los asistentes sociales del gobierno le quitaran su mascota, que vivía y dormía con él abajo del ombú. Tuvieron que luchar bastante los dos gordos que bajaron de la combi para desatar la correa que lo unía a la rata. Tenía un tamaño importante y tarasconeaba de lo lindo.
La cuestión es que el loco, que hasta su separación pasaba bastante desapercibido, empezó desde ese día a reírse sin parar. Se ríe a los gritos, y entre risa y risa dice ya van a entender. La mayoría pasa por ahí y ni lo registra, muchos sólo lo miran de costado y a mí me da miedo de estar entendiendo. Pero hoy estaba callado y miraba para el cielo. Tan fijo que me hizo levantar la cabeza. Sólo vi la cúpula más allá de los cables y una paloma que se estrellaba contra una ventana. Fue también algo extraño. Rebotó y cayó en un balcón del tercer piso. Supongo que se murió, pero no estoy seguro.
No quiero aburrirlos con detalles, pero estuve la mayor parte del día en la calle y no encontré a nadie que sonriera. Peor, no vi ni un solo chico. Y eso que busqué. Sabía que, si encontraba un pibe caminando por ahí no podía pasar demasiado tiempo sin que riera por algo. No sé, con el muchacho que hace malabares en la 9 de Julio o que –de paseo por el centro- le dijera al padre ¡fah el obelisco!. Bastaba un pibe o una piba de menos de diez años para que cambiara todo. Una sonrisa y cambia todo, me decía mientras iba para el bajo por Avenida de Mayo. Pero nada, ni uno. En realidad algunos vinieron mientras tomaba un café para venderme estampitas y lapiceras, pero pedirle a estos pibes que sonrían sería de hijo de puta.
Así que me fui haciendo a la idea, de a poco. Algo anda mal hoy en Buenos Aires. Si no encuentro chicos que sonrían tengo que encontrar parejas que se besen. Salí del bar y enfilé para la Plaza de Mayo. Plaza rara también. Sin juegos, sin calesita, sin vecinos. Plaza que extraña tantos pies que no la pisan más, dolida de botas que la han pisado. Pero siempre hay alguna pareja que se sienta en los bancos de la fuente y se besa. Hoy no. Todos la cruzaban corriendo salvo un viejo que doblaba y doblaba su pañuelo, indiferente a la garúa que caía. Hasta el vendedor de escarapelas se había fugado para la recoba del Cabildo.
Ni chicos ni besos. Una ciudad desangelada.
Para que seguir. Ya dije que no quería entrar en detalles. Creo que, en este viernes que aún no termina, estoy triste. Pero esa es otra historia.
/Febrero 2007
07 febrero 2008
A cooptar que se acaba el mundo
Me tienen podrido con la cooptación. Sí, podrido. Lo decimos sin vueltas y al solo efecto de hacer notar los artilugios del lenguaje. La cosa es así: si Kirchner “cierra”, "suma", "acuerda", "consensúa", con alguien –anteayer los movimientos sociales y los restos flotantes del Frepaso, ayer a sectores del ARI o del socialismo, anoche a Lavagna-, enseguida aparece el coro al grito de “Cooptación, cooptación!!”.
Ejemplito: "En cierta manera, a Kirchner se le supone el derecho y la legitimidad para cruzar fronteras políticas, cooptar opositores y profundizar su posición ya conocida de transversalismo, al tiempo que a Lavagna se le exigen posiciones de intemperancia y principismo acordes a quien pretende liderar posiciones de oposición", explicó la Consultora OPSM en una encuesta dada a conocer hoy y que no podemos linquear porque nos la choreamos por ahí.
Ese mismo coro veía con buenos ojos el acercamiento de Lilita con López Murphy anteayer y verán de igual modo el de la Coalición Cívica con el macrismo pasado mañana. “Porque la oposición debe unirse, fortalecerse, ofrecer una alternativa competitiva, poner un dique republicano" y sarasas así. ¿Y saben una cosa? Tienen razón. Así que muchachos de la oposición: ¿por qué no se cooptan un poquito entre todos ustedes así se pone más lindo?
Aclaración: no sólo Mendieta pierde aceleradamente lectores por la cuasi inactividad de posteo. Con artículos como éste, tan berretas, vamos camino de perder el poco prestigio que supimos conseguir. Y bue, es que este año me toca laburar más y opinar menos. Ya adelantamos en noviembre que el 2008 era para esto.
04 febrero 2008
La herencia que el Frepaso nos legó
Quienes son habituales y atentos lectores de este blog ya sabrán hace rato que Mendieta militó muy activamente en el Frente Grande y el Frepaso. Y entre las cientos de autocríticas que suele realizar de esa etapa de la cual no se arrepiente, decide colocar a dos en el “pedestal de mocos que supimos cometer”. Son estas:
a) Instalar en la opinión pública, como “sentido común”, que todos los males de nuestro país eran producto de la corrupción imperante durante el menemismo. Lo que primero fue una convicción y una táctica (crecer políticamente en torno a denunciar la corrupción del Carlos M., ponele “"La carpa de Alí Babá" de Ivancich y Barcia), terminó siendo un cómodo paraguas que nos excusaba de ir contra la convertibilidad y sus nefastas consecuencias político-sociales. O sea: la denuncia como acto moral, la denuncia como abandono de lo ideológico, la denuncia para mostrarse bien peinado con los poderes económicos. He conocido cientos de compatriotas bienpensantes que, aún hoy, están convencidos de que “sin corrupción seríamos Suecia”. Son los que, a continuación mentan a “Dejemos de afanar por dos años” Barrionuevo como ley histórica inexorable.
Pero no. La cruel realidad evidencia que no alcanza para cambiar el país en forma de Justicia Social con J mayúscula acabar/disminuir/atenuar/menguar “la corrupción”. Hasta estoy tentado de asumir que, para hacerlo (eso de cambiar para bien de las mayorías), ni siquiera es imprescindible empezar por ahí (dije empezar, eh) Pero no sería políticamente correcto para todos y todas, así que mejor no lo digo porque me van a llenar la cara de dedos, ¿no?
b) Esta es más de entrecasa, pero tiene repercusiones que llegan hasta nuestros días. Producto de una construcción casi exclusivamente basada en “lo mediático”, el Frepaso acostumbró a los periodistas a ser la “polea de trasmisión” de sus movidas políticas. Llegamos al delirio de operar notas de doble página contando lo que íbamos a hacer, cómo, cuándo, dónde y con quién, en la próxima elección. O sea: contábamos nuestras estrategias en vez de simplemente ejecutarlas. Merced a esta actitud, éramos muy queridos por los periodistas de política de los diarios que se enteraban antes que nadie “cómo venía la cosa”.
A esta altura se preguntarán qué tiene esto que ver con la actualidad. Bueno: a dos cosas. Por un lado al Licenciado Baleno, que cita las páginas 171 y 172 de un librito por demás recomendable y que precisamente en esas páginas habla de esto.
La otra cosa es la noticia que trajo ayer Clarín en su tapa, que viene a ser un ejemplo bien práctico de aplicación de ese librito y de una manera de ser “no frepasista”. Quizás por eso haya muchos periodistas un tanto más molestos de lo habitual. Y también muchos progresistas confundidos y asustados, pero eso no es tan grave si decidimos, como diría el Escriba, embarrarnos un poco.
Sí, ya sé. Estoy viendo la mitad del vaso lleno. Pero la vida es una apuesta incierta, ¿no Lucas?
03 febrero 2008
¿Por qué le habrán puesto caballos?
Ahí está. De un saque. Se acabaron las vacaciones.
Mientras todos, editorialistas, analistas y bloguistas -me incluyo claro-, teorizábamos sobre los alcances de la partidización/pejotización, sobre sus causas y probables consecuencias en el sistema político, Néstor Kirchner vuelve a sorprender y –en otra de sus jugadas silenciosas que tanto le agradan- cierra el reingreso de Lavagna al peronismo y sacude el tablero nacional.
Algunas reflexiones rápidas, al paso y, por ende, casi seguro erróneas:
- Kirchner continúa a paso firme en la consolidación de uno de los dos polos en que quiere ver dividido el sistema. Y como sabe que para el costado izquierdo de él no hay mucho que digamos, empieza por fortalecerse hacia el centro, o “centroprogresismo”, pfff. Néstor K demuestra, una vez más, ser el político con más iniciativa del último quinquenio.
- Scioli debe haber leído el Clarín al mismo tiempo que nosotros. Y a nadie le gusta enterarse estas cosas por los diarios.
- Carrió debe estar pensando: “ahora Macri va a tener que llamarme”. Macri debe estar pensando: “Ahora Carrió va a tener que llamarme”. Bergoglio debe estar pensando: “Voy a llamar a Michetti para que llame a Carrió y a Macri”.
- La UCR oficial acaba de despertarse de la siesta. Ahora van a trenzarse en tres plenarios, cuatro reuniones del Comité Nacional y 128 bares cercanos al Congreso a ver quién tiene la culpa.
- El centroizquierdismo en todas sus variantes, las cercanas a K (movimientos sociales, Partido de la Victoria) o las “autónomas” (Binner, Sabatella) siguen, igual que Mendieta, viéndola pasar con la ñata frente al vidrio. Salvo que Mendieta no ve con temor, más bien con entusiasmo, la decisión de Kirchner de presidir el PJ. Y volvemos a decir, con todas las letras, que es el único dirigente que puede ordenar –si quiere- ese conglomerado de sellos y sellitos en el marco de un frente que tiene –obviamente- al PJ como columna vertebral.
- ¿Y Duhalde? ¿Dónde está Tachuela?