Vamos a reforzar una columna de hace varios meses de AP en la que planteábamos la posibilidad de que en estas elecciones “ganaran todos”. Y así, de algún modo, resultó: se puede decir que el FpV ganó al mantener la cantidad de senadores e incrementar la cantidad de diputados nacionales; el massismo ganó ampliamente en PBA; Binner en Santa Fe; Cobos en Mendoza; el macrismo en la CABA; la alianza UNEN, al meter a Pino como senador; la izquierda al meter 3 diputados nacionales; y así.
Quiénes perdieron? De Narvaez es el más claro ejemplo, pero
precisamente por su caída estrepitosa deja de tener importancia. Pero también
podemos decir que perdió un sector del oficialismo, o un sector de los simpatizantes
del gobierno nacional, que creía que alcanzaba con lo realizado durante estos
10 años para seguir teniendo el apoyo de las mayorías.
En este sentido, creo que ese sector cometió algunos errores
muy fuertes: uno de ellos el haber abjurado de su propia creación, es decir de muchísima
clase media trabajadora, clase media baja. (Se puede decir que este es un viejo
dilema del peronismo: es generador de una clase media que luego le da la
espalda). Pero en este caso hubo sectores del oficialismo que durante largos
meses y años vinieron escupiendo para arriba en este sentido y ahora podemos
especular con que no alcanzaron manotazos de ahogado como fue la suba del
mínimo no imponible de Ganancias, que llegaron cuando esa medida ya formaba
parte de una agenda opositora y no de una propia.
Cabe aquí un paréntesis: uno de los grandes aciertos del
kirchnerismo fue siempre su capacidad de instalar e imponer agenda, y en este
proceso electoral no tuvo esa capacidad e incluso se vio obligado o eligió,
quién sabe, a tomar parte de la agenda opositora para ver si eso le permitía reposicionarse.
Y cuando me refiero a tomar parte de la agenda opositora no lo limito a “medidas
de gestión” si no que incluyo a cuestiones de “imagen”. Por ejemplo: un candidato como Insaurralde no
terminaba de expresar muy bien a ninguna del as dos corrientes que se encarnan en
el FpV: ni a ese kirchnerismo fundante, ideologizado, “conflictivo”, ni a la
otra gran columna del FpV que es el peronismo tradicional. Digamos que ninguna
de esas dos vertientes elije, simplificando, por supuesto, Miami para
descansar.
Las causales de un voto son multidimensionales. Y por
supuesto, también, las de un “no voto”. Por eso de contraponer gestión versus "campaña”
o intentar cargar las tintas de una derrota sobre uno de esos dos platos es una
excusa sólo válida para quién está en alguno de esos dos mostradores. Digamos
que el funcionario tenderá a responsabilizar a las malas consignas, y los
publicistas a las malas gestiones. Pero antagonizar esto es un autoengaño, en
el mejor de los casos.
Es cierto que la gestión del gobierno nacional viene
teniendo flancos o debilidades. Hay agotamiento de ciertos elencos, un
agotamiento natural, comprensible, luego de 10 años en alguna de sus figuras
centrales. Imaginensé a ustedes mismos
diez años haciendo el mismo laburo: llega un momento en que poco te queda para
aportar a esa posición de trabajo. Pero me parece más interesante para
reflexionar, y más preocupante para el oficialismo, los errores de construcción
política que los de gestión o de campaña. Porque podés tener una gestión
mediocre y disfrazarlo con campaña. O viceversa. Pero si te equivocás en la
construcción política no hay ni gestión ni publicidad que te salve las papas.
Hay un modo de construir política del oficialismo que
durante mucho tiempo resultó exitosa: renegar de las mediaciones y confiar en
la relación directa de CFK con la sociedad. Esa relación directa, que, insisto,
funcionó exitosamente durante muchos años y se remonta a Néstor Kirchner, alcanzaba
para el éxito electoral. Esto acaba de demostrarse que en esta etapa no
funcionó. Cuando por una parte empezás a deconstruir tu armado político y vas
perdiendo aliados o desgastás a los mismos y, por otro, tus modos de comunicar
se empiezan a erosionar -por agotamiento discursivo o retórico o como le
quieras llamar- vas a entrar en turbulencias. Y no me refiero aquí solamente, por poner un
ejemplo, a la ruptura con Moyano y un sector del sindicalismo. A los efectos
prácticos, me parece mucho más costosa la ambivalente e inconstante relación con,
por poner un caso, Scioli, a quien primero se lo desgastó, luego se estuvo a
punto de romper con él y más tarde se lo llamó a la desesperada para que apoyara
la campaña en PBA. Y digo que es costosa por algo sencillo: cuando algo es difícil
de explicar al ciudadano común es porque algo se está haciendo mal. No podemos
exigirle al ciudadano común niveles de análisis complejos, formaciones
ideológicas profundas, estar hiperinformado.
Para terminar: se siguen profundizando las crisis “partidarias”
y parece avizorarse un refuerzo de las construcciones “de coaliciones”, algo
que ya lleva su buen tiempo en nuestro país. En este sentido, y con la foto de
hoy, la gran pregunta es si lo que se termina construyendo en 2015 son tres o
cuatro polos: el FpV, una construcción pan radical-socialista, el pejotismo
disidente y el macrismo. Y que haya 3 o 4 ofertas dependerá, en enorme medida,
de cómo se dirima hacia el interior del FpV la continuidad o no del proyecto
político. Porque si el FpV no abandona su pretensión de seguir siendo mayoría,
instrumentará los modos de no seguir perdiendo más aliados. Porque el FpV lo
que no debiera perder es su mayor virtud: la capacidad de conducir a la mayor
parte del peronismo del cual forma parte.
Ahora sí: metamoslé con todo para pasar de la “etapa de
ebullición”, donde nos evaporamos, a la etapa de “reproducción felina”, gatos.