20 junio 2012

Parábolas, paros, peros.

Me la mandaron hoy, mañana trato de enlazar al autor.

El maestro les contó una parábola:

Un hombre redondo, caramente vestido, se deslizaba bufando por la vereda, después de haberle dicho sin vueltas a su hermana que si no quería tener problemas, mejor ni se le ocurriera reclamar su parte de la herencia, porque el que mantuvo todos estos años a la madre fue él. Iba indignado, pero seguro de su éxito, sin ver que por detrás, un casi joven flaco, horneado por el sol, avanzaba en moto por la mismísima vereda, a gran velocidad, con su alegría de juzgarse todavía atractivo, sus gafas espejadas, su desprecio por las chicas que trabajan en panaderías y su costumbre de conducir por camino de peatones, directamente hacia el talón y la tierna pantorrilla del hombre caro y redondamente vestido.

Los discípulos permanecieron en silencio, mirándolo fijo, hasta que el maestro condescendió:
Que no todo es batalla entre error y verdad. A veces es choque entre errores.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ni tanto Mendieta, porque dos errores no necesariamente son equivalente: mientras uno venía caminando como un pelotudo y elucubrando sobre su propio ombligo, el otro venía a toda máquina en la moto, y no se pensaba bajar. Y la máquina la conducía él eh.

Saludos
Ladislao

Ñandú dijo...

Comparto lo de Ladislao, pero con el agregado que no existe la verdad, sólo lo no falso (Popper si no me equivoco)