29 mayo 2011

Divagues culturales.

Jugosa iniciativa de Lucas, que se le ocurrió preguntar lo siguiente:


1) ¿Hay algo específico que en la cultura haya provocado el kirchnerismo?
2) ¿Qué cosas perdurarán -si hubiera algo- como marca de época en el plano de la cultura?
3) ¿Cuáles son las manifestaciones más novedosas en la cultura durante este proceso?

Un servidor, que prendió su maravillosa máquina de humo y ya tiene la desfachatez de largar parábolas acerca de cualquier cosa, respondió lo siguiente:
Respuesta de Abelardo Vitale (Mendieta):
1) Certeza sobre esto no tengo ninguna, sólo algunas sospechas. Entre otras cosas porque soy de los que piensan que los cambios culturales se pueden apreciar cuando ya sedimentaron, cuando no queda otra posibilidad que hacer sobre ellos una disección, un estudio, un paper del Gino Germani. Mientras esos cambios suceden son difíciles de apreciar, al menos para mí. Ya sea porque te envuelven como cotidianeidad, ya sea porque uno está envuelto en su realización. Es decir, ahora está el polvo volando y, quizá esa sea la primer sospecha, es que el kirchnerismo sopló –¿inconcientemente?- también sobre el campo cultural. La marca de época, a mi modo de ver, es que pasan cosas en el campo de la cultura. Cosas que van más allá de un esquema de resignación o, en el mejor de los casos, de una lógica de resistencia, tal como sucedía en los años 90. Y no estoy queriendo aquí hacer un recorte de la cultura al reducido campo de “lo social”, pero tampoco me voy a quedar pancho asumiendo que cultura es el Fondo Nacional de las Artes y los canapés de salmón.    
2) Tampoco sé, aunque sí tengo claro que me gustaría que quede: el creer en algo para cambiar alguito. Cierta impronta de alegría en las manifestaciones populares. Vamos: yo soy un melancólico que se pone contento cuando los demás están felices o más o menos felices. El desafío es ver si logramos que este sentimiento subterráneo de optimismo y confianza en el cambio podamos sostenerlo cuando la “macro” no acompañe tanto como ahora. Es decir: culturalmente, ¿sedimentará como marca de época que la política, y la alegría para hacerla, sean el modo de transformación social que permitan disputar el poder?
3)
a) Cuando se canta la intro del Himno con ohhhooo, ohhh,oohhhh. Me parece una manifestación fuerte de la cultura popular que expresa un orgullo por pertenecer a algo que no nos enorgullecía. Nos enorgullecemos de nosotros, no es moco de pavo con la historia tenebrosa que arrastramos.
b) La desfachatez de la horizontalidad a la hora de opinar sobre lo público. Un novedoso criterio de igualdad en los debates, las creaciones y las manifestaciones. Creo que eso deriva de dos cosas: ciertas herramientas que lo permiten y una simplificación en la accesibilidad a ellas (blogs, redes sociales, amplísima libertad de expresión, política de no represión social del gobierno nacional, etc.) y, luego de un sinuoso y largo recorrido, de la impronta que Néstor Kirchner le puso a su rol presidencial. O sea: si este tipo que es presidente se parece bastante a mí en que es alguien “normal”, jodón, desalineado, poco afecto al protocolo, caramba, yo puedo opinar también. Y me gustaría que este plano de democratización de la palabra se extendiera más fuertemente a otros campos de la cultura: las artes, por ejemplo. Donde veo que siguen prisioneras de ciertos circuitos elitistas y amargados.


Pero lo interesante está aquí, donde contestan Horacio Fontova, Pablo Sirven, Gerardo Fernández, Hank Soriano, Raúl Degrossi, Dante Palma y Mauri. Y la otra cosa interesante es que todos vamos más o menos por el mismo lado. Y eso puede llegar a ser, efectivamente, un "clima cultural de época".

Dice Lucas que habrá más. Estaremos esperando.

1 comentario:

Mauri Kurcbard dijo...

Totalmente, especialmente en le punto 2.