Contra Editorial Dominguero

Este es un post confesional y, por lo tanto, claramente desprolijo. Así que están advertidos.
Hace muchos días en que siento una especie de parálisis a la hora de escribir algo sobre la actualidad política. El desparpajo y la falta de una mínima dosis de ecuanimidad que se observa cotidianamente en la amplísima mayoría de la prensa argentina han generado en este escriba iguales cuotas de indignación y de impotencia. ¿De qué sirve escribir algo si todo es tan binario? Porque que uno se haga cargo de su ideología no quiere decir que esté dispuesto a abandonar un piso de pretención de seriedad analítica y crítica.
El tratamiento, para poner un solo ejemplo, que han dado al “caso” del escrache al senador Morales es tan, pero tan, pero tan sesgado que ni siquiera dan ganas de contestarlo. La liviandad con que dan por ciertas las afirmaciones de algunos dirigentes políticos de la oposición, como por caso la señora Carrió, son vomitivas. No alcanza con que la “acusada Milagro Sala” lo desmienta, lo cual podría entenderse. Tampoco alcanza con que los autores materiales del escrache (otra agrupación jujeña) se hagan cargo!
A ver: algún periodista de Clarín o de La Nación o de alguna radio, tendría la enorme amabilidad de preguntarle a Carrió, o a Morales, o a Estenssoro , o a Toti Flores, o a alguien, en base a qué información hacen sus acusaciones? Y no me jodan con las intervenciones del tipo majuliano de “pero eso que dice es muy grave!”. Claro que es grave! Entonces explicá por qué lo decís y, sobre todo, en base a qué! ¿Qué prepara Kirchner para diciembre, Carrió? Dale, decilo.
No me gustan las teorías conspirativas ni las explicaciones ídem. No me gusta volverme paranoico. No me gusta. Pero en esta semana que pasó se están zarpando con las invectivas.
Para colmo, el gobierno se ve puesto entre la espada y la pared. Hay dos posibilidades de responder a esta operación: a) hacerse los boludos para no darle entidad (la estrategia que parecieran haber elegido, exceptuando algún cruce de Aníbal F y de Randazzo); b) salir fuerte a contestar. ¿Cómo? Se me ocurre una autodenuncia en la Justicia y exigir que vayan a declarar los “denunciantes mediáticos”. Pero claro: eso sería inmediatamente calificado como un jalón más en la estrategia “de violencia y crispación” que alienta el kirchnerismo.
Como sea: están instalando sostenidamente que el clima social es insostenible, violento, terminal.
Se parece demasiado a una expresión de deseos. Y si no fuera por nuestra tristísima historia, sería para reírse. Pero no.
No vale todo. No vale todo. No vale todo. Para nadie.