Pecados capitales

Ahora que gracias a una movida electoralista, antirepublicana, artera y audaz, se adelantaron las elecciones, pasa que cada uno se tiene que ocupar de lo que se tiene que ocupar.

Entonces vamos a aclarar algunos puntos.

Primero: no creemos en políticas ni en políticos ni en partidos políticos de alcance distrital (me releo y corrijo: creer no es el verbo. Porque no se trata de creer o no en su existencia, que los hay los hay. No nos gustan, sería más apropiado). Postulamos que sólo puede transformarse la realidad con, al menos, políticas nacionales. Con el resto podremos hacer parches, mejores o peores administraciones, gobiernos más simpáticos a nuestro paladar o menos. Pero no movemos el amperímetro de lo que realmente nos interesa: la justicia social. Por eso nos identificamos como “nacionales y populares”.

Segundo: lo anterior no quita que cada uno tiene mayores responsabilidades con respecto al distrito en el que vive, trabaja, ama, odia y duerme. Y es así que nosotros nos hacemos cargo de que vivimos, a veces de mejor grado, a veces a las puteadas, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Tercero, y aquí quería llegar: los que vivimos en la Capital Federal, siendo “nacionales y populares”, estamos guachos de representación y de dirigencia. Y somos responsables de ello. No tenemos un solo dirigente capaz de aglutinar a estos sectores y capaz de dirigirlo hacia algún lado. El tema es preguntarse el por qué no lo tenemos, ¿no?

Y acá quiero decir: no lo tenemos porque no asumimos que, en este distrito, somos y vamos a ser minoría por mucho, mucho tiempo. Quizás por siempre. Y al no asumirlo buscamos “fórmulas mágicas”, “candidatos que midan”, alianzas ad hoc para volvernos “competitivos”. Y aclaro que, bajo ningún punto de vista me parecen mal las alianzas (sobre todo si te permiten ganar una elección), pero esas alianzas deben expresar armados pre-existentes. Acá no hay ninguno. Entonces vamos por el lado del “progresismo”. Otro gran mito: esta ciudad tiene de progresista, en términos sociales, algo que es constitutivo del progresismo, pero tan sólo una parte de él: el progresismo del arte, la cultura y el espectáculo. O sea: todo bien con la homosexualidad, las vanguardias estéticas, el Bafici, los derechos individuales y el último grito de la moda literaria. No reniego de eso, también soy eso. Pero soy, quiero ser, progresista nac&pop, más que eso. O sea: no me banco que acá puteemos por los baches mientras en provincias hermanas no tienen red de gas. Mientras acá nomás, en el conurbano, hay barrios enteros sin cloacas.

Se cometen, cometemos, los porteños nac&pop, al renegar de nuestra esencia, andar vergonzosos por la esfera política (porque convengamos que es jodido. No es pro ni cool ir a contramano de la tendencia dominante) e intentar representar y expresar políticamente a quienes nunca van a querer ser representados por nosotros, dos pecados mortales:

a) no lograr, aunque sea, que una porción de nuestra sociedad, de nuestros “vecinos”, se reconozca como parte de un colectivo “nacional y popular” y tenga elementos discursivos y un sentido para enfrentarse a la andanada de “sentido común” y tilinguería que nos rodea. A ese porcentaje de porteños (10%?, 20?, 30?) los dejamos solos y abandonados.

b) Perdemos una magnífica oportunidad, aquí, en esta ciudad que es el centro emisor en la constitución de la “opinión pública” (porque somos un país asquerosamente centralista en este aspecto), de colaborar con un proyecto nacional. Algo que a mí me enorgullece es cuando entran al blog comentarios nde compatriotas que viven en las provincias. Siento, allí, que estoy poniendo un granito de arena para que un compañero o una compañera tenga un alguito más, un argumento, un chiste, una idea, una chicana, para hacer política en su pueblo o en su provincia.

Bien: no tenemos, los nac&pop porteños, un tipo o una mina que nos exprese y que se banque expresarnos a los que somos minoría en este distrito. Pongo un ejemplo: cuando se dio el aumento de las tarifas de electricidad. ¿No hay nadie que se anime a ir contracorriente y tenga lo que hay que tener para contar que acá, en donde hay los mejores índices socioeconómicos de todo nuestro país, seguimos pagando la luz subsidiada por el resto de nuestros compatriotas?

Como verán, me fui calentando a medida que escribía. Y todo esto era para decir una sola cosa: ¿quién es el valiente que se anima a perder en junio con las banderas bien altas?

Acá hay un militante dispuesto a remar.