De vez en cuando viene el viento, ese viento, ese otro
viento como aquel, y se lleva puesto los enquinchados de los médanos, desparramando
viejas sogas enterradas ¿Qué brota de la playa, además de sogas, cuando viene
el viento?
Hay una arquelogía latente en cada sudestada.
Mirar el mar buscando respuestas, debiera haber sabido, cómo
mierda nadie me avisó, me pueden decir, es como preguntarle algo a yahoo,
intentar informarte leyendo un diario o buscar serenidad en el facebook.
Porque claro, ¿cuál es el mar que estamos mirando cuando
miramos? Este mar tan río no tiene el lento derivar del Paraná con su decidido
arrastrar de barcazas, llenas de naranjas y de prensado paraguayo, ni la
transparencia abrumadora del Mendoza, donde te ves los pies y perdés las
ojotas. Este mar, manga de hijos de puta que se lo tuvieron bien callado hasta
ahora, no tiene colores caribeños y arrecifes de coral. Ni tiene, tampoco
tiene, las huellas en la orilla mediterránea de imperios civilizadores y poetas
árabes.
No. No tiene nada. De eso, nada.
Este mar lo que sí tiene es un fondo eléctrico, con todos
esos granitos de arena dando vueltas y vueltas, caóticos, perdidamente
despelotados e ignorantes. Difícil ver algo ahí.
Micropartículas de rocas en el fondo. Micropartículas de
agua en la niebla. Canciones de liberación.
1 comentario:
mucha felicidades y un cordial saludo
matias
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