Dentro de un mes será lunes.
Habrá, en los diarios, muchos editoriales, análisis, mapitas, números.
Algunos, muy pocos, tendrán mucho sueño por haberse quedado hasta la madrugada dándole F5 a la página de los cómputos. Conozco gente tan demente que es capaz de esperar hasta las 6 de la mañana que haya una tendencia firme en Londres, provincia de Catamarca. Otros andarán bostezando todo el día por el sencillísimo y humano hecho de quedarse festejando hasta cualquier hora. Otros tendrán una especie de mínima melancolía e ínfima resaca, porque se excitan con los domingos de elecciones, hacen un asado al mediodía después de ir a votar y luego están toda la tarde esperando los primeros resultados en una terraza tomando vino. Otros, el lunes, dentro de un mes, estarán realmente cansados, porque hicieron los sanguches para todos los fiscales. Otros tendrán un poco de cada una de las anteriores. Conozco mucha gente como yo.
Ahora: la inmensa mayoría, el lunes 24 de octubre, se levantarán a la misma hora de siempre, desayunarán lo mismo de siempre, tomarán el mismo tren o el mismo bondi de todos los lunes y camino al laburo relojearán en un kiosco la tapa del diario. Más o menos como todos los lunes de todas las semanas de todos los años.
Por suerte la democracia es así de aburrida.
No está mal.
2 comentarios:
Es verdad, una democracia que funciona bien se pone aburrida. Es inevitable. De ahí el fracaso de quienes ven en cada elección una especie de batalla final. No la ven.
La rutina democrática. Por razones mas o menso parecidas, algunos dicen que es lo mejor y otros lo peor que puede suceder
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