11 agosto 2011

El peligro de la demagogia

El periodismo argentino vive una especie de sana ebullición. Por primera vez en mucho tiempo, el propio ejercicio de la profesión (me gusta decir oficio) está cotidianamente puesto en el tapete, ya sea por quienes lo ejercemos como por una parte importante de la sociedad.
Así como en otros tiempos fueron otras las instituciones que cayeron en una crisis de legitimidad y de credibilidad (alguna de ellas todavía sin recuperarse plenamente o, siquiera fuere, parcialmente, como los partidos políticos, la Justicia, la iglesia católica, el sindicalismo), hoy en la Argentina la lupa está puesta sobre cómo se ejerce la actividad periodística (por cierto: el epifenómeno es mundial y quizás sea un emergente del clima cultural de época: todo lo sólido, ahora sí, Karl, se desvanece en el aire).
Un ejemplo concreto del estado de situación: hace un par de meses, un lector me dijo, protestando: "ahora, para estar informado, tenés que leer por lo menos tres diarios. Los periodistas me obligan a hacer el laburo de ellos".
El fenómeno de polarización que hoy expresa la prensa argentina tiene un costado muy valorable, según mi entender: ha caído el mito de una cierta "objetividad" propia del hacer prensa, mito que aún era consistente en el común de las personas pero que hace décadas había sido refutado en la academia o cualquier estudio sensato sobre comunicación.
Sin embargo, en esta etapa de crisis del periodismo, otro peligro acecha. Y es que varios medios están cayendo en algo que se supo criticar acertadamente a la practica política: la demagogia con los propios.

Lo he dicho mil veces: un buen político, un dirigente de fuste, debe encarnar dos dimensiones en su accionar: una función representativa (expresar lo que parte de la sociedad -nunca toda- desea) y una función pedagógica (saber decirle a esa propia sociedad "por dónde ir" hacia donde se desea). La crisis de los partidos políticos, el crecimiento de una sociedad hiperespectacularizada y varios etcéteras más, nos han dado muchos políticos que sólo son capaces de intentar ejercer la función "representativa". El colmo de ellos son los que su máxima convicción es hacer seguidismo de encuestas y acomodarse a ellas para luego opinar.
Bueno. La cuestión es que resulta notoria esta situación en gran parte de la prensa argentina actual (sobre todo en los editorialistas) : se escribe para "los propios", sin ninguna pretensión de analizar la información, ya no objetivamente, pero al menos con honestidad intelectual y sentido crítico. Están haciendo demagogia, que, recordemos, es decirle a alguien lo que quiere escuchar.
Entonces, un ejemplo patético de esta defección, la tapa de La Nación de hoy, que ignora inexplicablemente los cierres de campaña de varias fuerzas políticas. entre ellas, ni más ni menos, la de la actual Presidenta y puntera en las encuestas hasta el momento.

Quiero aclarar, por las dudas. Pongo como ejemplo La Nación, pero el fenómeno no es privativo de los "medios independientes". También sucede con esta moda del "periodismo militante" (concepto que, a pesar del esfuerzo, no logro comprender y entonces corro a refugiarme en el "periodismo comprometido" de Rodolfo W.): un círculo para nada virtuoso de "decir lo que esperan que digamos nuestros lectores".

Por cierto, no está mal también aclarar que hay, de un lado y del otro, excepciones a esto que expongo aquí. Y en ellas confío a la hora de pensar por qué hago lo que hago cuando intento hacer periodismo.

ACTUALIZACIÓN: Recomiendo la lectura de esta nota de Hinde, que me gustó mucho.

4 comentarios:

uno cualquiera dijo...

Me gustó mucho pero mucho tu entrada (es una mirada urgente, me parece), y muy poco la nota que linkeaste.

"Me gustaría que no se leyera esta nota como una defensa reaccionaria o corporativa escrita desde el resentimiento o la nostalgia"

Y después esto:

"Juana jamás se le ocurrió señalarle a los medios cómo debían hacer su tarea. Le hubiera parecido tan temerario como enseñarle a un médico a curar."

Qué sé yo, me resulta bastante corporativo. Como gremio y corporación tendrían que hacerse cargo de que a una parte significativa le quepa, más que la comparación que ensaya Pomeraniec con un médico, la comparación con un curandero...

Saludos.

uno cualquiera dijo...

PD: aclarando por las dudas; la reversión del símil de Hinde no está dirigida ni a ella ni a vos, obviamente.

Pero me parece que hay un desbarranque en las prácticas del sector que explica mucho más del fenómeno que el avance de las nuevas tecnologías o la irreverencia de la temprana edad.

"Donde hay una necesidad o un vacío, nace una organización". O algo.

Saludos.

Anónimo dijo...

1- Es un problema, pero hoy la política es altamente mediática, al menos en un sector importante de la sociedad. En ese contexto, es difícil evitar la demagogia, porque es la lógica de los medios. Los medios que dicen lo que a uno no le gusta no pueden autosostenerse (digamos, no hay ningún diario anti-Boca, ponele).

2- El periodismo militante no es periodismo, es aguante con información y quizá formación. La mentira es que solamente hacen periodismo militante Mengolini o Barone, también lo hacen hoy en los medios masivos opositores. Pero el periodismo sí tiene tendencia, y que eso se blanquee no está del todo mal. Lo que uno espera es un intento de análisis objetivo, cosa que casi no existe hoy.

Saludos.

Gonzalo Luis dijo...

Buen post. Coincido en general. Abrazo.