Soñó despierto, mientras miraba una nube negra, con la música de los bombos.
Pensó otra vez en escribir, mientras dormía, la novela gris que nunca iba a empezar.
Habló. Habló mucho, en silencio, de las desteñidas camisetas de los jugadores.
Era un recuerdo y recordó, cuando se daba el lujo de tener ídolos de barro colorado.
Dolió. Sí, tengo 40 en el documento celeste, y le dolió la cintura y el conurbano en la parada del bondi, mientras esperaba que no llegara nunca.
Viajó, como siempre, por rutas poceadas llenas de marrones y vacías de estaciones de tren.
Bailó, amarillo, torpe, entre las sillas rotas.
Sonrió. Sonrió y dijo dame un rato de cielos azules, de mates verdes, de balcones nuevos y de historias naranjas.
Y cantó. Cantó la canción de imágenes perfectas, camino al bunker. Vamos a explotar en distorsionados papelitos de colores.
1 comentario:
hermoso... enamora!
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