12 agosto 2011

Los cielos azules

Soñó despierto, mientras miraba una nube negra, con la música de los bombos.
Pensó otra vez en escribir, mientras dormía, la novela gris que nunca iba a empezar.
Habló. Habló mucho, en silencio, de las desteñidas camisetas de los jugadores.
Era un recuerdo y recordó, cuando se daba el lujo de tener ídolos de barro colorado.
Dolió. Sí, tengo 40 en el documento celeste, y le dolió la cintura y el conurbano en la parada del bondi, mientras esperaba que no llegara nunca.
Viajó, como siempre, por rutas poceadas llenas de marrones y vacías de estaciones de tren.
Bailó, amarillo, torpe, entre las sillas rotas.
Sonrió. Sonrió y dijo dame un rato de cielos azules, de mates verdes, de balcones nuevos y de historias naranjas.
Y cantó. Cantó la canción de imágenes perfectas, camino al bunker. Vamos a explotar en distorsionados papelitos de colores.