Bueno, Ignacio. Ya no tengo más excusas. O sí, bah. Me podría excusar, y vas a entender, de los últimos exámenes de hija, del trabajo atrasado, de las fiestas y las cenas de fin de año, de cómo tarda el subte cuando uno está retrasado. De la mecánica de la cotidianeidad.
Pero me está dando vergüenza. Y no sea cosa que el miércoles pueda ir y no tener leído aunque menos un cacho.
Así que ahora pongo la pava, preparo unos mates y -antes de salir para Plaza de Mayo- empiezo con Los modos de ganarse la vida.
Y no me voy a cansar de decirlo: que bellos son los libros de Entropía che.
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