INdoamericano: un intento de análisis

Simplifiquemos.
Dividamos la cosa en dos: la realidad y lo que se refleja, a través de los medios, de ella.
La realidad de la toma del Indoamericano es, de por sí, dramática. Es dramático lo que sale a la luz y es dramático que algunos -con buena o con mala leche- piensen que eso no existe: hay un largo campo de compatriotas y conciudadanos a los cuales crecer a tasas chinas no les alcanza. O sea: la redistribución capaz de hacer que estos miles -cientos de miles, millones- de excluídos sociales dejen de serlo no alcanza. Si es que existiera-esta redistribución- entre ellos, no alcanza.
Que eso se visibilice tiene un costado positivo, como bien señala el cada día más afilado Fede acá.
De ahí para acá, se encadenan dramatismos. Y no vamos a abundar. Basta con citar 3 o 4 muertos, la emergencia (con cada vez menos "represión social") de cierto discurso racista y discriminador entre los sectores populares, el enfrentamiento social de "derechos" que colisionan.
Porque quizás no sea muy progresista, pero vieron esa pavada de "mis derechos terminan donde empiezan los de los demás"? Acá hay un clarísimo ejemplo de que eso es una huevada marca cañon. Acá hay "derechos" que chocan de frente como dos trenes. Tienen derechos los sin techo a dejar de ser explotados en las villas por quienes les cobran como si garparan un dos ambientes en Almagro por una casucha y tienen derecho a la vivienda. Y tienen derecho los vecinos de Soldati a que no se instalen en el Parque y a sentirse de algún modo "estafados" y "perjudicados" ante una probable solución por la "acción directa". Sigo haciendo amigos progres: entiendo el discurso "victimizante" del vecino que dice: yo pago mis impuestos, pago mi alquiler, pago. Claro que lo entiendo. Y es ahí, cuando "los derechos chocan" cuando entra en escena un personaje llamado ideología.
Negar, desde el progesismo bienpensante con sede detrás de un teclado de computadora, el malestar vecinal es la contracara del reduccionismo con que cierta izquierda no logra ver que -lamentablemente- en el mundo existe una paleta inmensa de matices. No flaco: no es lo mismo ni se equiparan el accionar del Gobierno nacional con el de Macri. Será cómodo para vos pensar así, así como es cómodo para mis amigos progresistas decirle racistas a todos los vecinos de Lugano y Soldati.
¿No sería más lindo un mundo menos enquilombado? ¿Más binario? Y, si. Pero vivimos en este. Y lo único que podemos hacer es tratar de cambiarlo.

Sigamos, que va para largo. Hecho este planteo de base, resulta muy evidente que hay sectores políticos (¿marginales?) intentando algo. La existencia de matones, barras y organización detrás de los incidentes está clara desde el primer día y ahora, además documentada. Y no hay, nunca, barras operando sin un padrinazgo político detrás. Así que, sin ponerse paranoico ni en víctima, alguien tiene responsabilidad por estas cosas.
Lo del macrismo es casi inenarrable. Dan vuergüenza ajena en su patético lamento permanente. Parecen comentaristas de la situación en vez de la fuerza política que gobierna la ciudad Capital del país. Si querían ser comentaristas, chicos PRO, se hubieran dedicado al periodismo. O se ponen un blog, pero renuncien. Son unos inútiles totales.
También asombra -y preocupa- el silencio absoluto de Proyecto Sur o la Coalición Cívica en torno el conflicto (vergüenza: segunda y tercer fuerza del distrito. Se escondieron) y la casi nula capacidad de mediación del mismísimo Frente para la Victoria porteño. Y cuando digo mediación no me refiero a ir y ponerse en el medio entre los ocupantes y los edificios de enfrente. Me refiero a "mediación" en tanto brindar un marco político que permita entender el conflicto y colaborar en su resolución. Por ejemplo, dando un "relato" que impida a los ciudadanos despolitizados caer con facilidad en el discurso racista.

Y aquí llego al final. Hemos escuchado mucho en estos días que el Indoamericano fue una clara expresión de la ausencia de Estado. Esto es cierto. Pero también hubo otra ausencia allí: la ausencia de la política.
Y cuando la política se ausenta, la mediación más eficaz -la hegemónica, cuando no la monopolica- pasa a estar en manos de los medios masivos de comunicación.
Es ahí cuando terminamos leyendo cosas como estas que llevan ese título.O escuchando en la tele y la radio segregaciones y racismos aún peores.
Sería conveniente que todos tuviéramos un poco más de responsabilidad.
O al menos disimulen un cacho su podredumbre #findelperiodismo.