Tan joven y tan viejo

Estamos todos locos.
Era julio de 1996 y me senté en una mesa de la vereda de un bar que está en Niceto Vega y Arévalo -un bar horrible, todavía está- y pedí un cortado. Eran más de las 10 de la noche, recién terminaba la reunión y me pedí un cortado. Primer dato, este, que refuerza que en esa época era mucho más serio que ahora.
En la mesa estaban otros pibes y pibas. Me acuerdo de Ramiro, de Beto, estaba Paulita y algunos más. Veníamos de un Centro cultural que estaba a un par de cuadras. Hace poco creí estar convencido que también estaba Juan Cruz de potrillito, pero creo que eso lo estoy inventando ahora. La cosa es que le puse un sobrecito de azúcar al pocillo, revolví lento y cuando terminé levanté la cabeza, prendí un cigarrillo y dije, ceremonioso: tengo que decirles algo.
Mucha bola no me dieron, así que me tomé el cortado, tosí y repetí: che, boludos, les quiero decir algo. Es importante.
Y dije: Compañeros, esta fue mi última reunión de juventud. Entre los laburos, las clases en la facultad y el local del barrio, no tengo tiempo. No puedo seguir militando seriamente con ustedes, sería irresponsable. Aunque, pensándolo bien, todo eso que acabo de decir es cierto, pero en el fondo, siento que ya tengo una edad que no da. Vamos, tengo 26. Estoy viejo para la Juventud.

Hoy me acordé de esta anécdota cuando leía, en el NO -dedicado a la relación entre Kirchner y la "cultura joven" y "rockera"- esta nota de Federico en el suplemento "joven" de Página 12.
La cosa es que Fede me nombra y me da vergüenza.
No da. Tengo 40. Estoy viejo para la Juventud.
Pero de momento, nada de adiós muchachos. Like a Rolling Stone.