Desvaríos tucumanos.

Estoy acá, en Tucumán, es un hotel y logro prender la tele después de entender que antes de pulsar el control remoto tenía que apretar el botón de encender y, antes de eso, apretar una tecla al lado de la almohada. Tengan cuidado que hay varias teclas: una de la radio, otra del aire, otra que dice luz, otra la de la tele (esta hay que apretar primero) y otra que no dice nada. Esta última es la que más me intriga ahora. ¿Qué prende esa tecla? O peor. Qué apaga?
Estuvo bueno no poder prender la tele. Primero pensé en dormir una siesta y hasta me saqué las zapatillas y me tiré en la cama. Después me puse a leer a Paco Urondo y recordé todo lo que me gustaba leer. Justo le decía eso a Rubén un rato antes: "ma qué cobrar para escribir. Si pudiera elegir, yo elegiría que me paguen por leer. Pero no leer para terner que hacer reseñas o críticas. No. Cobrar guita por leer y listo. Eso. Sí, primero eso y después, segundo, mi vocación: el turismo". Me estoy yendo por las ramas, pero aprovecho y abro la ventana del quinto piso, corro las cortinas y miro, desde un quinto piso al contrafrente, las luces de las ventanas de otros edificios, la gente que camina a contraluz, que sale al balcón, que riega las macetas. Y dejo de leer, porque miro por la ventana y busco el oste, busco el cerro y encuentro ventanas y mujeres que riegan las macetas.
Y me siento delante de la notebook y me juro que voy a hacer un punteo de las cosas que voy a decir mañana cuando tenga que hablar. Porque algunas cosas hablamos este mediodía acá, cuanco conocí a @fedeturpe y al irme alcancé a decirle: es loco tuiter eh. Nunca te había visto, pero te conocía Federico.
Ojo. Que dije otras cosas hoy. Me levanté muy temprano y empecé a hablar. La mayoría fueron inmensas gansadas. Como siempre. También esbocé algunas ideas, mientras tomábamos fresco a la hora de la siesta en un bar de la peatonal con Aldo y Javier y Lorena y este pibe Carrasco que, bue, no me quedó otra, me terminaron presentando los tucumanos. Ahí dije, por ejemplo, que Néstor Kirchner era el catalizador de todos los males del kirchnerismo para los opositores. Y que muerto Néstor había que prestar atención con quiénes se la habían agarrado los, usemos un eufemismo, periodistas "independientes". Porque viendo con quiénes se la agarraron veremos a quiénes temen. Se me ocurren dos nombres: Moyano y La Cámpora. Los trabajadores y los jóvenes.
La historia se repite dos veces, primero como tragedia, luego como farsa, dijo una vez un filósofo. Bueno: a veces se repite tres, cuatro. Seis, siete, ocho veces, se repite. 
Algo quería decir cuándo pensé eso. Ya me voy a acordar.
Como se imaginarán no escribí ningún punteo de mi exposición de mañana. Una vez más voy a tener que improvisar.
Así está el páis.
Y yo con estas ganas de dejar de extrañarte es que camino tus veredas y me meto en tus bares.