26 agosto 2010
Noche de cierre
- ¿Por qué quería ser periodista? ¿la verdad? Al principio por el Loco Chávez. Entre que era de Racing, Pampita como novia y que el techo del 3CV se abría y eso era lo más próximo a un descapotable que podía desear, había motivos más que suficientes. De hecho, en aquella época, en la escuela primaria, ni siquiera me gustaba escribir las redacciones de lengua y prefería los problemas de matemáticas. Cuando crecí sumé otras excusas, igual de románticas e inexactas: afán de justicia, malestar con el sentido común existente, espíritu de aventuras (“cronista de guerra, voy a ser cronista de guerra”, que pedazo de boludo era), cierta hinchapelotez de meterme dónde no me dejaban entrar y después salir y contarlo. Verlo con mis propios ojos y después contarlo.
- Francamente, motivos bastante comunes.
- Es que si hay algo que no termino de entender es cuando fue el momento en que se empezó a pensar que los periodistas somos tipos especiales. A veces pienso que es culpa de la televisión y que últimamente cualquier gil sale un día en un programa opinando del frío que hace en invierno y quiere que al otro día lo saluden en el supermercado. Es como esa confusión que a veces le escucho a mi hijo: “de grande quiero ser famoso”. No sabés lo que me jode escuchar eso! Famoso! ¿Todos quieren ser famosos? Yo, que siempre quise ser periodista, quería, ponele, ser prestigioso, influyente, reconocido y entrar gratis a la cancha, ¿pero famoso?
- ¿Y entonces?
- Entonces que todavía no terminé. Cuando efectivamente empecé a laburar de periodista ya había perdido algunas ilusiones –todas nunca- pero tenía otras nuevas: lo imprevisible y lo inesperado a la vuelta de la esquina, en el próximo móvil, en la crónica de mañana. Me había anotado en la contratapa de la libreta espiralada: “que mi rutina sea siempre su ausencia”. Y, hablando de verdades, el oficio no es así. Te vas acostumbrando a todo: a las madrugadas de productor de radio, a refritar los cables, a que con un par de declaraciones y los años de maña sacás como chorizo los 1500 caracteres, a escuchar las mismas cosas de distintas bocas y cosas distintas de las mismas.
- Sonás decepcionado, para serte franco.
- ¿Estás loco? Sueno realista. No sería otra cosa que lo que soy porque no me sale y porque esto lo llevo en la sangre. Porque será casi siempre rutinario lo que uno debe producir, pero sigo atendiendo el teléfono, yendo al móvil y buscando cables con los mismos ojos y oídos listos para ser sorprendido. Si me apurás, lo único que ando extrañando es la bohemia después de los cierres. Irnos al bar a comer, chupar, llorar y reírnos con la redacción. Pero bueno, ahora tenemos Twitter.
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4 comentarios:
"Es que si hay algo que no termino de entender es cuando fue el momento en que se empezó a pensar que los periodistas somos tipos especiales.
Mi opinión es que el momento fue con la paulatina pauperización intelectual y de acción de los políticos, tanto acá como en el mundo.
Ponele, en los '60-'70, te mandaban a entrevistar a Perón, ¿Te imaginas a un Bonelli tratando de "correrlo"? Se lo hubiese comido con cuchillo y tenedor, con esa sonrisita sobradora que tenia. Imaginate en el mundo, periodistas con el desafío de entrevistar a líderes como Tito, Mao, Fidel, Mitterrand,Torrijos, etc, etc, tenías que tener una formación y data muy precisa para "enfrentarte" a semejantes tipos.
A eso sumale el default de los políticos en demostrar y realmente representar a su electorado, donde H del partido conservador era (y es) muy similar a Z del partido socialista. Donde no hay proyectos, ni diferencias reales, caídos todos los paradigmas de certeza y mucha, muchísima sordera, demasiada gente buscó en los periodistas el lugar por donde -falsamente- "hacerse oir"... y desde ya que muchos figurones estio Lanata entendieron muy bien los nuevos tiempos.
Insisto, la elevación del periodista al altar de los dioses modernos es directamente proporcional a una clase política con poco y nada para decir, aceptación del consenso de Washington mediante.
Menos mal que no quiso ser Albert Schweitzer
El grado de necesidad de los medios es inversamente proporcional a la militancia y movilización popular. Se necesitan los medios porque, precisamente, son los que median entre políticos desprestigiados y pueblo descreído. Cuando hay un gobierno prestigiado, a la bosta con los medios, los periodistas, etc. De ahi su decadencia (mas alla de los negocios que se empiezan a conocer)
El problema, me parece, es que el periodista cree estas asociado a la verdad, y la verdad tiene un gran papel en la cultura de occidente. Luego, nos creemos dueños de la verdad. Mas adelante llega el show bussines, y y ahi se pudre todo
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