27 noviembre 2009

Seguridad y confesiones

Varios de los comentarios del post anterior hacen centro en criticar esta frase que allí había puesto: “ El dolor, el dolor de un padre, da impunidad para decir cualquier cosa. Y está bien que así sea.”
Oscar dice: “creo que el dolor es como el alcohol o las drogas: voltea barreras e inhibiciones. Pero no inventa nada que ya no esté adentro”. “El dolor genuino crea una tristeza infinita. El dolor jamás crea fachos. Sólo los pone en cámara”.
Ariel dice: “no me parece que el dolor extremo de un padre no da impunidad. Incluso en esas situaciones hay gente que tiene límites y gente que no. Las Madres de Plaza de Mayo, las Abuelas, me vienen a la cabeza…”
Baleno dice: “Para mi el tipo no dijo nada que no pensara de antes. Ademas debe haber 10 o 12 millones de argentinos que piensan asi. Mas tarde o mas temprano habra que volver al 8 de julio de 1816 y discutir que es tener un país”.
Martin Latino dice: “coincido con los que dicen que no hizo mas que desinhibir, no jodamos, ninguno de nosotros gritaría algo así, podés putear a Scioli, puteá a Cristina si querés, pero no digas que le dan plata a los pobres para que salgan a matar, algo está podrido adentro tuyo desde antes”.
Garser dice: “coincido. El dolor no justifica en lo más mínimo. Quien habla así ante la muerte de un ser querido, es porque realmente piensa de esa manera y no porque lo impulsa la tragedia. Sirvan como ejemplo las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.

Bueno. Admito que me gustaría tener esa rotunda certeza. De hecho, si me preguntan ahora diría: aunque me pasara, nunca diría esas barbaridades racistas e ignorantes.  Pero debo, me gusta, ser honesto intelectualmente y, la verdad es que –por suerte- no sé lo que me saldría de las entrañas si alguien asesinara a mi hija. Algunos ponen el ejemplo de las Abuelas y de las Madres y es válido. Claro que es válido. Pero por eso las Abuelas, las Madres, los Hijos tienen en mí y en todos nosotros no solo respeto sino admiración. Una profunda admiración humanista: nunca venganza, siempre justicia.
Y otra punta más que me sale al leer los comentarios: es cierto que los medios a veces funcionan como las drogas o el alcohol, rompiendo las inhibiciones y sacando fuera lo que ya estaba adentro. Y es por eso que planteo su inmensa responsabilidad: al transmitir expresiones de personas conmovidas por la muerte de un ser querido, legitiman esos pensamientos en aquellos que ni siquiera tienen  ¿el derecho? de decirlas por estar presas de ese dolor.
Los medios, como el poder o la muerte, en algo se parecen. Comparten algo: sacar a la luz lo que se esconde en nuestras tinieblas. El que llega a posiciones de poder y empieza a ser garca ya era garca de antes. Y la cercana muerte, al menos en mi experiencia, opera parecido. Antes yo pensaba que si a alguien le anunciaban que le quedaban pocos meses de vida estaba a tiempo de obturar sus costados más oscuros, más siniestros y retorcidos y “aprovechar” ese tiempo en un estado de bondad consigo mismo y con los demás. Bueno, les tengo una mala noticia. Casi nunca es así. Lo que sucede, sencillamente, es que se profundizan todas las características que tu personalidad ya traía dentro. Las buenas y también, sobre todo, las malas.

Debiera poner algún tipo de conclusión, pero solo pienso en que hablar de la muerte es conjurarla.

8 comentarios:

Oscar dijo...

Comparto la esperanza de nunca poder sacarnos la duda de qué nos pasaría. Pero haciendo una simple especulación, rescatando memorias emotivas a la mejor manera de Stanislavsky, no descarto que ante semejante trance sintiera el impulso de manotear un arma y volarle la cabeza al tipo que me mató a un ser querido. Pero de hacerlo YO, en caliente, por mano propia y en medio de un estado alterado. No se me ocurriría pedir que bajen la edad de imputabilidad, ni que implanten la pena de muerte ni que devuelvan a Bolivia a los villeros indocumentados. Yo me animo a identificarme con Van Damme o Bronson cuando persiguen y van matando, uno por uno, a todos los que destruyeron sus familias. Uno es humano y le circula sangre por las venas. Pero jamás podría ser Blumberg. Me parece que eso ofende y mancha al dolor. Y lo vuelve una excusa, un fuero personal que otorga permisos extraordinarios. Y qué otra cosa esperar de un periodismo miserable que la exaltación de esas miserias...

Anónimo dijo...

100% con Oscar. Hay una diferencia, bah, un abismo entre "matar a ese hijo de puta" y "matar a todos los negrso". El "matar a ese hijo de puta" se entiende, puede ser fruto de la emoción violenta. Lo otro ya estaba en su cabeza.

Alejandro dijo...

Afortunadamente nunca me mataron a un ser querido, pero sí tuve un arma apuntada a la cabeza. Y qué querés que te diga, sí pensé cosas que en frío me horrorizarían. Estoy seguro que en estado de emoción violenta podría matar a alguien. Yo banco la primera versión: la víctima es inimputable mientras realiza su duelo. El tema es poder pensar con la cabeza fría cuando NO estás en ese estado.

Demian dijo...

Quisiera colocar en el tapete de la discusión algo que tengo dando vueltas en mi cabeza desde hace bastante tiempo:

Hay un aspecto del circo mediático que no podemos ver y es el momento en el cual el periodista coordina y acuerda con el sujeto de la “entrevista”. Me parece central y necesario las formas por las cuales el mediático se presenta y carga de contenido la perdida ante un hombre dolido por una perdida irremplazable, ya que la manera que se usa esta estrictamente relacionada con la respuesta que el este puede dar ante una camara. El periodista es el principal impulsor, maneja al sujeto y lo conduce usando todo esa energía con preguntas.
Algunos hombres dolidos son fáciles de manejar solo se necesita colocarse como un agente de cambio ante el dolor y poner en el escenario al CULPABLE y el resto es casi una ecuación

Me encantaría escuchar la manera en que el periodismo se acerca a una persona en medio de un dolor enorme, como también las formas con las cuales la prepara para hacer un en vivo me parece muy importante para entender el pseudoperiodismo-deshumanizado.


espero que se haya entendido, todas las faltas ortograficas cobrencelas al word.
muchas gracias y buena vida

Anónimo dijo...

no quiero deslindar responsabilidad editorial, pero muchos periodistas hacen cosas q no les piden. son estructuralmente soretes y piensan q la soretitud les garantizará fama eterna.
y con suerte conseguirán un inodoro.
abr
normis

Ariel dijo...

Mendieta, es claro que es un tema complejo... hay situaciones dolorosas que por más que uno quiera no puede ni remotamente representarse. Lo que digo es que eso no da impunidad. Si dice una cosa aberrante hay que decirle "te entiendo, pero eso no". Coincido también con Oscar y Martin: hay una distancia entre algo del tipo "quiero matar a esos hijos de puta" y cuestionar por ejemplo la asignación universal por hijo porque la van a usar para drogarse. En cualquier caso, no tenemos que dejarlo pasar. Menos todavía en una sociedad tan violenta. De manera general creo que hay demasiada gente entendiendo y explicando la violencia de estos personajes y demasiada poca gente espantada. El tipo tal vez debería decir algunas barbaridades, pero nosotros no podemos dejar de espantarnos. Saludos.

Anónimo dijo...

Te digo mas Ariel, en la mayoría de los casos en los que escuché que algunos tiran "tienen que volver los militares" o similares, los periodistas terminan reprochando esas palabras. Sin embargo, no tienen la misma actitud en los casos en que se habla despectivamente y violentamente de los mas pobres. La brutalidad de las palabras es la misma, pero la segunda está vista como algo normal. Me acuerdo de algo así como que de un abogado en la tele argumentaba que "negro de mierda" era algo común, que todos decían. Quizá los periodistas no lo niegan porque también lo piensan, o porque lo piensan muchos de los que ven el noticiero.

Lic. Baleno dijo...

Yo le banco el exabrupto a todos: A las madres de plaza de mayo, a blumberg, a los familiares de cromañon, a las madres del dolor, ellos tienen el derecho de decir cualquier cosa y ser comprendidos y consolados.
Bajar los decibeles en estos casos es la tarea de los medios porque se supone que tienen una mirada contextualizada y descoyunturalizada... y generalmente hacen lo contrario claro.