Apuntes desordenados

Habrán visto mis escasos posteos de los últimos días. Ando realmente agotado de trabajar, al punto tal que casi no he podido seguir con una de mis actividades más placenteras: leer los blogs. Hoy, para poner un ejemplo, el teléfono sonó por primera vez a las 6:45 y no paré de laburar hasta que llegué a la puerta de la radio, a las 20:30 (por cierto: ¿les gusta La Bloguera?)
No me quejo: hago un trabajo que me gusta y en el cual me siento útil la mayoría de los días, pero siento eso que sienten todos los blogueros: la culpa por no postear. Así que tiro un par de ideas desordenadas, mientras cabeceo arriba de la computadora y espero que mañana el celular no suene hasta por lo menos las ocho.

Vamos a meternos con la televisión y una idea que me viene rondando la cabezota.
A esta altura todos sabemos que, así como antes una cámara registraba un acontecimiento, hoy lo genera. Lo que me preocupa es que en estos días anduvo generando hechos violentos. Y no puedo dejar de preguntarme el por qué. Veamos:
Caso 1: hace un par de días lo vimos por TN a Bazán, desde muy temprano, denunciando la existencia de un desarmadero de autos a 400 metros del hopital de Saenz Peña, en Chaco. El desarmader, efectivamente, era un criadero gigante de mosquitos transmisores de dengue. Bazán, con ese estilo tan característico de cronista de guerra, se cansó de decir "que barbaridad", "cómo permiten esto", "la gente va a reaccionar si nadie hace nada", etcétera, etcetera. A la noche, varios vecinos fueron y lo prendieron fuego. Ahí Bazán modificó levemente su discurso: "esto se veía venir", "las autoridades no actuaron a tiempo", "que barbaridad llegar a una situación así". Nunca explicó (o al menos nunca le escuché) que el tipo de ahí tenía un recurso de amparo que impedía su desmantelamiento.
Caso 2: el derrumbe del muro de Paraná. Esta la sabe bien Lucas Carrasco. Pero lo que pude ver fue lo siguiente: el efecto contagio ante el derrumbe del muro de San Isidro, hizo que los vecinos salieran indignados a tirarlo abajo.Claro, justo cuando llegó la cámara.
Caso 3: Hay un móvil en Villa Fiorito. El cronista bate el parche sobre la zanja de agua y el peligro de dengue. Los vecinos se van poniendo cada más locos. LLega un funcionario municipal, el cronista lo bardea de lo lindo al aire con sus preguntas y le lanza la perrada vecinal, a esta altura sedientos de acción directa. (aclaración: no juzgo la validez del reclamo. Sólo me pregunto si hubiera sido de ese modo sin la presencia de la tele en vivo).
Caso 4: Reciencito, no supe ver bien dónde. Un caso de inseguridad, creo que un asesinato. El móvil en vivo ilumina la cerrada noche de una barriada popular. Llega el fiscal. Lo cagan a trompadas. Desde el piso, el periodista se limita a un cerrado silencio cosa de que se escuchen los detalles de las piñas.

Algo turbio y oscuro se está gestando ahí. En el minuto a minuto. Con los vecinos como actores de reparto de una obra que se escribe en otro lado.
Espero equivocarme.