En el bar: ¿O se pensaban que ya no iba más?

Noticiero sin novedad
el infierno que pide más
una calle llamada agresividad
y tu amada llamándote a descansar
mil palabras y nunca hablar
los deseos sin realizar.

El dinero de hoy no te sirve
no importa
no lo verás
solo me quedas vos
el consuelo es poderte abrazar.
Día Feliz. Las Pelotas

- Ya la puedo apagar?

- Si, Gallego. Ya está, terminó. ¿Estuvo lindo, no?

- Seee, pero quién hubiera dicho que acá en el boliche íbamos a poner Radio América. Será de dios.

- Ufa Gallego, con la guita que te dejo me tenés que poner Direct TV. Es nuestro programa Gallego, tendrías que estar orgulloso. La mitad de las huevadas que escribo se me ocurren acá, en esta mesa.

- No te hagás la estrellita, y me importa un carajo que salgas por la radio. Con la cantidad de boludos que salen por radio no me voy a marear por uno más, aunque lo conozca. Y si es por la guita que dejás en la caja, en relación a las horas que me usás la mesa de la ventana, lo que tengo que ponerte es TN. Eso sí, lo que no entiendo es qué carajo estás haciendo acá a esta hora, solo, chupando. ¿No tendrías que estar en la radio?

- No Gallego. Todos los días no puedo ir. No me da el cuero. Entre el laburo, Cachorra y todo eso, a veces tengo que descansar.

- Ya está. Te recibiste de periodista, nene: estás mintiendo. No se descansa chupando vino y fumando en un bar de morondanga como este a las diez de la noche. A vos te pasa algo. Y cuando a vos te pasa algo pueden ser dos cosas: Racing o minas. Y Racing no jugó, así que largá.

- Mierda Gallego, no te puedo contar todo.

- Largá Mendieta, y aunque sea dale un mordiscón al sánguche ese que no quiero perder más clientes con la crisis que hay.

- Es que no estoy acá. Éste no soy yo, sino una parte de mí que cada tanto aparece y me hace quedar y sentir mal. El verdadero yo a esta hora iba a estar cocinando unas verduritas en pantuflas para ya sabés quién y cepillándose los dientes después para tener buen aliento a la hora de irse al sobre.

- Y entonces?

- Que las cosas, las más bellas, las más hermosas, de vez en cuando se empañan. O las empañan. O, para serte bien franco, las empaño yo. Que me persigue la niebla, Gallego.

- ¿Y si te dejás de joder y la vas a buscar?

- Supongo que ya voy a ir. Por ahora dejame disfrutar de la soledad de la fama, Gallego. Y traé más vino.