05 octubre 2008

Escuchando a un barman en la madrugada

A. me sirve el tercer Pampero dorado de la noche, se acoda sobre la barra, del otro lado, y me dice: invitación de la casa éste, que me estás escuchando a mí al revés de lo que pasa siempre.

No acostumbro a sentarme en las barras de los bares y menos aún a trabar relación con el barman. A mí me gustan las mesas cerca de las ventanas, darle la espalda a la pared y desde esa estratégica posición cubrir con la mirada las otras mesas y la vereda. Por otro lado, sentarse en esos taburetes siempre me pareció la anteúltima estación de los fracasados, los solitarios y los aburridos. Uno se sienta ahí cuando los amigos más fieles ya agotaron sus excusas para dejar de noche a sus mujeres e ir a acompañarte de parranda triste. Pero ahí estoy sentado esta noche, en que soy esas cosas y una enorme sed de ron con hielo. Encima las historias de las barras son siempre iguales: un abandono, un equívoco o un desencuentro con la fortuna, que esa vez se bajó una parada antes de llegar a vos.

Como te venía diciendo, dice A., ya no soporto este punchi-punchi sonando todas las noches. Si al menos pusieran Radiohead de vez en cuando vaya y pase, pero esta levedad musical me invade los oídos y el alma. Igual me la banco, hay buena guita y algún día me voy a poner mi propio bar y voy a pasar la música que a mí me gusta.

Ajá…, con puntos suspensivos para que siga, le contesto, sin demasiado entusiasmo, mientras me acuerdo de los tarjeteros de los boliches, tan pelilargos tecnos ellos, que hace dos décadas se escapaban de la disco a mi bar para escuchar Oktubre de Los Redondos.

Encima, sigue A., tengo que reconocer que desde que la conocí, las noches son muy largas. Porque llevo seis años atrás de esta barra y cada noche podía ser especial. Cada noche era especial. A mí siempre me gustaron las de los jueves. Hay menos gente y podés laburar tranquilo, hasta charlar un poco con alguien después de las cuatro. Los sábados siempre me resultaron incómodos, hay una alegría forzada en el ambiente, un decibel de más en las sonrisas de las chicas y los pibes a punto de dejar de ser con tal de no llegar al mediodía del domingo sin algo en la almohada de al lado.

Mirá vos. Nunca lo había pensado así. Poneme otro hielo.

Y es duro, ahora, venir a laburar cada día y empezar a extrañarla desde que acomodo las cervezas en la heladera. Ya no hay noches especiales acá desde esa noche en que me encontré con ella allá donde te conté y nos besamos. Y no puedo creer que alguien como yo ande extrañando a una mina que apenas conozco y apenas me conoce, pero es así.

Y conocela más, le ladro, capaz se te pasa.

Justo de eso es de lo que quería hablarte. La semana que viene me voy con ella un par de días a la playa. Tengo que empezar a armar el bar de verano y aproveché para invitarla. Medio loco, ¿no?, pero la verdad es que quiero mostrarle como crecen los tamariscos a pesar del frío del invierno y sentarme en un médano mientras cae el sol al lado de ella. Quiero que vea mi escuela primaria y el potrero donde hice el primer gol. Llevarla a tomar café donde se juntan los viejos a jugar al truco y a putear al intendente y entrar al club para que huela el aroma de mi infancia. Y sobre todo, quiero que miremos juntos, en silencio, el mar. Estoy hecho un pelotudo, ¿no?

No. También yo soy de un pueblo de la costa y te entiendo mucho más de lo que imaginás. Pero todo lo que decís es para que ella te conozca a vos y no para conocerla a ella.

Es que a ella no necesito conocerla más de lo que ya sé. Me gusta exactamente así como es.

Servite dos Pamperos más, entonces, que ahora te invito yo. Vamos a brindar por tu amor y por el mar. Y por una historia de barra con final feliz.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

qué linda historia! me encantan las historias de bares! tendrias q seguir yendo a esa y otras barras

Leila Luna (ex Cosas dichas) dijo...

J´ai besoin de la lune, pour le parle la nuit...
Saludos

Demian dijo...

Mendieta, esto fue donde le dije que había Pampero?

Mendieta dijo...

Paula: gracias, trataremos de seguir.
Cosas Dichas: busco un diccionario y le contesto.
Demian: digamos q el viernes me inspiré ahí, pero no es "ese" barman. Gracias por el dato.

Demian dijo...

Gracias a ud por el dato... no lo tenía al Pampero.

El Canilla dijo...

Necesito ese bar !!! mi kiosko está un poco aburrido y la gente ya ni se para a leer de ojito !

Buena crónica, me gustó.

Anyuletta dijo...

No es tamarindos? No quiero aguarle el romanticismo, pero si quiere chupar mas frio, y así sufre un poco mas, que vaya a las costas de mi "ciudad luz" (por la joda ininterrumpida): Aguas Verdes, años de vacacionar por esos lares. Ahí sí que te pega el viento pero mas te pega la arena, cuando a ella le pega el viento. Un fresquete... incluso en verano. En invierno, además, te pega la soledad, duro y parejo. Por eso desistí de las amplias costas de "la ciudad luz" y me voy pal norte: en noviembre me esperan las cataratas. Me cagaré de calor? Se que no tiene mucho que ver, pero tengo sueño y 0 ganas de irme a dormir, de modo que tengo que ocupar el tiempo en algo. Saludos

Anónimo dijo...

me gusta q la quieran a rulitos, me gusta q la cuiden a rulitos...sobre todo por q yo la quiero a rulitos y por q la cuido a rulitos.
¡q linda q va a estar esta primavera!