11 junio 2013

La resaca



Cada día que pasa

Sin excepción, casi por naturaleza o desatino,
todos los días, a la mañana, temprano,
ando por este camino. Llego tarde al trabajo y con
      alegría, cuando
es necesario llegar más temprano
y con indignación o repugnancia o sed
de venganza o rabia. Todo esto
no me martiriza ni me apena, aunque parezca
lo contrario y tenga olor a traición; sé muy bien,
con toda impaciencia, que el ocio
llegará algún día con la revolución. Y que ni una cosa
ni la otra vienen de la tristeza o de la impotencia.

Voy cansado, es cierto, harto como todo el mundo que se precie,
o con desaliento; pero nunca falta
alguna cosa, un olor,
una risa que me devuelva,
para valer la pena; recién entonces empiezo a convencerme;
calles sucias y bocinas y el tráfico
alucinado y dormido todavía; viejos conocidos,
como el destino
o la bruma de la ciudad. Y
el mal semblante; la desconfianza
en los ojos, en los grandes ojos de la gente
hechos para volar. Manos enrarecidas
que rodean
la calle sitiando su respiración. Dominados
del mundo; empleadas
tersas y vulgares bajando
de coches lujosos de los dueños
de otras empleadas, y así sucesivamente. 


Paco Urondo



Resaca. La reseca tiene muchos significados. De todas ellas, a mí me gusta aquella que refiere a los residuos que la marea deposita en la orilla cuando hubo "mar de fondo". Salen allí, y respiran, dejando el aire viciado pestilencia, las algas en podredumbre, prontas a abonar otras tierras; las viejas sogas que alguna vez ataron una vela de un barco que tenía un destino; las piedras más pesadas, aún en medio de su realización entre asistir a los suicidas y transformarse en fina arena para los bañistas del verano. 

En la resaca, y por eso me gusta esta acepción, se puede ver el tránsito entre lo que se va muriendo y lo que alguna vez nacerá. La resaca es el máximo optimismo que podemos permitirnos los agnósticos. Una especie de vitalismo que solo encontramos en el devenir de la historia (¿será por ello la nostalgia?). Necesitamos del tiempo para ser. Un tiempo en que fuimos, un tiempo que no sabemos qué ser, un tiempo en que seremos. 
Los creyentes no tienen estos problemas. Y por eso sufren, sin saber, el mismo grado de envidia que de desprecio. 
Sin excepción, casi por naturaleza o desatino, todos los días, a la mañana, temprano, ando por este camino. Voy cansado, es cierto, harto como todo el mundo que aprecio, a con desaliento. Pero nunca falta alguna cosa. Está adelante. 


1 comentario:

Juan Carlois dijo...

Yo prefiero o, al menos puedo, referirme a la resaca que deja el alcohol porque -en definitiva- es la verdadera resaca: La otra -la que trae el mar- es inevitable y contundente.- La otra -la mía o al menos la que me llega, como dije- tiene más sabor cercano.- Vos podés tener resaca, digamos, alcohólica en cualquier momento: Para la oceánica -si estás lejos- es un poco inalcanzable.- La resaca en cuestiones políticas, encuentran apoyo en la que postulo como verdadera.- Eso merece un trago.-