Y después...
La noche enorme en el cristal,
y tu fatiga de vivir
y mi deseo de luchar.
Hay que empezar por uno. Es el único modo de estar a la altura de lo que sucede. Porque lo que sucede es, en parte, expresión clara del individualismo. Claro, a diferencia de otros tiempos, el individualismo no sale de las entrañas de los de abajo (voy a decir algo que sorprenderá a las buenas conciencias: no todos los "de abajo" son buenos. Hay flor de hijos de puta entre los que nosotros elegimos como bandera para sobrevivir, para pelear día a día, para remar rumbo a la magia, Magia), como decía, el individualismo no sale de abajo, sino de las oficinas más encumbradas. Esas oficinas tan cerca de Puerto Madero, tan lejos de donde a mí me gusta caminar.
Un día, no hace mucho, me encontré releyendo a Fukuyama, sí a Fukuyama, para entender por qué decía lo que decía alguno de los nuestros. Carajo, que duele. No hay, nunca lo voy a aceptar, fin de la historia. Al menos, no la hay hasta que no haya un solo pobre en nuestra Patria. Y eso, amigos, nunca va a pasar. Por eso, sólo por eso, siempre vamos a ser necesarios. Porque el futuro está adelante, no acá. El acá es, y claro que lo es, el mejor modo de pensar un futuro mejor. Pero acá apenas si empezamos a hacerlo.
Hoy me dijeron: "no entendés nada de política". Lo que querían decirme, pero no podían, era que no entiendo nada de hacer caso. De obedecer. De aceptar algo porque lo dice alguien que es "más importante que vos". Ajá. El que me lo dijo tiene razón, y eso es triste para mí, que allá cuando tenía 15 años decidí dedicar mi vida a la política. Y que todo lo que hice desde ahí fue estudiar, prepararme, formarme, para la política. Y que oscilo desde siempre entre el periodismo y la comunicación como herramientas de construcción ideológica.
Hay momentos, y claro que lo entiendo, en que uno debe aceptar sus limitaciones. Bueno: estas son las mías. Solo me caso con los sectores populares y siempre voy a estar dispuesto a divorciarme de los que se olvidan de ellos. Sí, soy un gil. Pero miro a mi hija de frente. Sí: a veces soy un mercenario. Pero un mercenario culposo. Un mercenario que no se vende al mejor postor, si no al menos malo. No soy un revolucionario, pero mucho menos soy un chanta que se vende como tal, amparado en las comodidades de las coyunturas. Algunos tenemos un compromiso con los espejos y con los ojos que nos reflejan cuando es de noche.
Algunos, hablando de algunos, admiramos a los Jauretche desde antes de que se ponga de moda. Capaz no lo saben, pero Jauretche apenas era un director de banco provincial antes de renunciar y dedicarse a ser Jauretche. Y nadie sabe el nombre del tipo que era el capo del Banco Provincia.
Jauretche, por cierto, y Homero Manzi, pero qué maravilla, eran de Forja.
Veremos quién pierde qué cosa.
6 comentarios:
Caradura andá a laburar... ya robaste demasiado, no te hagas el "artista"
Un abrazo.
"Si vamos con los buenos vamos a ser muy pocos" decía el General. Equilibrio, una palabra poco frecuentada en estos días de este lado de la trinchera. Abrazo Mendieta!!
En tiempos en donde reina con fuerza hercúlea la banalidad del mal, no está demás su planteo.
Pensar cómo enfrentar situaciones conflictivas desde el punto de vista moral, resolviéndolas desde el juicio justo, como decía Hannah Arendt. No es simple, pero sirve bastante.
Además me hizo pensar en la canción de La Chicana, esa que dice "el día de mañana siempre es mañana".
Me dio nostalgia de ese mañana ¿sabe? Mucha.
abrazate con lucas carrasco que tambien esta desencantado del kirchnerismo.
Mendieta es facil..
ponete un par de anteojos negros, un pañuelo blanco en al sabiola,
y sali a gritar bo_ludeces que con este gobierno de chorros enseguida te conseguis un currito.
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