05 noviembre 2012

El dilema de la legitimidad



Al momento de sentarse a escribir ciertas reflexiones acerca de la coyuntura política, hay determinados tópicos con los cuales uno debe interrogarse acerca de su conveniencia a la hora de abrir el debate.
Y esta pregunta lleva a otra, que últimamente visita mucho las páginas inactivas de este blog: ¿para qué y para quienes escribimos? El para qué es una pregunta que no tiene respuesta utilitaria, así que mejor ignorarla. En cambio, uno desearía que el sentido de con quiénes  se comparten estas reflexiones de vez en cuando se cumpliera: uno empezó a escribir desde un lugar, tomando abiertamente una posición cuando asumir que tomar posición a la hora de analizar la política no formaba parte del sentido común como, fortuitamente, ahora sucede. Sin embargo, se intenta siempre que esa subjetividad no anule –mas bien todo lo contrario- ni el sentido crítico a la hora del análisis ni la pretensión de honestidad intelectual. La asunción de la subjetividad, entiendo, encarna una obligación compleja: implica un ejercicio de la autocrítica mayor que si nos mantenemos en la mascarada de los objetivismos.
Entonces: acá se escribe para aquellos que son compañeros y no tienen miedo de pensar más allá de las consignas de barricada y se escribe para aquellos que –no siendo compañeros-, tienen la curiosidad de ver qué pasa del otro lado del río. Se intenta escribir, vamos, del mismo modo en que se intenta leer y pensar.
¿Tiene sentido, a esta altura, otro post que diga “Clarín malo”? Hay, felizmente, muchos de esos. Más aún: tiene algún sentido, a esta altura del campeonato, escribir “Cristina buena”? Hay, lamentablemente, demasiados de esos en los territorios de sentido que caminamos. No es en esa comodidad analítica que podemos aportar algo, si es que en algún lado pudiéramos.

Y, luego de este parrafado confesional, es que volvemos al inicio: ¿conviene escribir de ciertas cosas? ¿le conviene al gobierno que defendemos hacer públicas nuestras desavenencias? ¿hay espacio –en medio de una batalla- para pensar y parar la pelota? ¿O es todo Giunta, Giunta, Giunta, huevo, huevo, huevo? Qué se yo. Escribamos. 

Lamentablemente, la necesaria batalla por la plena aplicación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, ha impregnado toda la acción política del gobierno nacional de unos cuantos meses a esta parte. Y decimos acción política, puesto que el gobierno  -con aciertos y errores, eso es harina de otro costal- ha seguido gestionando e impulsando medidas de trascendencia. Pero pareciera haber disminuido la voluntad de acumular políticamente en torno a ellas. Desde siempre, aquí hemos postulado que el kirchnerismo es infinitamente mejor en sus hechos que en sus discursos. En sus realizaciones que en sus relatos. Y la pelea con Clarín nos ha reducido, limitado, encorsetado. Que para el Grupo Clarín esta disputa sea la única preocupación de su accionar es absolutamente comprensible. Que eso suceda para la fuerza política que maneja los destinos de un Estado, no lo es. A una corporación gigantesca no se le gana cayendo en su terreno.
Y así, en esta semana tendremos en las calles de las grandes ciudades una protesta ciudadana –cuya magnitud tampoco importa a la hora de este análisis- ante la cual nada se ha hecho para intentar limitar, sofrenar, debilitar. A pesar de que la misma tiene múltiples aristas sobre las cuales operar políticamente, partiendo de la base de que es una protesta con una heterogeneidad en sus demandas que permitiría intentar “descoser” a algunos sectores. No es lo mismo pedir dólares que seguridad. No es lo mismo reclamar por supuestas libertades vulneradas que por la inflación. Y no es lo mismo amontonar que dividir a tus adversarios.

Sin embargo, y a pesar de todo lo dicho hasta aquí, resulta imprescindible alertar sobre una cuestión: no todos los manifestantes del 8N son golpistas. Es más: nos jugamos a que son una ínfima minoría. Ponele la misma minoría que se va a Miami. Pero hay, entre los ideólogos detrás del 8N una actitud claramente destituyente: se trata ya no de criticar el accionar del gobierno o de sus funcionarios, modo de protesta absolutamente democrático, sino de comenzar a erosionar y poner en cuestionamiento la legitimidad de este gobierno. Y de ahí las columnas de opinión que –repitiendo argumentos trillados en nuestra historia por sectores desestabilizadores-  trazan diferencias entre “legitimidad de origen” y “de ejercicio”. O bien, como un ex periodista dijo anoche por televisión, “las mayorías no dan derechos”. ¿Y qué si no las mayorías, en un sistema democrático, libre y respetuoso de las reglas del sistema (tal como el nuestro), podrían dar derechos?

Por supuesto, en las tele-democracias post modernas, dormirse en los laureles de los resultados comiciales es un pecado mayúsculo. Porque si bien la “legitimidad” de cualquier gobierno sólo se pone en juego en las elecciones o ante groseras violaciones a la Constitución (y aquí nada de eso ha pasado ni siquiera de cerca), la construcción de consenso social que avale su accionar se debe dar de modo continuo y continuado. Y si bien el campo de la “opinión pública” es un subconjunto menor dentro de la sociedad, no deja de ser el cualitativamente más poderoso y, ojota, contagioso.

El temita de la legitimidad. Se leerá bastante esta palabreja en estos días. Ese es el huevo de la serpiente. Y es bueno que lo tengamos bien presente. Los que van el jueves y los que no vamos.  

8 comentarios:

Escribidor dijo...

Gran Post, Mendieta. Comparto plenamente que las mayorías dan derechos. Esa cuestión mitrista de que los derechos van por un lado y la realidad por otro, es un sinsentido que está dando vueltas siempre en nuestra sociedad (sobre todo en la porteña).

Ganar da derechos. Y perder obliga a mejorar, no a gritar mas fuerte para que te escuchen. Eso en la democracia. Yo quiero (como la gran mayoría de nuestra población, espero) jugar dentro de estas reglas.

Abrazo

Javier Ramos Mejia dijo...

Yes to all. Lo bueno de estos tiempos es que es mas la gente que puede sacar estas conclusiones, por lo menos lo básico como la falta de inocencia y espontaneidad del 8N, con tan solo un zapping criterioso. La otra parte buena es que la gran mayoría de los que van al 8N, creo, se animen a proclamar o conozcan a un golpe militar como opción.

Un placer leerlo siempre aunque este medio vago en este blog o le demande tiempo su señora.

Mendieta dijo...

Gracias Diego.
Javier: y de dónde se piensa que afana un servidor las ideas para los posts, eh? Además: no jodamos. Es mejor tomar mate con "mi señora" que escribir parábolas.

guaio dijo...

Mendieta,

¿el jueves hay ronda de las madres en plaza de mayo, no?

Mas que nunca, tengo ganas de cantar:

"Madres de la plaza, el pueblo las abraza"

guaio

Ricardo dijo...

Muy acertado post.

Saludos.

José Pepe Parrot dijo...

Un par de cosas, o quizás algo más:
1.-Sostengo que ningún proceso puede alcanzar sus metas sin autocrítica. Sin esa retroalimentación vivimos de ilusiones. Hoy Alieto Guadagni, el que nunca asumió ningún error, pidió autocrítica. En realidad solicita adhesión a sus ideas. Autocrítica pedimos nosotros desde otro lado. Justo por los motivos contrarios.
2.-Es una zoncera al estilo Jauretche eso de que las mayorías no dan derechos, se parece al asunto de que la victoria no da derechos. Pasa que jugar a las mayorías no los deposita en el poder, por tanto, como Ud. dice, hay que erosionar el concepto de democracia.
3.-La legitimidad es un asunto espinoso, y sí, lo van a usar. Ayer leía un artículo que escribió Grondona justificando a López Rega. Ahí hablaba de legitimidad de acto, de los actos de Rega, obviamente. Atenta la neurona que los tantos vendrán cambiados.

Anónimo dijo...

Las mayorias dan derechos pero lo importante en un Estado de Derecho es garantizar los derechos de las minorías Es por ello que los regímenes autoritarios se diferencian de la democracia Justamente el conflicto se da entre democracia vs derechos Gargarella es un tipo que se ha dedicado a eso Conviene que lo lean porque e smuy interesante el enfasis que pone en las minorias
Por otra parte "mayoria" o "minoria" son terminos relativos Algunos saldran el 8n porque son destituyentes, otros fachos pero ojo que hay mucha gente muy podrida de la inseguridad y la inflacion No se confundadn muchachos
Martin

Caíto dijo...

anónimo de 18:14 Yo estoy podrido con el de la esquina que pone música a todo volúmen y también voy a ir a manifestar, todo suma, lo importante es mostrar una gran movilización en contra de "ella", decirle que no damos más, que nos baje los precios del súper-que los pone ella y Moreno-el Polémico, igual que la Swiss Medical o el Osde 410, no se puede pagar más! Ah.... y yo con mi plata hago lo que quiero, compro dólares a 4,50 y los vendo a 6,50 soy libre!! No se puede decir que somos destituyentes, pero si nos preguntan, le decimos no a la re-re con una furia propia de salvajes en trance, no sé que pensar, me parece que son indefendibles y el 8N va a pasar sin pena ni gloria. Yo espero el 7-10D