01 junio 2012

Por el piso




Van por la junta de los baldosones, marchando. Parece una fila recta, pero no. Hay que mirar con atención, una atención que sólo se logra siendo un niño o estando enamorado. Una atención minuciosamente escrutadora de cada gesto, de cada señal. Porque además de las que van derechitas, ordenadas, marciales, con su cargamento de dichondras molidas a dentelladas, hay otras que hacen un trabajo diferente. Entonces, estas, avanzan un tramo más rápido que el resto, se frenan, se corren a un costado, miran, vuelven para atrás, se cruzan al otro baldosón, mirando para afuera de la canaleta llena de arena que el viento trajo esta mañana desde los médanos.
Son, estas, más inquietas, más inconstantes, más rebeldes, más libres.
Las veo pasar, ir y venir, por los costados, mientras este pasto que ya empieza a pudrirse encima cada vez pesa más y más. En serio, me duele la espalda hace demasiados hormigueros y demasiadas historias.

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