Se sienta y al sentarse se prende el cinturón, se pone los
lentes y saca del bolsito una pila de revistas.
Despega, ya despega.
Las azafatas van y vienen por el pasillo y él, inmutable,
ensimismado, se aferra a las fotocopias como a una auhache en villa almagro. Son esas revistas que
te dan en los comercios, en blanco y
negro, compuestas en coreldraw, llenas de cuadraditos que son publicidades y
cuadrados que sumarian cosas como “Frases para pensar”, “La vida de un buen
samaritano”, “Las mil propiedades del ajo crudo”.
No se ve el mar, desde
acá, sentado en medio de una fila de tres, no se ve el mar. Ni el río.
Las lee con detenimiento obsesivo. Saca una del pilón, lee
la tapa, luego da vuelta la página, dobla la revista al medio, termina y da
vuelta buscando otra página. Pasa su dedo índice por cada hoja, evidentemente
gastadas de tanto repaso. Busca algo. Y yo empiezo a buscar con él.
La tierra desde arriba
es espuma gris, porque cuando miro veo mar.
Termina cada una de las revistitas. Las alisa con la palma
de su mano y las va poniendo en un pilón que armó sobre la mesa del asiento. De
la izquierda las leídas, de la derecha las que quedan por leer. Y no puedo
evitar pensar que debiera ser al revés.
Ayer caminamos por un
oceáno que fue y nos sacamos fotos saltando la sal.
Está terminando. A esa altura empezamos a descender y a esa
altura alcancé a ver de reojo un aviso de Perforaciones Rosario de Lerma y los últimos
repetidos a la cabeza en la nacional. Entonces saca una birome de su saco y
subraya una palabra.
En cada grano de arena
hay un camino secreto, tan inútil de ser descubierto como de ser nombrado. Y en
cada camino una curva. Y en cada curva un desencuentro.
Cierra de golpe la revista, antes de que pueda leer. Guarda
el pilón en el bolsito y de ahí mismo saca un ipad y se pone a jugar al tetris.
Las mareas siguen
ocultando las únicas respuestas que valen la pena.
Lo pierdo de vista apenas bajar, mezclado entre los gringos
que hacen escala. Se lleva la palabra, se lleva todo.
Te doy todo el mar. Dame
paz.
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