15 noviembre 2011

La cuestión del Poder y de "los poderes". El caso Aerolíneas.



Cuando hace un tiempo el kirchnerismo comenzó a recuperar lenta pero persistentemente cierta consideración social, también empezó –en paralelo- a escucharse en boca de ciertos analistas, editorialistas y dirigentes políticos de la oposición un argumento que postulaba, sintéticamente, lo siguiente: el oficialismo es hegemónico, concentrador de todo el poder y, por ende, autoritario.
Si para sostener esta hipótesis había que pasar a degüello el concepto gramsciano de hegemonía poco importaba, puesto que, vamos, nadie sabe muy bien, salvo Mariano Grondona y los habitués de las facultades de Ciencias Sociales, quién es Gramsci. Si para defender esta posición había que llegar al extremo, en pleno Siglo XXI de negar conceptos básicos en la esfera pública moderna (y ni hablar de postmoderna, pero evitemos entrar en categorías “líquidas”) como es la multidimensionalidad de los poderes en sociedades democráticas, vamos, lo hacemos desde los sets de TV, desde los micrófonos de las radios, desde los blogs del españolísimo diario El País.
Resulta francamente difícil de comprender que, en un país que tiene una larga tradición de poderes fácticos colonizando estamentos estatales –a veces a través del brazo de las Fuerzas Armadas anulando la propia práctica política, otras veces a través de la cooptación de los mismísimos dirigentes políticos por los factores económicos concentrados- se diga con tal liviandad que la Argentina del 2011 es un país cuyo único poder reside en el oficialismo a cargo del Poder Ejecutivo. Sinceramente, o bien indica una inocencia propia de alumnos de jardín de infantes o bien una hipocresía a prueba de espejos en dónde mirarse. Y, como diría Dolina, hay una edad en que uno es responsable de la cara que lleva puesta.
Por supuesto que el reciente resultado electoral, que consagró con una histórica mayoría la reelección de Cristina Fernández de Kirchner, no hizo otra cosa que acentuar aún más esta superflua hipótesis del “poder total”. No solamente se ignora así la división de poderes propia de un régimen liberal democrático como el que vivimos, si no –y aquí quiero detenerme- se esconde bajo la alfombra rococó que cubre el piso de los que se hacen los giles, a los poderes económicos, sectoriales, sindicales, mediáticos, etc. En fin: la riqueza propia de una sociedad, por suerte, vitalmente democrática y moderna.
Un párrafo para ejemplificar lo anterior: el conflicto desatado en Aerolíneas Argentinas. Los actores con poder en el mismo son múltiples y variados: la propia administración, algunos de sus sindicatos, otras empresas del sector que se benefician con el conflicto, ciertos estamentos que alientan la problemática para “desgastar” y esmerilar bien el propio gobierno o bien a los jóvenes que tomaron la administración de nuestra línea de bandera hace un par de años. Algunos de estos actores actúan a la luz del día y otros soplan el fueguito desde las sombras. Y es legítimo y hasta natural que así sea, insisto, en una sociedad de carácter democrático.
Ahora bien: la sociedad argentina ha aprendido a fuerza de crisis, de sufrimiento y de años de decadencia institucional, económica, social y política, a tener memoria. Y no está para nada de más recordar hoy, aquí y ahora, que los años de bonanza y de recuperación de la calidad de vida (aún incompleta, por cierto, que siempre lo será para quienes aspiramos a la justicia social) han sido por la recuperación de la autonomía del poder político y el consiguiente fortalecimiento de los poderes estatales de administración y gestión.
No resulta inocente, en estos días, decirle piedra libre a los otros poderosos que -agazapados atrás de quizás legítimos reclamos- propugnan un retroceso en el sector aerocomercial argentino.

Y los aviones, como los países, cuando van para atrás no andan.   

3 comentarios:

DP dijo...

Sí, Mendieta, tenés razón: hay más poderes, además del que tiene el gobierno y el Estado.
Pero mientras que los discursos de CFK contra "los empresarios que se llevan la plata afuera" es sólo "una presión moral", como dijo el titular de Telecom Italia, el gobierno nacional militariza el control aéreo, e interviene (y pretende suspender) a un sindicato. En este caso, APTA.

O sea que el gobierno sí tiene poder, y lo utiliza para bonapartear entre las multinacionales (que siguieron girando decenas de millones de dólares a sus casas matrices) y el movimiento obrero (donde necesita seguir esmerilando a Moyano, para poder imponer en las paritarias el techo del 18% que quieren Tomada y cía.).
En un caso el Estado (y el gobierno)apaña a los burgueses; y en el otro, pretende "aleccionar" a los trabajadores que quieran reclamar y luchar...

Acá un post sobre el tema:
http://eldiablosellama.wordpress.com/2011/11/16/cfk-anibal-f-y-szpolski-de-“armados”-y-“boicots”-sindicatos-y-luchas/

DP

hector dijo...

Un trotskista defiendo a un gremio que responde a Barrionuevo y decreta huelgas para tercerizar los servicios que se podrían hacer en Aerolíneas. Sos un capo, dp.

DP dijo...

Héctor, ¿de dónde sacás que defiendo a Cirielli o a Barrionuevo? Señalo que la ofensiva de CFK y el gobierno es, en primer lugar, contra los sindicatos.
Por algo hasta la CGT moyanista (y todavía "oficialista") tuvo su "rta reflejo" y emitió un comunicado "por el diálogo"...

Por otra parte, si te preocupa tanto esta empresa (semi)"nacionalizada", leé lo que plantea un compañero delegado de LAN:
"... la principal razón por la cual, a pesar de que el estado lleva invertidos U$S 2.175 millones, Aerolíneas Argentinas sigue teniendo una operación cotidiana plagada de demoras y cancelaciones es porque el Estado decidió que Aerolíneas se haga cargo de la deuda de casi U$S 1.000 millones que dejaron los vaciadores de la SEPI y Marsans y que hoy son una tremenda carga para la línea aérea de bandera. Hoy estos buitres reclaman que se los indemnice por la expropiación (aún incompleta) cuando el Estado debería exigirles que regresen los activos, aviones, repuestos, simuladores de vuelo que robaron de nuestra empresa. La, cuanto menos, ineficiente gestión de Mariano Recalde agrava el cuadro al programar permanentemente más vuelos de los que la empresa puede operar. Cuestión que provoca constantes cancelaciones y demoras de vuelos que hastían a los pasajeros. La gestión de La Cámpora mantiene intacta la estructura de tercerización. Los tercerizados cobran salarios de hambre, sin embargo Aerolíneas paga por cada trabajador tercerizado mucho más de lo que le pagaría a un trabajador de planta. Un claro negociado que perjudica a los trabajadores e incrementa el déficit de la empresa. "
http://pts.org.ar/spip.php?article19699

saludos;
DP