08 abril 2011
Los cruces íntimos
Del hombre, su color, su sonido y su muerte.
Nuestros idiomas en guerra
son alabanza del día.
El día nuevo tiene la forma de un vaso:
pide colmarse de nuestra música.
Somos ligeros
y en nuestro baile no se fatiga la tierra;
vamos unidos, alta mazorca de humos.
Aventamos palabras
en los caminos de la mujer y del hombre:
y arrecia la mujer igual que un viento.
"Puras conversan las armas
a mediodía -dijimos-:
nunca segaron del todo la mies."
Y nuestra sangre al sol
es la rosa más roja...
Sonido de hombre, color de hombre,
¡arraiguemos ese poder en el día!
El día nuevo tiene la forma de un vaso:
pide colmarse de nuestro color.
Pero decimos al fin:
"Color extranjero somos,
y se ha demorado el pie
junto a la tierra y su baile.
Manos de segador alzaba el tiempo:
somos un humo que busca la patria del humo".
Así cantamos al fin,
y es alabanza del día.
El día nuevo tiene la forma de un vaso:
pide colmarse
de nuestra muerte.
Leopoldo Marechal.
Son algo misteriosas ciertas continuidades y algunas encrucijadas.
Como ese momento de un viernes por la noche, en que detrás de una pila de revistas viejas hay un librito amarillento y descuajeringado, con su tapa gris del 66. Con ese olor a papel viejo y a poesía intacta.
En ese mismo momento suena esa música en esa casa de Buenos Aires.
Y ahora, detrás de ese momento íntimo, hay un post aquí escrito.
Compartido.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Bellísimo, me morí de amor con esa mujer.Gracias.sALudos
¡¡Espectacular Mendieta!!
Publicar un comentario