16 enero 2010

Unos mates para Cacho

El pibe tiene poco más de veinte y está casi orgulloso porque lo dejan laburar gratis en el Congreso. Recorta diarios, arma carpetas de archivos, de vez en cuando tipea una gacetilla. Sabe que no sirve de mucho, pero se siente bien pagado porque cada vez que entra al recinto se acuerda de su abuelo, que alguna vez le había mostrado contento una entrada a Galería de una sesión inaugural de la década del 40 y le había dicho, en la Básica de Colombres: “me lo gané militando en el barrio”.

El pibe va al Congreso cuando el laburo, el otro laburo y la facultad le dejan tiempo. Entonces va todos los días a la tardecita, antes de ir a cursar. Pero le gusta, sobre todo, ir los viernes porque en el despacho no hay nadie y lee tranquilo todos los diarios. Porque esa es una de las pagas: poder leer todos los diarios gratis.

Una de esas tardes, en uno de esos viernes, se cruza al despacho de Germán Abdala a manguear yerba y conoce a un tipo, Cacho, que le da pero con condiciones: “me vas trayendo, y que sea amargo, pibe”. Cacho siempre estaba hablando por teléfono y escribiendo –en máquina de escribir, corre el 92- sentado en el escritorio de la secretaria. Porque secretaria, lo que se dice secretaria, Germán no tenía.

El pibe empieza a cruzar todos los viernes a la tardecita a cebar mate y a escuchar a Cacho entre llamado y llamado al interior, entre una carta a un compañero de Santiago del Estero y una compañera de Chubut. Cacho le dice al pibe que no hay que aflojar, que el menemismo no es todo el peronismo, que hay que enorgullecerse de Evita, de Perón y de los pobres.  Que hay que resistir, estudiar y militar. Que ya iba a pasar y que nosotros íbamos a estar ahí cuando pasara. Cosas así. Para el pibe, que se había desafiliado del PJ con los indultos y atravesaba una etapa socialdemocráta y progresista, esas palabras era una bomba a su cerebro.

En todos esos encuentros, que duraron casi un año -hasta que el pibe dejó de ir al Congreso porque tuvo que agarrar un tercer laburo en el que le pagaban la fortuna de 200 mangos por redactar chivos de marketing para una revista-, Cacho nunca habló del pasado más que para fundamentar cosas del presente político. Y sobre todo, por sobre todo, Cacho nunca habló de sí mismo. Cacho hablaba de los demás.

Al año siguiente Germán se murió. El pibe fue como a una especie de velorio que no era tal si no encontrarse con compañeros y ahí, recién ahí, se enteró quién era Cacho. Y se sintió tremendamente boludo. Si hubiera sabido, le hubiera preguntado, le habría dicho, le.

El pibe, que ya hace mucho que dejó de ser pibe, hace unos días pasó manejando por Taco Ralo, en Tucumán. Entró, llegó a la plaza, bajó del auto y en pleno mediodía de un domingo de enero le explicó a su hija por qué estaban ahí y le dijo: sacame una foto.

Y le cebó unos mates a Cacho. Amargos.






20 comentarios:

Verboamérica dijo...

Esos mates te rompen el mate... Un abrazo!

Anónimo dijo...

Que envidia que tengo! Cebarle mates a Envar El Kadri! Un Grande!

Anónimo dijo...

pude conocerlo. esos mates le encantarían a cacho.
me sumo a la rueda.
abrazo
normis

Gerardo Fernández dijo...

Qué fuerte debe haber sido estar en ese pueblito ¿no?

FERNANDO LUIS dijo...

Me hiciste lagrimiar lagarto...

Colo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Colo dijo...

Quedè hecha un nudo, ahora ando ocultàndole la cara a los chicos para que no sepan porque lloro. Pero sobre todo, te envidio mucho Mendieta, te envidio mucho.

Afrael dijo...

Y Mendieta se me piantó un lagrimón por los dos. Muy lindo recuerdo, hermoso el post.

Paula Carri dijo...

Yo tenía apenas pasados los 20 años y laburaba en Editorial Puntosur. Por esas cosas, pasé de pronto a ser jefa de prensa, justo cuando editamos un libro de Pino Solanas. EN ese época traté bastante a Cacho el Kadre, porq laburaban juntos. Tenés razón, casi nunca hablaba de sí mismo. Le gustaba el bajo perfil para él. O eso parecía. Me encantaba la alegría de vivir q siempre tenía...

josé rubén sentís dijo...

Un abrazo.

El Asesor dijo...

Lagrimón.

Muy buena historia.

gA dijo...

Tremendo. Pero en serio: ¿Cómo no se te ocurrió preguntar quien era Cacho?

burgués asustado dijo...

me hiciste parar los pelos, sensibilidad de la historia nacional y popular..ah que buena foto te sacaron, un abrazo.

patricio dijo...

no se que decir.

abrazo.

Anónimo dijo...

que bolastristes es uno cuando es joven , ves a un tipo grande y no le das bola creyendo q vende humo.....y bue , al menos rectificas la mal hecho , a eso se le llama experiencia de vida . rodo

Aldo Ulises Jarma dijo...

Considero pagada la deuda de escribir algo sobre Taco Ralo.
Hermoso post, che!
A mí no me tocó servirle mates a Cacho, pero al menos estuve presente en el acto de denominación de esa plaza con el nombre de Cacho.
Acá conté esa historia:
http://aldoulisesjarma.blogspot.com/2008/09/un-lugar-en-el-mundo.html

Abrazo grande

Anónimo dijo...

gran tipo cacho, para mi un imprescindible
tuve el honor de que fuera mi alumno y terminó siendo mi maestro.

vodka dijo...

yo me entere tardiamente, cuando ya habia pasado todo, de la historia del cacho por que en los setenta abominaba de la adhesion acritica de la izquierda peronista al peron de esos ultimos años.(el peor peron, sin dudas, y todo el mundo parece perdonarle la vida) Y entonces no me podria haber encontrado nunca con el cacho, ni con su historia. Ahora para mi, es un procer del pueblo.
Cuestion de perspectiva, el progreso no existe, pero con el tiempo se aprende, como decia Masotta.Hermoso texto, me emociono.

Leila dijo...

Los pibes y pibas de mi generación tenemos que escuchar estas historias, saber que no todo se compra ni se vende, sentir ganas de cambiar el mundo, nuestro país, nuestro barrio.

Gracias al Mendieta que nunca dejó de ser ese pibe.

Javier Noguera dijo...

Aplausos: Tremendo Abelardo.