03 enero 2012

Vacaciones



La historia es así. Como tengo una pila enorme de libros para leer, y esa va a ser la actividad principal que pienso llevar adelante hasta fin de mes, aquí, cómodamente instalado en mi casa (perdón #LaTurista, perdón, soy un fabulador), decidí hacerlo en un lugar más confortable.

Para ello, y teniendo en cuenta que mi actual morada posee una terraza prolijamente tapizada de una horrible membrana color plateado, que cuando pega el sol podés rostizarte en 30 segundos, decidí invertir unos morlacos y tapizar un sector con césped sintético. Para ello inicié una profunda investigación que me llevó la tarde de ayer a una fábrica, en donde conocí la diferencia entre el césped "de interior" y "de exterior" y lo inconveniente de usar ese que es larguito si tenés pibes y mascotas, puesto que se dificulta el barrido.  

Ahora bien. Si pongo un cacho de césped el resto queda horrible. Entonces decidí construir, con mis propias manos de trabajador peronista, un deck. Así que, también en la tarde de ayer, me fui al Easy, pregunté, saqué presupuestos y encargué los tirantes y los listones. Pero, maldición, que los tirantes vienen sin curar, para lo cual debí adquirir también el setol "deck" (otro no, el "deck", estamos?), los pinceles y algo más que me olvidé. También disponer de los caballetes y el tablado en donde serán prolijamente embebidos en el líquido en cuestión (los caballetes y el tablado ya estaban, y es lo que constituye la famosa mesa de los asados de la Unidad Básica "Mendieta Conducción").

Claro, para eso hay que salir y poner eso cuidadosamente acomodado en la terraza que, dicho sea de paso, acumula una mugre que se remonta a cuando Alfonsín lanzaba el Plan Austral.
Entonces pensé: tengo que conectar la manguera en la canilla de la mesada del quincho y salir  a manguerearla. Claro, que no todo es tan sencillo cuando uno emprende grandes y heroicas empresas revolucionarias.  Porque el sifón del bajo mesada está roto desde que me mudé acá y si prendo la canilla se inunda el piso del quincho, que luego gotea sobre la pieza de #Hija.

Y es así como, hace un rato, luego de ir a comprar la madera, comprar la pintura y encargar el pasto sintético por teléfono, me dispuse al fin y saqué el sifón roto y fui hasta la casa de sanitarios a comprar uno nuevo.
Bueno. Ahora está acá -saludá a los lectores sifón nuevo- y mira como estoy escribiendo esta pequeña historia de verano. Vamos a ver cuando lo coloco para luego baldear la terraza y así poner los caballetes y pintar la madera con la cual armaré el deck para luego poner, en el sitio sobrante, el pasto sintético. Un día de estos, por supuesto.

Moraleja: El deseo de leer uno libros es más fuerte que el deber ser de arreglar las cosas rotas. Aunque también puede ser que me esté embolando. Quién sabe.

Me voy a leer un libro. Hasta luego.

2 comentarios:

Nieves dijo...

a mi me pasa lo mismo que a usted. Nótese que en lugar del sifón nuevo yo puse una palangana y acá estoy leyendo como corresponde. He dicho

Unknown dijo...

¿A que broli le está entrando el sr. del deck?