04 diciembre 2011

Las vueltas de la vida

“Lo único permanente es el cambio”
Heráclito

Muchachos, presten mucha atención que tengo algo que decirles. Hoy descubrí algo realmente maravilloso: la pava eléctrica. Sí, eso, la pava eléctrica. Esperen, les pido por favor que no me juzguen así, apresuradamente. Yo entiendo que nosotros tenemos una serie de cuestiones, cómo decir, realmente definidas. Meditadas en profundidad. Puestas a prueba ante los avatares del destino e, incluso allí, sostenidas con convicción y elegancia. Ya lo sé, cómo no voy a saber esas cosas. Me dedico a esas cosas. A recordar esas cosas, a valorar esas cosas y a escribir de esas cosas.
Pero bueno, ¿a veces podemos cambiar, no? Fue así: estaba hoy a la tarde en la casa de Carla tomando mate, hablando de la vida. Bah, yo hablaba de la vida. Ella y su marido navegaban por internet viendo dónde se iban a ir de vacaciones. Qué tema el de las vacaciones este año, pero es otro tema y no me quiero ir por las ramas. La cosa es que estábamos tomando unos mates y Carla me dice “estás hecho un pelotudo, se te nota en los ojos, mejor andá a la cocina, cambiá la yerba y calentá el agua”. Para qué. Llegué a la cocina y la vi ahí, sobre la mesada, espléndida, brillante, enchufada.  Con cuidado, explorándola, conociéndola, la cargué de agua, le toqué una manijita para prenderla y me quedé parado enfrente, mirando fijo la agujita del termostato, extasiado. Cuando llegó a 80 grados, capaz un poco menos, se apagó sola. No podía creerlo. Les juro.
Toda una vida delante de la hornalla, esperando que las pavas de siempre hicieran ruido, un ruido que con cada una es diferente, que en cada cocina y con cada mudanza es distinto, que hay que aprender a escuchar, prueba y error, prueba y error y las miles de pavas que se hirvieron, que estallaron, que se fundieron. Y en cambio ella ahí, independiente, perfecta.
No se rían. Entiendanmé ¿Ustedes se imaginan, con la cantidad de litros de mate que tomo por vida, el grado de autonomía y libertad que te puede dar una pava eléctrica automática? La verdad, en serio, tenía ganas de llevármela a casa ahí nomás. Fue amor a primera vista. Posta.
No sean insensibles. Ni conservadores. Se supone que nosotros tenemos la mente abierta a los cambios. Nosotros somos el cambio. Y todos tenemos derecho a cambiar cuando lo necesitamos. O cuando, simplemente, queremos cambiar.
Bueno: yo, ahora, quiero una pava eléctrica. Y tirarme todo un fin de semana en la cama a ver películas y escuchar que ella me dice desde la penumbra: “negri, ¿te hacés unos mates?”.  


4 comentarios:

sebas dijo...

ojo, antes de comprar:

http://www.revistacotorra.com.ar/2011/05/inventos-imprescindibles-la-pava.html?showComment=1304370422810#c4602040017303803827

(de paso, leete el post y los comentarios, alto debate ahí)

Die dijo...

El post es un fiel reflejo de lo que sentí cuando también descubrí la pava eléctrica.

Recomiendo yo las que tienen termostato y cortan a diferentes temperaturas (mejor aun, las que marcan rango de temperatura de mate)

omar dijo...

Jamas abandonaría la misma pava que me acompaña hace largos años por esos regalos persas de la posmodernidad

Politico Aficionado dijo...

Ya me lo veo haciendo el asado en el microondas.