28 diciembre 2011

El sesgo en la mirada

Todos somos parciales. Todos. La objetividad no existe. Ni la neutralidad. Este es, acaso, el único componente positivo del, a esta altura, largo debate que viene atravesando el periodismo en nuestro país (debate que, vale acotar, no se limita a nuestra geografía. El rol y el modo de ejercer el periodismo está puesto en cuestión en el mundo entero. Puesto en cuestión porque su poder se fue acrecentando con la misma velocidad que las instituciones de la modernidad caían en el descrédito y, ahora, también el "relato" del periodismo está puesto en cuestión por las sociedades).
Esta revelación -la de que el periodismo puede (y debiera?) tener pretensión de objetividad, sólo es nueva en el debate público y masivo. Porque alcanza con haber leído un par de libros teóricos sobre la cuestión, entrado aunque sea una vez a una clase de una universidad seria y comprometida con el saber, para notar que en la academia hace rato está filosófica y deontológicamente cerrado. Punto.

¿Cómo ejercer entonces, de manera honesta, el periodismo hoy? Esta es una pregunta que debemos hacernos cotidianamente los que ejercemos el oficio. Lo he dicho mil veces, lo voy a repetir: yo elijo "blanquear" mi ideología como primer paso, como primer contrato de transparencia que ofrezco a los demás. Que el que me escucha o me lee, sepa desde dónde hablo. Desde qué lugar digo lo que digo o escribo lo que escribo.
En segundo lugar, entra a tallar algo que es estrictamente individual: la autoexigencia. La autocrítica. Ponerse en cuestión a sí mismo las propias convicciones y creencias es el modo que he encontrado para ejercer mi trabajo. Es una tarea ardua, conflictuante. Es mucho más sencillo y menos agotador, simplemente, creer y no dudar. O sea: dudar. Dudar siempre. Sobre todo de uno.

Hay un tercer paso: darle la voz, dentro de lo posible, dentro de lo que tu lugar en la cadena de producción de chorizos que significa "construir" una noticia te permite, a diferentes posiciones. Contrastar. Escuchar cuando se pregunta, simplemente escuchar, tratando de quitarse los preconceptos que uno, como asumo al principio de esta nota, tiene.

Y hay, sobre todo hay, algo que en verdad está detrás de todo lo demás. Es la base, el cimiento: no mentir. No mentir nunca en el ejercicio de la profesión. Es eso, quizás, lo que traza la frontera entre la militancia y el periodismo. Cuando uno es un militante tiene, como parte de sus obligaciones y deseos, la voluntad de convencer al otro. Y a veces, para convencer, se puede llegar a mentir o, al menos, no decir toda la verdad. Que no es exactamente lo mismo, pero se parece. Es, este de no mentir, como todo "mandamiento", un anhelo, una búsqueda. De ahí la autocrítica. De ahí la responsabilidad social que todo periodista también tiene.

Hoy, una vez más, Joaquín Morales Solá desprecia a la profesión que tanto dice defender. Mintiendo. Porque toda su columna - como toda columna de opinión- puede ser puesta en cuestión en tanto contiene, precisamente, opiniones. Es el rol del editorialista, del columnista. Pero Morales Solá hoy miente. Miente cuando dice esto:


"La madre de Marcela y Felipe, Ernestina Herrera de Noble, fue encarcelada por el juez Marquevich por haber cometido un presunto delito que, según se sabe ahora, nunca existió"

Y esto es falso. El arresto de Ernestina Herrera de Noble se produce por la constatación de la Justicia del falseamiento absoluto de los trámites de adopción realizados por la señora. Partidas truchas, datos falsos, documentos adulterados, testigos inexistentes. Todo eso, Morales Solá, existió y está probado. Tan probado como hasta ahora, tantos años después, probado está que Marcela y Felipe no son hijos de desaparecidos cuyos perfiles genéticos estén almacenados en el Banco Nacional de Datos Genéticos.

Usted no es periodista Morales Solá. Ni independiente ni militante ni ninguno. Usted es un mentiroso. Y como tal desprecia lo que debiera unirnos a los que trabajamos de esto: la batalla -que siempre perderemos, claro, pero que siempre daremos- por acercarnos a algo que decidimos llamar verdad a falta de otra cosa que lo explique mejor.

Da vergüenza.

10 comentarios:

Daniel dijo...

Y en la conclusión afirma:
-"No son hijos de desaparecidos"

Estamos ante un periodismo pasado de miserabilidad (etapa superior de la mentira).

Anónimo dijo...

No hay objetividad, todo es relativo, solo hay un enfoque ideologico, una opinion sesgada. Entonces decis "aquel miente", yo no, yo soy poseo la verdad porque mi ideologia, una creencia mas, asi me lo dice. Ese "periodismo" no es nada mas que un contrasentido, pura religion, pura ficcion literaria en el mejor de los casos, y en los mas, propaganda politica muy mal escrita. La tuya y la de Morales. En ambas tricheras se abren de gambas ante los poderosos de cada bando. Bajate del caballo, man, que vos tambien participas de la destruccion del periodismo. Hunter Thompson los cagaria a patadas en el orto, por perpetrar deshonestidad, chupamedismo y pontificacion.

Mendieta dijo...

Primero firmá. Segundo: yo no digo en ningún lado que tengo la verdad. Volvé a leer. Precisamente digo que hay que buscarla, aunque sea inútil. Y no me bajo del caballo una mierda, porque nunca me subí. Menos mal que vos la tenés clara, capo.

Eduardo dijo...

Yo tengo mis dudas de que en el ambito academico, la cuestion de la objetividad y neutral sea un debate sanjado, que no valga la pena escribir una coma mas del asunto.
El problema reside en confundir objetividad con neutralidad. Lo que usted considera que es "periodismo honesto", puede ser tranquilamente considerado como practicas que tienden a hacer un periodismo mas objetivo.
Ningun medio que niegue se pretencion de objetividad, es un medio influyente. El periodismo militante solo sirve para los militantes.
Ahora, con respecto a la "mentira" de Morales Solá, si usted busca ser honesto como dice hacerlo, se pueden encontrar algunos argumentos que contradigan su tesis.
En primer lugar, no hubo juicio al respecto sobre al apropiacion ilegal. Usted no puede decir con tanta seguridad que tal delito estuvo probado. Y en segundo lugar, no fue presa por una simple irregularidad de adopcion. Sino porque hubo supuesta una irregularidad de adopcion por sospecha que los chicos eran hijos de desaparecidos. No es menor la diferencia.
Hago la aclaracion, porque usted dice buscar la honestidad y sin embargo, parece mas enroscado en pegarle a Morales Sola.

Carlos G. dijo...

Comparto la idea del post.
Por ejemplo, hay una vieja y tramposa pregunta: "Si en un bosque, en el cual no hay vida humana ni animal en muchos kilometros a la redonda, cae un rayo y derriba un árbol, ¿hay ruido?"

De igual forma cualquier hecho que se produce es objetivo "en sí mismo" el problema reside en que es materialmente imposible apreciarlo y trasmitirlo desligado de la propia subjetividad, entendiendo por subjetividad no sólo los procesos concientes sino también los inconcientes.
Comparto que lo único exigible es la honestidad en la trasmisíón de la verdad subjetiva; en ese plano, y hasta cierto punto, se puede discutir.
Pero si hay mentira, el diálogo está roto.

Javier Ramos Mejía dijo...

En todo de acuerdo, sobre todo en despontificación de un personaje como Morales Sola y el que pone a Hunter Thompson como ejemplo debería saber que él hubiese hecho tiro al blanco con el Joaco, just for fun.

Unknown dijo...

¿Cual Hunter Thompson? ¿Ese Hunter Thompson? ¿El que reconoció que su noticia mas influyente y famosa fué inventada y escrita bajo los efectos de drogas y alcohol? ¿Es que ya nadie lee antes de citar? El maniático desequilibrado fanático de las armas puede gustarte, podés amar su estilo, podés envidiarlo, admirarlo y, si te da el cuero imitarlo, pero ponerlo como ejemplo de honestidad periodística, es como poner a Barreda como ejemplo de padre de familia.
Mendieta usted es mas honesto que Thompson cuando juega al truco y canta falta envido con un siete y quiero retruco con el cuatro de copas.
Coincido con JRM, pero también le hubiera tirado a todos los que comentamos de haber podido, y no precisamente por cuestiones periodísticas.

Nahuel dijo...

Es muy interesante esta reflexión, y me quedo sobre todo con la observación respecto del falseamiento consciente en el periodismo.

Mi único granito de arena de aporte a esa reflexión es que, en realidad, el problema del sesgo no está tanto en el sesgo mismo sino en las imposibilidades reales que tiene todo sesgo para pensar en cosas muy distintas de él. Lo que decís respecto de la duda y la búsqueda generalmente infructuosa de la "verdad" está motorizado por esa imposibilidad ideológica que hace tanto a la hegemonía como a la mirada rígida del patrón que no podría pensar jamás en los términos del peón.

Y el problema no sería tanto pensar en el "relato de la corpo", porque la no-corpo tiene también su relato. El problema estaría en ver cuáles son las imposibilidades que de entrada plantea cada uno, y cuáles son los problemas políticos e ideológicos que se derivan de esas imposibilidades de salida.

Saludos.

Carpe Diem dijo...

Eduardo, lo que JRM dice es que el presunto delito de la viuda nunca existió, que es distinto a "no está probado". Y agrega "según se sabe ahora" como si "ahora" hubiera surgido un elemento nuevo e indubitable que permitiera saber que la viuda nunca delinquió. En realidad lo que se sabe ahora, la única novedad trascendente en la causa Noble registrada en el último año es que Felipe y Marcela no son hijos de desaparecidos cuyos datos genéticos estén registrados en el Banco respectivo. Pero ninguna novedad ha habido que pueda conmover las certezas que se tienen sobre el cúmulo de irregularidades, falsos testimonios y falsificaciones instrumentales que están demostrados en la investigación de las adopciones. JRM con la misma estrategia defensista que Clarín, pretende que el hecho de que los hermanos no sean hijos de un grupo puntual de desaparecidos signifique que ninguna irregularidad haya que achacarle a la viuda. Es mentira, es un malicioso e intencionado intento de tergiversar la realidad, no hecho por un perejil o un ignorante, sino por un profesional que posa de independiente y de objetivo, premiado por sus pares (pares en la práctica de esa clase de malversación profesional)y condecorado por embajadas de potencias extranjeras cuyos intereses defendió en desmedro del interés nacional con su influyente pluma.
JRM es un canalla y lo aquí reseñado por Mendieta apenas una módica muestra de su modus operandi. Quizás tenga razón Eduardo en que el periodismo que se confiesa militante no logra ser influyente. Por eso mismo conviene contarle las costillas a este adalidad del periodismo supuestamente independiente. E influyente.

Carpe Diem dijo...

Eduardo, lo que JRM dice es que el presunto delito de la viuda nunca existió, que es distinto a "no está probado". Y agrega "según se sabe ahora" como si "ahora" hubiera surgido un elemento nuevo e indubitable que permitiera saber que la viuda nunca delinquió. En realidad lo que se sabe ahora, la única novedad trascendente en la causa Noble registrada en el último año es que Felipe y Marcela no son hijos de desaparecidos cuyos datos genéticos estén registrados en el Banco respectivo. Pero ninguna novedad ha habido que pueda conmover las certezas que se tienen sobre el cúmulo de irregularidades, falsos testimonios y falsificaciones instrumentales que están demostrados en la investigación de las adopciones. JRM con la misma estrategia defensista que Clarín, pretende que el hecho de que los hermanos no sean hijos de un grupo puntual de desaparecidos signifique que ninguna irregularidad haya que achacarle a la viuda. Es mentira, es un malicioso e intencionado intento de tergiversar la realidad, no hecho por un perejil o un ignorante, sino por un profesional que posa de independiente y de objetivo, premiado por sus pares (pares en la práctica de esa clase de malversación profesional)y condecorado por embajadas de potencias extranjeras cuyos intereses defendió en desmedro del interés nacional con su influyente pluma.
JRM es un canalla y lo aquí reseñado por Mendieta apenas una módica muestra de su modus operandi. Quizás tenga razón Eduardo en que el periodismo que se confiesa militante no logra ser influyente. Por eso mismo conviene contarle las costillas a este adalidad del periodismo supuestamente independiente. E influyente.