"En la raíz de todos mis males, pensaba a veces Amalfitano, se encuentra mi admiración por los judíos, los homosexuales y los revolucionarios (los revolucionarios de verdad, los románticos y los locos peligrosos, no los aparatchiks del Partido Comunista de Chile ni sus deleznables matones, ah, esos seres espantosos y grises). En la raíz de todos mis males, pensaba, se encuentra mi admiración por algunos drogadictos (no poetas drogadictos, ni artistas drogadictos, sino drogadictos a secas, tipos raros de encontrar, tipos que se alimentan de sí mismos casi literalmente, tipos que eran como un agujero negro o como un ojo negro, sin manos ni piernas, un ojo negro que nunca se abría o que nunca se cerraba, el Testimonio Perdido de la Tribu, tipos que aparecían enganchados a la droga en la misma medida en que la droga aparecía enganchada a ellos). En la raíz de todos mis males se encuentra mi admiración por los delincuentes, las putas, los perturbados mentales, se decía Amalfitano con amargura. Cuando adolescente hubiera querido ser judío, bolchevique, negro, homosexual, drogadicto y medio loco, y manco para más remate, pero sólo fui profesor de literatura. Menos mal, pensaba Amalfitano, que he podido leer miles de libros. Menos mal que he conocido a los Poetas y que he leído las Novelas. Los poetas, para Amalfitano, eran los seres humanos brillantes como un relámpago, y las Novelas, las historias que nacían de la fuente del Quijote.) Menos mal que he leído. Menos mal que aún puedo leer, se decía entre escéptico y esperanzado".
Roberto Bolaño, en Los sinsabores del verdadero policía
Esto, sólo esto, una página, paga todo el libro. El que ahora me voy a seguir leyendo.
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