Pesadilla

Me acabo de levantar. Y dormí, menos mal, 6 horas. Que suena a una bocha, pero es nada cuando venía de estar sentado en una silla trabajando a destajo desde las 12 del mediodía del viernes  hasta ese momento en que volví a casa y los pibes salían pisteando de los boliches y las chicas con sus pantalones blancos entallados esperaban el bondi por Avenida San Martín. Sí, sepan que en Avenida San Martín las chicas no dudan en clavarse unos jeans blancos casi fluorescentes. Qué se le va a hacer.
Anoche a eso de las 3 de la mañana tuve que recurrir a tuiter para que me ayudaran a resolver una duda gramatical que tenía (ni me acuerdo si era gramatical o de puntuación, para ser francos).
Me estoy divirtiendo mucho en este laburo que estoy haciendo por estos días. Salvo que te cagás monumentalmente de frío, el equipo de trabajo tiene la enorme capacidad de hacerme sentir orgulloso de estar ahí.
Igaul quería escribir otra cosa y me estoy desviando. Como les decía, vengo durmiendo 15 horas en los últimos tres días. Y hoy, o ayer, o esta madrugada, qué se yo, en que me acuesto dispuesto a descansar de tanta redacción, voy y sueño con Lilita Carrió. Te juro. Con la señora. Que entraba al cumpleaños de un amigo en común y yo, tan atento, tan republicano, por supuesto la saludaba con un caballeresco "buenas noches". No va que ella me da vuelta la cara, dejándome así, de garpe. Ahí le empecé a gritar.

Creo que es un clarísimo mensaje que me permitirá estar un par de días sin dormir, cosa de terminar en tiempo y forma lo que prometí entregar.  
Yo tendría que haber nacido millonario. O vago. Esto no es negocio.