17 mayo 2011

Repensar el federalismo con eje en la Salud

Los anuncios en materia de Salud realizados ayer por la Presidenta son, de manera colateral, un buen ejemplo para repensar el federalismo en nuestro país. El tan mentado federalismo, que a esta altura viene a ser un concepto tan polítcamente correcto que ningún diputado, senador o periodista puede dejar de pronunciar, merece algunos abordajes un tanto más profundos que la mera enunciación vacía de contenido.

Veamos: la Salud en nuestro país es de esas cosas que las provincias no cedieron a la Nación en los archifamosos "pactos preexistentes" que luego dieron origen al Estado-Nación. Por ende, toda política de Salud que se intente desde la esfera del gobierno central debe ser consensuada con las provincias, que a su vez deben cumplir los pasos legislativos correspondientes en sus, perdón la redundancia, Legislaturas locales. Muy lindo todo. Muy institucionalista. Muy federal. Lástima que total y absolutamente ineficiente e ineficaz. Porque, para decirlo con un ejemplo burdo: la línea punteada que divide en los mapas una provincia de otra, en la realidad no existe. Y cuando te enfermás lo que existe es la crudísima realidad, no los mapitas.
Y qué cosa sucede en esa realidad real? Que es extramadamente complejo, por no decir imposible, generar una política nacional (o sea, para todos los seres de buena voluntad que habitan nuestro suelo) de salud coordinada, coherente y consistente. Y esto es porque los ministros de Salud son seres malísimos, ogros infames, habitantes del séptimo círculo del infierno? Bueno: no siempre. Sucede que es un quilombo. Y muchísimo más quilombo cuando están en juego cifras millonarias, corporaciones médicas muy poderosas (revisen cuántos diputados y senadores provienen de esos "campos de actuación"), negocios estructutrados vertical y horizontalmente, etc.
Dirán: oh, pero la Salud es un negocio? Que barbaridat! Y, sí. Es una barbaridad, pero claramente lo es en su totalidad en el subsistema de la medicina prepaga , casi enteramente en el subsistema de las obras sociales (ya sea porque se chorean la guita, o bien porque delegan la administración de las mismas en empresas que, caramba, cobran un porcentaje por ello o, en el mejor de los casos, porque los sindicatos deben preservar su sustentabilidad -la de la obra social, je-, la mayor de las veces a costa de cortar servicios y prestaciones). Y, aquí si lo más fulero, pero también forma parte de la realidad, la salud muchas veces es un negocio en el campo de la salud pública. Desde el director del hospital del pueblo, puesto por el intendente que le debe un favorcito a la clínica privada del lugar, y entonces "cierra" especialidades, hasta el enfermero que se chorea los remedios para meterlos al mercado negro de la farmacia que le vende rivo a los pibes.

Bueno. Que tampoco me quiero ir de tema. La Presidenta ayer anunció tres temas: a) el que se llevó el mayor centimetraje y comentarios en las radios, porque afecta a 4.5 millones de personas y un toco de pauta publicitaria; b) la "trazabilidad" de los medicamentos más caros (oncológicos, VIH, hemofílicos) o, lo que es lo mismo, un sistema de seguimiento y seguridad desde los laboratorios hasta el paciente, garantizando transparencia, calidad y seguridad en toda la cadena (además de terminar con algunos curros que a veces podrían llegar a incluír a los propios laboratorios, con partidas duplicadas y la consiguiente evasión impositiva); y c) la compra conjunta de medicamentos entre Pami, Ministerio de Salud y de Desarrollo Social.
Éste último anuncio, quizás el que pasó más desapercibido pues no hay allí ni grandes tortas publicitarias ni algunos  "malos, feos y sucios" del sindicalismo entrometidos, es para mí la más trascendente en términos estratégicos para la salud nacional. Porque ese "pool" de compra tiene la suficiente potencia para poner coto, limitar y tener la capacidad de poner un "precio testigo" a los laboratorios de medicamentos, abaratando así el costo para la totalidad del sistema. Recordemos, a modo de ejemplo, que el PAMI es la obra social que compra el 40% del total de los remedios oncológicos de la Argentina.

Ahora bien: se imaginan cuánto mejor sería si sumáramos a las Obras Sociales y los ministerios de Salud de cada provincia en esta estrategia de compra conjunta? Cuánto ahorraría ya no solo el sector público, sino el sistema de salud en su conjunto? Y si pudiéramos replicar este modelo en otros ámbitos de la salud? Por ejemplo en los estudios de alta complejidad. Saben ustedes la disparidad absurda de valores y costos que hay en un mismo estudio entre una provincia y otra? (producto de mercados cartelizados, por citar una causa).
Claro. Hay que zamarrear, para lograrlo, un poquito el árbol del federalismo. Ese que nos ampara a todos. Pero también no nos deja ver el bosque.

5 comentarios:

Musgrave dijo...

Cuando se habla de federalismo yo me pongo politicamente incorrecto. En Argentina las soluciones pasan por ahora, por mayor centralización y no por lo contario.
Vos acá me das otro argumento
abrazo

Mariano dijo...

Espectacular, Mendieta.
Un abrazo

Almita dijo...

Muy bueno tu posteo.
Me llevo:
*...Porque ese "pool" de compra tiene la suficiente potencia para poner coto, limitar y tener la capacidad de poner un "precio testigo"*
lo cual es cierto, y pone límite al resto.
Gracias por tu trabajo y por compartirlo.

Victor dijo...

La constitución del pacto de olivos hizo bosta el precario federalismo que teníamos, ahora manda el puerto (la caja) y GBA pone el gobernante, el resto hace folklore. Con respecto a la salud mi me parece que lo mas razonable es tener un buen sistema de salud pública para los que no tengan obra social, que la obra social sea de libre elección y que se permita la existencia de un seguro de salud o pre-pagas para el que quiera y pueda pagar. No es tan dificil.

Pregunto: ¿como harías para que los laboratorios no corrompan al funcionario que decide la compra de esa bola de remedios? - ¿Por que no dejar en el ciudadano la decisión de que remedio comprar para usar en su propio cuero? Hace un tiempito tuve que salir corriendo a comprar un inductor de parto natural (no se como se llama el medicamento) porque el que había en el sanatorio era genérico, y "no servían para una mierda" según las mismas enfermeras. Me recorrí 45 farmacias a las corridas y de casualidad encontré una ampolla no vencida en una. Ocurre que los genéricos (en el mejor de los casos es agua destilada) desplazaron a los productos de laboratorios conocidos. Aparte me vine a enterar que el parto natural es una costumbre casi vintage, por eso no encontraba ese medicamento, los médicos te programan para cesárea cosa de que no les caiga un parto en el horario de Tinelli, ni hablar fin de semana largo, ponele. (que justamente era mi caso...)

Como te decía el otro dia x tw la medicina en muchos casos (la mayoría) es una organización ilícita. Junta lo peor de los dos sistemas semi socialización y la comercialización de la medicina. Un horror.

friseb dijo...

Me gustó leer algunas de las dificultades que no tengo tan en cuenta en el sistema de salud. Lo que si me parece es que las medidas de salud que nos hacen pensar a la medicina como farmacocéntrica están más cerca de un modelo industrial de la Salud, cosa que no comparto.