Rio de Janeiro 0-700, 10 AM

La vereda rota. Va cambiando de lugar, pero siempre está rota saliendo de Rivadavia. El territorio liberado del 15. Lezica. La panadería cerrada y el puente. El kiosco. Bogotá. El olor a pollo al spiedo ya está, aunque todavía ruedan blancos.  El restaurante abandonado y las pintadas ochentistas de JPRegionales en el primer piso. Bartolomé Mitre. La estación de servicio peor atendida del mundo. La enorme casona que lleva en el aire la impronta de ser un geriátrico clandestino y sus gatos. El pasaje. Los pibes culatas de la ORT, orgullosos de llevar una cucaracha en el oído y corbata negra. Prode, Quiniela. Aranguren. La piba que se aburre desde que era piba en la casa de ropa de minas donde nunca, pero nunca, vi a nadie. El comité cerrado. El bar. La avenida. El otro pasaje. La casa de Seba a la vuelta. El otro bar. El linyera en la puerta de la escuela de Cacciatore de ladrillos a la vista. Las escuelas de Cacciatore siempre se inundan porque están mal diseñadas con esas aulas-subsuelos. La frontera: para allá es Lambaré, para allá no. Mi vieja.  Siempre me acuerdo de mi vieja y del balcón que daba al este cuando camino por acá.