18 enero 2011

Carta a Balzac



Quisiera defender aquí al pileterismo de una serie de reproches que se le han formulado.
En primer lugar, se le ha reprochado el invitar a las gentes a permanecer en un quietismo de desesperación, cosa de no ensuciar el agua. Estos son sobre todo los reproches de los inquietos.

Se nos ha reprochado, por otra parte, que subrayamos la ignominia humana, que mostramos en todas las cosas lo sórdido, lo turbio, lo viscoso. Más no es del todo así: nos limitamos a hacerlo con el líquido elemento que contiene la estructura que da origen y fundamento al pileterismo. O sea: si el agua está turbia, aun arrojándonos a ella como arrojados a la acción en el mundo estamos, está turbia y viscosa.
Es decir: no olvidamos la sonrisa del niño. Pero tampoco las bacterias y microbios.

A estos diferentes reproches trato de responder hoy; por eso he titulado esta pequeña exposición "Balzac es un cerdo pragmático", capaz de acomodarse a como sople el viento, según venga de un padre rígido y estructuralista, según venga de un hermano vago, mugriento y post-moderno.

Y no. No es así. El pileterismo es un arte, como la política, profundamente humano. Porque solo un arte esencialmente humano es capaz de ejercer la justa velocidad al barrefondo para que sea eficiente y eficaz la levantada de mugre y no, simplemente, hacerla flotar por un ratito.

Muchas gracias.

1 comentario:

Velas a Balzac dijo...

Estimado,
podría replicarle diciéndole que el barrefondismo es sólo un fragmento del pileterismo, así como lo electoral no agota nunca lo político; pero temo que nos enredaríamos en disquisiciones interminables.
Me gustaría, por contrario, señalarle que acaso seamos (como dijo el moderador del debate Chomsky-Foucault, del que nadie se acuerda ni el nombre) dos mineros perforando una montaña desde los dos extremos, y que algún día el Pileterismo nos hallará finalmente unidos.