31 octubre 2010

Está amaneciendo






El texto que sigue lo escribió Maxi y me lo acaba de mandar mi hermano Juanchi. Ellos trabajan en la Unidad Bicentenario, dentro de la Casa Rosada. Digamos que los pibes acaban de ser partícipes, en menos de un año, de la fiesta y el duelo más grandes de las últimas décadas de nuestra Patria. No es poca cosa. Claro que no. 


Estamos sentados en nuestra larga mesa de trabajo. El sol entra ardiente por la ventana, como si fuera mediodía, pero son las 8 AM.

Escuchamos aplausos y arengas, algunos en estéreo: Desde la web de canal 7 y porque trepan desde la planta baja. Y nos quiebran.

Los que le hablan, en tono bajo, casi con vergüenza, para pedirle a ella que tenga fuerza, nos quiebran

Los que deciden gritarle a viva voz para pedirle que tenga fuerza, lo hacen y luego se quiebran. Y un compañero les ofrece agua y un asiento. Pero no. Y nos quiebran.

Un muchacho nos cuenta que viene porque una vez Néstor le prometió que si estudiaba iba a tener trabajo y que confíe que todo iba a ir mejor. Y porque así fue, sólo quiere tocar el cajón, a modo de agradecimiento. Y lo contenemos. Y nos quiebra.

Un señor muy mayor llega luego de una caminata de 6 horas y la mira a ella, pero no se anima a saludarla. Espera a darle la espalda y recién ahí estalla en un llanto igual a ninguno. Uf. Y me quiebro.

Miles de mensajes estampados en cartones, cartulinas, hojas cuadriculadas y rayadas, trazados con birome, fibra y témpera. Incluso banderas. Quedan como testimonio eterno. Algunos los juntamos, otros se vuelan para apiñarse en una alcantarilla y hasta ahí los vamos a buscar. Casi todos tienen firma: Familia Straqua; Oti, Mocho, Chaga, Fran, Mili, Lito; Aurora Agras, Javier M.; Zulma Gónzales; Vicky y Fabián. Todos, antes que nada, agradecen. Un pueblo agradecido, y que grita "Ahora más que nunca". Nos quiebra.

Mis amigos y compañeros lloran. ¿Abrazarse? Sospechamos íntimamente que es para peor. Mejor que no. Pendemos de un hilo.

La banda ancha nos da un suspiro y queda en la pantalla una instantánea de ella, y sus lentes negros, y silencio.

Ella sufre, saluda, acaricia el cajón, toma la mano de su hija, le susurra algo a su hijo, contiene a quienes se quiebran al verla y se toca el corazón ante cada mirada. Pero no se quiebra, ella no se quiebra. Y ya no nos permitimos quebrarnos.

Pasamos el mediodía, avanza la tarde, el sol se retira y entra por la ventana una brisa fría. Algunos creerían que se viene la noche, yo estoy seguro que está amaneciendo.

1 comentario:

Eduardo Real dijo...

Mendieta: Mi familia y yo estamos quebrados. Y enteros. Todo junto. Pasadas 72 del mazazo lo seguimos llorando, pero simultáneamente estamos sacando fuerzas de donde no hay, y apretando los dientes para convertirnos en el motor de la historia de los que nos hablaba alguien. Conductora tenemos. Y si el motor funciona, qué duda cabe de que el futuro que nos espera es el que habría soñado nuestro muerto más grande.

Quebrados y enteros, todo junto. Ha nacido el Kirchnerismo, carajo!