29 octubre 2013

Quién ganó? Quién perdió?

Este post está basado en la columna que hicimos anoche en Diario del Futuro (Nacional Rock, 24 a 2, de lunes a viernes, con la conducción de Nico Lantos). Sí, hago columnas así de desordenadas, qué le vamos a hacer...

Vamos a reforzar una columna de hace varios meses de AP en la que planteábamos la posibilidad de que en estas elecciones “ganaran todos”. Y así, de algún modo, resultó: se puede decir que el FpV ganó al mantener la cantidad de senadores e incrementar la cantidad de diputados nacionales; el massismo ganó ampliamente en PBA; Binner en Santa Fe; Cobos en Mendoza; el macrismo en la CABA; la alianza UNEN, al meter a Pino como senador;  la izquierda al meter 3 diputados nacionales; y así.

Quiénes perdieron? De Narvaez es el más claro ejemplo, pero precisamente por su caída estrepitosa deja de tener importancia. Pero también podemos decir que perdió un sector del oficialismo, o un sector de los simpatizantes del gobierno nacional, que creía que alcanzaba con lo realizado durante estos 10 años para seguir teniendo el apoyo de las mayorías.

En este sentido, creo que ese sector cometió algunos errores muy fuertes: uno de ellos el haber abjurado de su propia creación, es decir de muchísima clase media trabajadora, clase media baja. (Se puede decir que este es un viejo dilema del peronismo: es generador de una clase media que luego le da la espalda). Pero en este caso hubo sectores del oficialismo que durante largos meses y años vinieron escupiendo para arriba en este sentido y ahora podemos especular con que no alcanzaron manotazos de ahogado como fue la suba del mínimo no imponible de Ganancias, que llegaron cuando esa medida ya formaba parte de una agenda opositora y no de una propia.

Cabe aquí un paréntesis: uno de los grandes aciertos del kirchnerismo fue siempre su capacidad de instalar e imponer agenda, y en este proceso electoral no tuvo esa capacidad e incluso se vio obligado o eligió, quién sabe, a tomar parte de la agenda opositora para ver si eso le permitía reposicionarse. Y cuando me refiero a tomar parte de la agenda opositora no lo limito a “medidas de gestión” si no que incluyo a cuestiones de “imagen”.  Por ejemplo: un candidato como Insaurralde no terminaba de expresar muy bien a ninguna del as dos corrientes que se encarnan en el FpV: ni a ese kirchnerismo fundante, ideologizado, “conflictivo”, ni a la otra gran columna del FpV que es el peronismo tradicional. Digamos que ninguna de esas dos vertientes elije, simplificando, por supuesto, Miami para descansar.

Las causales de un voto son multidimensionales. Y por supuesto, también, las de un “no voto”. Por eso de contraponer gestión versus "campaña” o intentar cargar las tintas de una derrota sobre uno de esos dos platos es una excusa sólo válida para quién está en alguno de esos dos mostradores. Digamos que el funcionario tenderá a responsabilizar a las malas consignas, y los publicistas a las malas gestiones. Pero antagonizar esto es un autoengaño, en el mejor de los casos.  

Es cierto que la gestión del gobierno nacional viene teniendo flancos o debilidades. Hay agotamiento de ciertos elencos, un agotamiento natural, comprensible, luego de 10 años en alguna de sus figuras centrales. Imaginensé a ustedes  mismos diez años haciendo el mismo laburo: llega un momento en que poco te queda para aportar a esa posición de trabajo. Pero me parece más interesante para reflexionar, y más preocupante para el oficialismo, los errores de construcción política que los de gestión o de campaña. Porque podés tener una gestión mediocre y disfrazarlo con campaña. O viceversa. Pero si te equivocás en la construcción política no hay ni gestión ni publicidad que te salve las papas.

Hay un modo de construir política del oficialismo que durante mucho tiempo resultó exitosa: renegar de las mediaciones y confiar en la relación directa de CFK con la sociedad. Esa relación directa, que, insisto, funcionó exitosamente durante muchos años y se remonta a Néstor Kirchner, alcanzaba para el éxito electoral. Esto acaba de demostrarse que en esta etapa no funcionó. Cuando por una parte empezás a deconstruir tu armado político y vas perdiendo aliados o desgastás a los mismos y, por otro, tus modos de comunicar se empiezan a erosionar -por agotamiento discursivo o retórico o como le quieras llamar- vas a entrar en turbulencias.  Y no me refiero aquí solamente, por poner un ejemplo, a la ruptura con Moyano y un sector del sindicalismo. A los efectos prácticos, me parece mucho más costosa la ambivalente e inconstante relación con, por poner un caso, Scioli, a quien primero se lo desgastó, luego se estuvo a punto de romper con él y más tarde se lo llamó a la desesperada para que apoyara la campaña en PBA. Y digo que es costosa por algo sencillo: cuando algo es difícil de explicar al ciudadano común es porque algo se está haciendo mal. No podemos exigirle al ciudadano común niveles de análisis complejos, formaciones ideológicas profundas, estar hiperinformado.  

Para terminar: se siguen profundizando las crisis “partidarias” y parece avizorarse un refuerzo de las construcciones “de coaliciones”, algo que ya lleva su buen tiempo en nuestro país. En este sentido, y con la foto de hoy, la gran pregunta es si lo que se termina construyendo en 2015 son tres o cuatro polos: el FpV, una construcción pan radical-socialista, el pejotismo disidente y el macrismo. Y que haya 3 o 4 ofertas dependerá, en enorme medida, de cómo se dirima hacia el interior del FpV la continuidad o no del proyecto político. Porque si el FpV no abandona su pretensión de seguir siendo mayoría, instrumentará los modos de no seguir perdiendo más aliados. Porque el FpV lo que no debiera perder es su mayor virtud: la capacidad de conducir a la mayor parte del peronismo del cual forma parte.

Ahora sí: metamoslé con todo para pasar de la “etapa de ebullición”, donde nos evaporamos, a la etapa de “reproducción felina”, gatos. 

07 octubre 2013

Aprender

Una de las tantas zonceras que aún tengo es que tiendo a pensar que las personas instruidas tienen más herramientas que las que no lo son para ser mejores personas. Es, esta zoncera, de algún modo tributaria de cierta concepción sarmientina.
Una de las tantas convicciones que aún tengo es que tiendo a pensar que las personas instruidas tienen más obligaciones que las que no para ser mejores ciudadanos. Es, esta zoncera, de algún modo tributaria de cierta concepción alberdiana.
Recién leí a Borges a los 25 años, porque “era un viejo gorila”. Y sí, a los 20 años era más boludo que ahora.
Una de las cosas que me separan de cierto ideologismo lombrosiano, es que uno “no es sólo lo que es objetivamente”, si no que es “en tanto relación con los otros, intersubjetivamente”. Por eso no soy “clasista”. Ni practico religiones, ni siquiera las paganas, que idealizan “sectores sociales en tanto tales”. Porque no creo que todos los pobres “sean buenos”, ni que todos los que no son pobres “sean malos”. Porque tampoco creo en que somos todos iguales y que triunfarán los más capaces. Porque antes tenemos que definir a qué queremos llamar “triunfar”.
Una de las pocas cosas de las cuales estoy seguro es que la pobreza es mala. Y que hay distintos tipos de pobreza.
Cuando uno lee, escucha o mira a tipos instruidos, sagaces, inteligentes y triunfadores, gozar morbosamente con el episodio de salud de la Presidenta Kirchner y regodearse poco sutilmente con esa situación,  aprendo otras cosas de mí mismo y vuelvo a desaprender otras.
Cuando uno escucha o lee o mira a tipos y tipas humildes, sencillas, pobres y poco educadas, sufrir sinceramente con el episodio de salud de Cristina y llamar a las radios llorando o decir en una esquina que “va a rezar por ella”, aprendo otras cosas de mí mismo y vuelvo a desaprender otras.
Aprendo que la peor pobreza es la pobreza de espíritu. Aprendo que hay procesos políticos capaces de engendrar odios y aprendo que prefiero responder al odio con el desprecio.

Y que siempre voy a preferir formar parte de los odiados por los que odian y sufrido por los que sufren.

Solo se trata de vivir más allá de la política. 
O más acá. Quién sabe.