15 enero 2013

2013: ¿año electoral o año estructural?


Hay una tendencia a sobreestimar la importancia de las elecciones de este año. Con la única excepción de una amplia derrota del oficialismo en octubre o de una victoria amplísima del kirchnerismo (posibilidades que hasta el momento no parecen vislumbrarse), ningún resultado cambiaría demasiado el mapa político actual. En términos políticos, lo importante se juega en 2015.
Ya se dijo varias veces: el oficialismo renueva las bancas de 2009, donde hizo una mala elección, con lo cual cabe esperarse una mejora de su posición en el Congreso. Mejora con la cual, por cierto, aún estaría lejos de los 2/3 de las Cámaras, sobre todo en el Senado, por lo cual una hipotética búsqueda de reforma constitucional que le permitiera la re-re a CFK es una especie de quimera.
Detengámonos unos párrafos en las dos opciones mencionadas: si el kirchnerismo pierde “por mucho”, lo que sobrevendrá es un rearmado del peronismo alrededor de otras opciones en la conducción, pero no se visualiza, hoy por hoy, a nadie que tenga un ascendiente natural sobre la totalidad del FpV, entendiendo como tal a los diversos gobernadores, intendentes y corrientes internas. Por eso, no es negocio para nadie (¿es De la Sota la única excepción a esto?) una derrota estrepitosa del oficialismo, ya que se abriría un período de fragmentación que resentiría las posibilidades de todos los actores para 2015. Y nadie juega con fuego.
Si el kirchnerismo gana “por mucho”, no faltará en su seno quienes impulsen –en ese caso con el apoyo de una amplia mayoría de la sociedad- la posibilidad de la rereelección de CFK. Y entonces, aquí, todo dependerá de la decisión de la propia presidenta el permitir o no esa opción.
De este modo llegamos al centro de lo que deseaba plantear: por el momento, y aún con ciertos nubarrones en el terreno económico,  todo está en manos de CFK y en su personalísima decisión. No hay pato rengo aquí. Porque está en CFK el decidir quién puede ser su sucesor. Ya sea eligiendo de entre las filas del Frente para la Victoria (dije FpV adrede) un candidato que pueda triunfar en 2015 o ya sea eligiendo alguien del kirchnerismo que no pueda ganar. Con lo cual también estaría decidiendo ella, de algún extraño modo, al próximo presidente.  
Por supuesto, todas estos análisis son secundarios y menores. Las preguntas que hay que hacerse a la hora de pensar el futuro estimo que son otras. Por ejemplo: ¿ha llegado el modelo económico-social inaugurado en 2003 a su cenit?; ¿los fundamentos del modelo económico pueden sostenerse por dos años más (e hipotéticamente luego otros cuatro) sin encarar reformas profundas?; ¿hay condiciones de potencia política para encarar algunas de estas reformas profundas? ¿hay conciencia en el pequeño círculo que rodea a la Presidenta –quizás, precisamente, por el éxito de ciertos caminos emprendidos hasta ahora- de la necesidad de algunas reformas profundas? ¿puede aceptar el activo más iracundamente cristinista un candidato a presidente del oficialismo que –manteniendo los aspectos centrales del modelo- encare una nueva etapa diferenciada en “los modos”? De no ser así, ¿prefieren perder con alguien “puro” a ganar con un aliado? ¿Cuáles serían, a efectos de mensurar un posible sucesor, los “aspectos centrales” que sí o sí debiera mantener? Algunas de estas preguntas hay tiempo de sobra para ser respondidas. Otras de ellas, parecen necesitar cierta urgencia de ser analizadas.
Finalmente, la gran pregunta: ¿será 2013 meramente un año electoral? ¿O podremos asistir también a un año estructural?

14 enero 2013

La salud pública


Realmente, objetivamente, este país no da para más. De verdad. Porque fijate, la cosa está difícil, preocupante. Ya ni los ladrillos son algo seguro como antes, mirá todo este temita de la pesificación. Imaginate, uno pone los ahorros de toda una vida y vienen y te los pesifican ¿Estamos todos locos? No, tremendo. Yo no sé qué va a pasar, pero esto así no puede seguir. Por eso, como te contaba recién, me compré otro departamentito en Miami. Sí, el año pasado, claro. Como inversión, claro. Sí, éste está en Boca Raton, el otro, el que compré hace 3 años está en Miami Beach. ¿Por qué número van? Uff, falta. Nada, como te decía, la ventaja que tengo es que mi hijo vive allá y me los administra, viste. Sí, entonces los tenemos alquilados y todos los meses él me manda la renta, descontados los gastos, los arreglos que haya que hacer, esas cosas. Yo fui claro, los pongo a nombre tuyo, porque, bueno, uno trabajó toda la vida para ellos, no?, pero vos te hacés cargo de todo y me mandás el 50 por ciento de la renta todos los meses. Tranqui. Y bueno, ponele que me entran unas 20 lucas verdes por año. De ganancia, eh. Descontados gastos, arreglos, esas cosas. Porque hay que tenerlos bien. Porque además allá da gusto tenerlos bien, no como acá. La gente es otra cosa. No, realmente, objetivamente, nada que ver. Mirá, cuando voy allá, no sé, ahora estamos yendo más veces, dos, tres por año mínimo, porque uno extraña, ¿no?, es otra cosa. Tengo el golf municipal a tres cuadras y por 25 dólares salís a jugar. Brillante. También ando en bici, descanso. Hago curas de sueño. Porque acá, acá es tremendo el stress. No veo la hora de jubilarme. No, no, casi no estoy yendo al hospital ya, ¿para qué? Si es todo un desastre. Lo último que hice, hace unos años, cuando asumió este Lemus, es un trabajito, un paper, una cosa de supuesta investigación que nos pidieron. Una boludez, bah, pero que no servía para un reverendo carajo. Para cumplir, viste, vos sabés. No, para qué? Si no hay concursos de director desde, qué se yo, los 90? Desde ahí no hay más carrera. Ojo, para director, eh. Para el resto sí. Pero yo me cansé. La última vez, concursé para director de Emergencias y gané, pero estuve un año y no me gustó. Para colmo no salía el nombramiento. No avanza más la cola, eh, que manga de ineptos. Como te decía, no me salía el nombramiento, pero además tenía un subdirector que era un zurdo insoportable, que me rompía las pelotas a más no poder. Insufrible, el zurdo ese. Entonces dije ¿para qué? y renuncié y me volví a la guardia. Sí, tranqui, una guardia por semana y mi consultorio de cirujano estético ¿Para qué me iba a volver loco, no? O sea, ya bastante tenemos con vivir en este país ¿Vos te acordás de Zutano? Claro, ese! Ese era el padrino de este zurdo insoportable. Se había ido dos veces a Cuba. Yo no fui nunca a Cuba. Ojo, no tengo nada en contra de Cuba, pero, je, dos veces a Cuba en un año…sos zurdo loco. No importa, porque ojo, yo no tengo, así, una postura definida, qué se yo, siempre fui independiente, digamos.  Pero ir dos veces a Cuba, ummmm, raro ¿Cuánto nos falta? La reputa madre, che. Mirá el tiempo que estamos perdiendo acá, todo por una miserable transferencia. Culpa de mi mujer, claro, que hizo pelota la tarjeta en el freeshop y ahora tengo que venir a cubrir eso.  Bueno, la cosa es que me los administra mi hijo, además a él le conviene, porque le sirve impositivamente allá para desgravar ingresos. No, claro, son muy serios allá con eso. Mi hijo me dice: papá, apenas me salga la ciudadanía te empiezo los trámites para que te puedas radicar acá y te venís ¿Para qué vas a seguir allá, con todas las trabas que te ponen para vivir? Y bueno, qué se yo, calculo que en un tiempo nos iremos. Aunque antes quiero que me salga la jubilación acá, no? Porque si bien es una mierda, algo es algo. No, no, casi no voy al hospital. Cuando renuncié como director vinieron los muchachos de los gremios y me insistían en que siguiera. Imaginate, no les toqué ningún business. Me amaban los negros esos. Entonces les dije: no sigo, pero lo que les pido es que me cubran porque no pienso venir más que una vez por semana. Y los tipos, la verdad, nobleza obliga, cumplen. No me jodieron nunca. Sólo esa boludez que te conté de Lemus cuando asumió. Ya nos toca, al fin, qué banco de mierda este. Marita no me va a creer que estuve acá dos horas y media, je. Pero, como te decía, la verdad estoy preocupado. Esto no da para más, este país no da para más. Además, allá, en Miami, por 25 dólares, salgo a jugar al golf en un entorno maravilloso ¿Cómo no voy a pensar en irme, eh?

07 enero 2013

Carta a Darín y a Cristina

Me levanto y veo que el país entero, -oh, verano!, oh móviles desde Playa Grande! oh estrenos desde Carlos Paz!- está con ganas de leer intercambios epistolares. Por un instante dudo y hasta estoy tentado de sumarme a la polémica, puesto que, convengamos, detrás de todo bloguero se esconde la secreta pretensión de entrar, en tinta de molde, a los anales de la historia. Sin embargo, no por tamaño afán es dable la empresa, y, sabedor de los límites propios, que bien permiten internarse en cotillones estivales, más no en las secretas fuerzas que determinan el oculto e indescifrable rumbo de los poderes del mundo, un dejo de humildad y, por qué no, de vagancia, me distancian irremediablemente de escalar montes tan altos y recorrer estas interminables llanuras. 
(guambia, estoy escribiendo como un Silvio Astier, eh)


Bueno, que no los voy a dejar en ascuas. Quieren polémicas? Quieren cartas de acá para allá? Bueno: les dejo esta -muuuuuuy larga, más larga aún que la que hoy nos desvela- de John William Cooke a Perón, del 30 de septiembre de 1962. Perón sigue en Madrid, exiliado, creo que ya tiene unos caniches, casi no se saca las pantuflas y se dedica todo el día a tramar su regreso. Cooke, a esta altura, ya anduvo por Cuba y su formación marxista de origen (la misma que cualquier peronista pulenta de cualquier tiempo no debe dejar de recorrer, transitar y luego atravesar) se había tornado castro-foquista-guevarista. Y es muy crítico de la conducción que Perón lleva desde lejos, polémica que siempre es atinada estudiar para tratar de entender la infinita riqueza teórico-política del "arte" de la conducción en Perón. 
(me fui al carajo)

Volvamos. La carta es esta. Y la posteo al solo efecto de postular que no siempre "el medio es el mensaje". 
Ah, el título es para engañarlos y que entren a leer. 


arís, 30 de setiembre de 1962

Mi querido General:

A punto de regresar a Cuba, deseo sintetizarle por escrito mis puntos de vista sobre la situación y futuro del Movimiento. Como siempre, me limitaré a los temas medulares, saltando por encima del nivel asfixiante de charlatanerías e injurias estériles en que se debaten nuestros dirigentes "de fachada". No ignoro que soy destinatario frecuente y predilecto de esas campañas calumniosas, pero ni distraigo mis energías en ocuparme de ellas ni permito que influyan en la objetividad de mis análisis.

Mis críticas a las direcciones políticas que padece el Movimiento reflejan discrepancias de fondo, tanto de enfoque de la realidad como de procedimientos: en modo alguno constituyen ataques a personas determinadas. Al fin y al cabo, en los últimos cuatro años hemos visto un desfile bastante nutrido de efímeros "conductores", que emergen y luego se esfuman en su propia insignificancia, mientras los que continúan invariados son los métodos y planteos que merecen mi impugnación.

Estas aclaraciones previas ya están anticipando que atribuyo un papel negativo a la conducción peronista que funciona en la Argentina. Y bien: para opinar que estamos en el mejor de los mundos, están los cortesanos; y los miopes de nuestra burocracia podrán explicarlo como son de astutos y que cerca estamos de reimplantar el justicialismo. Mi función es otra. Como amigo y como dirigente revolucionario no puedo hacer concesiones en mengua de la sinceridad más completa. Y en ese doble carácter, sin rastros de pesimismo ni propósitos de crítica sistemática, estoy obligado a expresarle mi opinión de que el Movimiento carece de una dirección en el país capaz de traducir las condiciones existentes en un triunfo popular. Creo que me será fácil demostrárselo.

Oposición no es lucha revolucionaria. Las condiciones objetivas en que se desarrolla nuestra lucha están constituidas por la catastrófica situación económico-social, por la descomposición de las Fuerzas Armadas, por las divisiones en la clase gobernante, por el fracaso del institucionalismo burgués y sus repercusiones en los partidos tradicionales, por la existencia del Peronismo. Las condiciones subjetivas están dadas por el convencimiento popular de que no hay salidas institucionales ni soluciones dentro de las estructuras capitalistas. No... (texto ilegible por la acción del tiempo).

Esta afirmación, con ser tan terminante, no tiene nada de exagerado; después de tantos años de actuación, con la mira puesta siempre en la suerte del Movimiento, ofrezco garantías suficientes de que no improviso ni me baso en aspectos parciales del problema. El peronismo sufre doblemente esa incompetencia de las direcciones: por una parte, al quedar privado de engranajes indispensables; y por otra, en cuantos esos "dirigentes" aprovechan del prestigio del Movimiento y su actuación tiene un tinte de autoridad que la carga de peligrosidad.
Lo que hacen, aunque muchos de ellos no se den cuenta, nos alejan de los objetivos finales en lugar de acercarnos a ellos. Pero aún cuando fuesen más circunspectos y prudentes, bastaría con la ineficacia para servir a los fines propuestos para que el daño sea tremendo. La política, como la Naturaleza, "tiene horror al vacío"; donde hay un déficit de dirección surgen otras direcciones. Las camarillas gobernantes de línea blanda (tipo Frigerio, militares naseristas, etc.) influyen, siquiera sea parcialmente; los partidos de izquierda, sin perspectivas serias ante un Peronismo bien organizado, ven crecer sus esperanzas y tratan de gravitar sobre sectores peronistas afines; y, dentro de nuestras filas, se multiplican las tendencias, las direcciones parciales y generalmente inorgánicas, las facciones que buscan retazos de autoridad aunque no ofrezcan ni mejores calidades ni ideas más claras que los dirigentes "oficiales".Al lado de la lucha interna — inevitable en un Movimiento como el nuestro— entre concepciones diferentes en materia ideológica y estratégica, se desarrolla otra, que persigue nada más que la "manija" o parte de ella, lucha que, desprovista de todo contenido que no sea la ambición, participa de los mismos procedimientos que practica la dirección "oficial": el chisme, la habladuría, la mentira, la "pomada" secreta que les llega inalámbricamente (según ellos) desde Madrid, etc.

Esas cosas ocurren en todos los movimientos y en todas partes, ya que son propias de la naturaleza humana. Pero cuando la dirección no sirve, encuentran el ambiente propicio para crecer y exagerarse. No es lo mismo hacer politiquería en contra de una conducción orgánica y con ideas claras que contra un conglomerado invertebrado de confusos y mientras los especímenes de aventurerismo y oportunismo que pululan en la política huyen de una dirección donde no hallarán eco, encuentran amparo en direcciones que necesitan sumar el mayor número de complicidades o complacencias, sin discriminar de dónde vienen y con qué propósitos.

Una dirección como esa es la que soportamos en el país. Individualmente considerados, sus integrantes son de diferentes condiciones intelectuales y prácticas: pero como direcciones políticas, en conjunto responden a las características de los elementos sin envergadura; el estilo no lo dan los mejores sino los mediocres e indecisos.

Dejemos de lado algunos casos de venalidad más o menos conocidos o sospechados: son los menos peligrosos y, como no soy un iracundo fulminante, estoy seguro que serán también los menos numerosos. No estamos haciendo el Juicio Final sobre las almas de esos dirigentes y admito, en principio, que fuesen todas blanquísimas. Pero si tenemos obligación de-juzgar algo que, en política, es el peor de los pecados "no hay mayor inmoralidad que aceptar una función para la que no se está capacitado". Y esos dirigentes —muy dueños de creer en el reformismo, en la conciliación, en que el Ejército es sacrosanto y en que el imperialismo nos ayudará si somos anticomunistas suficientemente fervorosos— no tienen derecho a usurpar la representación de un jefe y una masa que tiene la revolución como misión irrenunciable y como idea central. Si ellos creen que eso es Peronismo y eso es revolución, la ignorancia no es atenuante porque lo que interesa es su comportamiento objetivo: no son sus almilas bendecidas por el Cardenal las afectadas sino millones de hombres y mujeres que no están conformes con permanecer en el limbo político.

La oligarquía creyó, en 1955, que volteando al gobierno había terminado con el Peronismo, error típico de una clase que no tiene otro horizonte que su propio egoísmo; La vigencia del Peronismo fue y es la prueba permanente de que en el país y en el mundo se están produciendo procesos profundos que ellos no comprenden ni encauzan. Sólo pueden demorar la llegada de su Némesis utilizando la fuerza, ya sea como pura violencia (gorilismo) o combinándola con maniobras para que el pueblo no encuentre fácilmente el camino de la victoria. En inferioridad frente a su fuerza material, la ventaja del Peronismo está en que no resiste al curso de la Historia sino que forma parte de él, que no es un rezago del pasado sino una hipótesis del porvenir. Y la manera de sacar todo el provecho de esa ventaja es, frente a una oligarquía que se defiende con uñas y dientes en medio de sombras y procesos que desconoce, en compenetrarnos, en conocer, en integrarnos cada vez más en la dinámica de la Historia, de la cual formamos parte y sobre la cual influimos.

¿Utilizamos en todas sus posibilidades esa ventaja? No, y por una razón bien concreta: porque la conducción peronista en la Argentina se mueve también en la superficie de las cosas, opera con los mismos valores, tiene la misma visión parcial de los adversarios. Este paralelismo ha sido constante y no implica (aunque hay casos en que sí) complicidad voluntaria ni mucho menos. La oligarquía quiere quedarse y los dirigentes adocenados quieren que se vaya. Son opositores sinceros, pero no son revolucionarios. Y el problema es que para que se vaya la oligarquía y gobierne el peronismo, no basta la oposición sino que se requiere la revolución.

Nuestro burócrata considera que el gobierno Rojas-Aramburu, o Frondizi, o Guido, es calamitoso y que, en cambio, el gobierno peronista fue bueno y si volviésemos al poder pondríamos fin a la tragedia nacional. ¡Bravo! Pero esto es una diferencia de opiniones, un "disenso criteriológico" meramente académico mientras los representantes de la reacción consigan que sus opositores se rijan por las reglas que ellos fijan y la supremacía se dirima en el campo que ellos elijen. Y nuestra burocracia (llamo así, en términos generales a los dirigentes no revolucionarios) pasa de la euforia que le despiertan los episodios donde aparece una salida electoral, al negativismo y la histeria cuando esa salida se cierra; entonces repiten la vieja verdad de que no tenemos otra perspectiva que la fuerza. Lo cual no lo convierte, por cierto, en un revolucionario, por dos razones elementales: 1°) que por abrumadora mayoría proclaman la necesidad de la violencia pero no tienen ni predisposición ni capacidad para ejercerla; 2°) que las hipótesis de violencia que se plantean —o sea el golpe militar— no es ya en América Latina una forma revolucionaria de violencia.

¿A qué se parece un burócrata? Entre un gorila y un obrero peronista no hay rasgos comunes; pero a medida que salimos de estos ejemplares típicos y recorremos la gama social e ideológica, notamos que en los politiqueros peronistas y los sectores "esclarecidos" o "comprensivos" del régimen hay más puntos de coincidencia que de discrepancia. Las diferencias son de definición —uno se declara peronista el otro radical o, si es militar, legalista o apolítico, etc.— pero tienen la misma visión del mundo, similares ideas generales sobre las Fuerzas Armadas, los curas, la conciliación de clases, la justicia de pagar buenos salarios pero de que los obreros deben "conservar su lugar", la necesidad de "entablar el diálogo" entre argentinos, etc., etc.

Es posible que nuestro dirigente repita que a la oligarquía le quitaremos el poder económico, que como es una afirmación de Perón viste mucho de ortodoxia y es frase de seguro impacto en la masa. Y, en reuniones no públicas con los grasas, enuncia planes para destruir a las Fuerzas Armadas o para cambiarlas radicalmente. Siempre continúa mariposeando por sobre las apariencias, aún cuando crea en lo que dice. Porque la oligarquía es para él una cosa demasiado nebulosa, una abstracción; o, por el contrario, la simplifica demasiado, limitándola a dos o tres oligarcas reconocidamente canallas. De la misma manera que cuando habla de las FF.AA. está pensando en vengarse del Teniente tal o el General cual, en los cuales centra su encono. Como en última instancia no están contra el sistema en sí sino contra "sus excesos", distinguen entre oligarcas (malos) y ricos de buena entraña captables para el Peronismo.
Si de estos dirigentes burócratas dependiese, la oligarquía y las Fuerzas Armadas podrían dormir tranquilas, seguras de que ni sus posesiones ni sus privilegios corren peligro. Independientemente del grado de seriedad que tengan esos propósitos destructivos, los burócratas están confinados al mismo ámbito mental que nuestros enemigos. Si coinciden en la conciliación de clases, en que el imperialismo no es necesariamente nocivo y un buen gobierno puede valerse de él, en el rol de los militares en América de hoy, en que por sobre todo hay que defender los valores "Occidentales y Cristianos", etc., etc., ¿qué es lo que los separa? Solamente lo formal, lo transitorio, los malentendidos.

Eliminada la lucha de clases, el verdadero papel que juega el gobernante, matices y diferencias: lo simplifica hasta ver como idénticos a un militar gorila y a un militar "profesional", entre un imperialismo en el continente y el país, en eraízamiento de los factores de poder en las estructuras de explotación (Iglesia, Fuerzas Armadas, gremialismo amarillo, políticos seudo-progresistas), la política se transforma en un asunto de "buenos y malos", donde los factores determinantes son exclusivamente individuales: las FF.AA. oprimen porque hay un grupo de jefes caprichosos y antipopulares, hay que convencer a dos o tres obispos y tendremos a la Iglesia con nosotros, Truman era enemigo de Argentina pero Kennedy puede ser amigo... Más o menos lo que repiten a diario los dirigentes de todos los partidos clásicos: el país anda mal porque hay "crisis moral", porque hay militares que odian al peronismo porque sí y peronistas que odian a los militares, porque pesan más los extremistas y exaltados de uno y otro bando que los hombres prudentes y atinados (como ellos). El método de razonamiento, las premisas de que parten, tienen la misma raigambre, y así falsean toda la realidad nacional. El gorilismo no es, para semejantes dirigentes, la expresión terrorista de la conjunción oligárquico-imperialista sino la conjunción de una serie de odios individuales; correlativamente, los revolucionarios aparecemos como gorilas a la inversa, determinados por pasiones o falsas ideas y, en definitiva, constituimos escollos para los fáciles tránsitos hacia el equilibrio feliz de los babiecas.
De esa coincidencia en tantos temas de fondo no hay más que un paso a la conciliación y el arreglo. El revolucionario distingue, entre la clase torturador y un oficial que conserva los sentimientos humanos, entre el alto clero político y muchos curas que quieren a los pobres. Pero de lo que se cuida bien es de formar sus juicios en base a casos individuales, desconociendo que tales contradicciones internas no llegan más que a ciertos límites, más allá de los cuales están unidos en la defensa común del régimen imperial-capitalista. El burócrata, como no tiene noción de la entraña de los movimientos de la historia, no tiene bien ubicados ni a todos sus enemigos ni a todos sus amigos potenciales.

Y hay algo que es el nudo de esta traba puesta a nuestras posibilidades revolucionarias: no importaría si este desconocimiento no afectase la acción inmediata del Movimiento, es decir, si solamente fuesen imprecisos en cuanto a los objetivos finales que perseguimos. Pero, desgraciadamente, los convierte en un factor de confusionismo en nuestra propia masa, hacia la cual dirige mensaje y directivas bien claras que luego se esfuman y desdibujan en un cúmulo de actitudes, declaraciones y posturas de sus "representantes". Y, además de todos los perjuicios de diverso orden que causan, no cumplen ni pueden cumplir las funciones que se esperan de ellos. Porque en sus raptos de mayor audacia revolucionaria declaran el aniquilamiento futuro de la oligarquía, la popularización de las Fuerzas Armadas, etc., etc., pero a partir de la toma del gobierno por el Peronismo. Aspiración sobre la cual no pueden entrar en detalles porque entonces los acosaría una multitud de incógnitas insolubles, como por ejemplo, la de cómo van a despojar a una clase dirigente de su poder económico sin antes quitarle el poder político. Esa primera interrogación no es insalvable; dirán que el paso previo, es efectivamente, tomar el gobierno. Pero ¿cómo piensan tomar el gobierno? Porque todas las vías que proponen o practican requieren el acuerdo —cuando no la coparticipación— de las fuerzas que defienden a la oligarquía.

A menos que a la clase gobernante se le haya despertado una irrefrenable vocación suicida, es difícil que nos ayude o que nos permita tomar el poder para que desde él la destrocemos. Tanto la coyuntura electoral como el golpe son impensables como acción propia y exclusiva del Peronismo; y el programa del Peronismo es incumplible sin el manejo de todos los resortes del poder. El dilema es claro: o la oligarquía nos presta colaboración para que la hagamos pedazos, o nosotros participamos del poder en una proporción lo suficientemente menguada como para que nuestro programa quede como simple formulación fantasmal.

He ahí el tema central de mis preocupaciones: POR FORMACIÓN MENTAL, POR HÁBITOS DE VIDA, POR EL REPERTORIO DE SUS IDEAS Y MÉTODOS LAS DIRECCIONES BUROCRÁTICAS PERONISTAS NO PUEDEN PLANTEAR SERIAMENTE NI EJECUTAR —NI SIQUIERA EN SUS ASPECTOS TÁCTICOS— UNA POLÍTICA CAPAZ DE LLEVARNOS AL PODER. (...)

COOKE

03 enero 2013

Estreno 2013

Un pequeñísimo avance de un proyecto 2013. Al fin desembarcamos. Veremos.

La historia suboficial

Allá no podía ser otra cosa. Porque antes estaba en la descarga, ahí, en el río, de los módulos. Y antes de eso en política, pero viste como es la política. Es jodido. Qué se yo, presidente de mesa, repartir boletas, esas cosas. Pero para acomodarme tenía que hacer cosas que no quería, y entonces me fui un tiempo a lo de los módulos. Sabés la guita que hicieron con los módulos? Una millonada. La cosa era así: como los paquetes de comida traían el precio impreso, los tipos los cambiaban de envase y los volvían a vender. El aceite, el arroz, los fideos. Un paquete que salía, no sé, 50 pesos, te lo vendían a 120. Se llenaron de guita durante nueve meses, pero después se les cortó el chorro, andá a saber por qué y nos quedamos sin laburo. Yo la veía venir, y justo antes nos habíamos, un día, que sabíamos que se venía, sentado delante de la puerta y no los dejábamos salir. Je, como los piqueteros. Yo también fui piquetero, jeje. Porque allá no hay nada, viste. Entonces, bueno, me metí acá. Ahora, ponele, hace 36 horas que no duermo, por eso me gusta charlar un rato, porque si no me quedo apoliyado, qué querés que haga, es así, te tenés que acostumbrar, porque lo importante es meter adicionales. Yo le meto muchos adicionales, a veces acá, a veces en Plaza de Mayo, o en la Villa 31 o allá donde las Madres querían hacer unas viviendas, ¿qué es eso?, ¿Lugano, Soldati?, bueno, ahí. Ahí está piola, porque hay seguridad privada, y entonces cuando me toca me hago una siestita para después meterle más adicionales. O aprovecho para estudiar. Abogacía, estudio abogacía a distancia, me faltan 9 materias, pero estoy medio trabado con Penal II, es más jodido el profesor. Entonces mi idea, mi plan, es ese. Meter adicionales, muchos adicionales y no meterme en quilombos para recibirme y poder volver allá. Porque allá está mi familia. Si, claro, más bien. Tres nenas tengo, de 8, 4 y 2. Y mi mujer. Pero no las puedo traer, porque acá el alquiler sale una fortuna y no me rendiría. Además allá tengo mi casa. Mirá, mirá como se llama mi barrio de allá, je, si, Cristina Fernéndez. Y al lado está el barrio Néstor Kirchner. Se lo merecen, la verdad. Porque estaban abandonados, se habían ido robando todo, pero una vez vino el finado Presidente y dijo: vamos a terminarlos. Y los terminaron. Y yo tuve la suerte de que me tocara una. 400 pesos, fijos, a pagar en 30 años, cómo no voy a agarrar, además tengo tres nenas, te dije? Y mi mujer, claro. Así que voy cada dos meses, más o menos, un fin de semana y vuelvo. Más no puedo ir, porque pierdo los adicionales. Y la verdad es que con los adicionales ahora estoy más o menos en 9 lucas, 10. Bien. Imaginate que si estuviera en la provincial no ganaría más de 2500 de bolsillo. Y quién puede vivir honestamente con esa guita? Nadie. Así que laburo, estudio y me cuido. Claro que me cuido. Yo acá alquilo allá por Malvinas Argentinas, pero ni en pedo voy uniformado al barrio. No, ni en pedo. Está bravo el barrio, mucho asalto, mucho pendejo sacado. No, yo me voy de civil al barrio. Y ni en pedo ando mostrando el arma en el barrio. Ahora voy a tratar de mudarme a Boulogne, porque se vienen los míos unos días y no quiero que estén ahí. Mis hijas. Mi mujer. No, está pesado. Ojo, yo pienso así. Hay otros compañeros que piensan distinto. Pero yo, yo no. Como te decía del arma, viste. Yo llego a casa y la guardo arriba del ropero, bien arriba. Y cuando salgo tengo que llevarla porque me da miedo que me entren a chorear y se la lleven, 25 días de arresto te dan si te chorean el fierro, así que la tengo que llevar, obligado, viste. Pero no, la guardo. O cuando voy a allá llego y la meto en la caja fuerte de la casa de mi mamá y no la saco hasta volver. Ni en pedo. Hay que cuidarse. Ojo, si estoy en un caso que hay alguien en riesgo de vida, puede ser que la saque. Pero si no, ni en pedo. Hay que pensar mil veces antes de pelar el chumbo. La clave es esa. Incluso a veces hay que hacerse el boludo, mirar para otro lado, esa es la verdad ¿Qué vas a hacer? Ponerte a hacerte el loquito pumpum? No. Hay que cuidarse. Fijate, mirá lo que me pasó a mí hace poco: 15 días de licencia médica. Sí, un piedrazo en una vértebra de la columna me pegaron. En la casa de Tucumán, viste? Qué se yo. Estaban ahí, con las minas adelante, pero tranquilas. Pero yo veía que atrás los flacos se preparaban para armar bardo. Y en un momento se vinieron y empezaron a tirar las rejas esas. Yo les hablé bien y donde estaba yo las chicas se calmaron, pero los flacos no. Y empezaron tirando las rejas y después nos cagaron a piedrazos ¿Qué sentido tiene, no? Romper todos los vidrios, romper todo. Si querés protestar sentate ahí y no dejés salir a nadie. Como hicimos nosotros allá, cuando fuimos piqueteros, je. Pero no, nos cagaron a piedrazos y mí me dieron por boludo, porque una piba se cayó delante de mí tirando la reja y me agaché para levantarla y ahí me pegó el baldosón. Quince días con licencia. Quince días en que no tuve adicionales. Así que este mes me quedé corto de guita, justo con las fiestas, una cagada, no? Pero bueno, por lo menos me tomé un micro y pude ir para allá, a ver a las nenas. Están grandes mis nenas.